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A una petición en línea le sigue una acción offline”, es la frase con la que la plataforma Change.org sintetiza su objetivo de hacer que las solicitudes que se realizan en medios digitales sean consideradas por los tomadores de decisiones para cambiar y mejorar el mundo real.
Cada vez más, el ciberespacio está ocupando un lugar preponderante en la vida de los jóvenes y adultos que comparten denuncias propias o se solidarizan con las de otros a través de plataformas especializadas como la misma Change.org, Avaaz.org o 350.org, que permiten juntar “firmas digitales” y organizar movilizaciones a favor de una causa específica para transformar el estatus actual de la realidad.
Estas y otras organizaciones similares surgieron a partir de 2007 y, por lo general, apoyan iniciativas de temas tan diversos como justicia, educación, salud o medio ambiente.
“Buscamos crear un nuevo paradigma de participación ciudadana y de creación de agenda pública alrededor de temas que le interesan, no a ciertos think tanks o a ciertas organizaciones no gubernamentales (ONG’s), sino a la población abierta, que simplemente tenga acceso a internet y a una computadora para decir: a mí esto me preocupa”, menciona Alberto Herrrera, director de Campañas de Change.org México, una plataforma digital dedicada a gestionar peticiones por Internet con más de 130 millones de usuarios a nivel global.
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