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En 2002, George W. Bush enfrentaba sus primeras elecciones intermedias después de haber asumido el poder en enero de 2001 y de que, tan sólo unos meses después, cayeran las Torres Gemelas de Nueva York en el que ha sido el atentado terrorista más grande en la historia de Estados Unidos. En ese contexto, Bush hijo se convirtió en el segundo presidente en casi un siglo en ganar espacios legislativos en las elecciones intermedias federales. Antes que él, únicamente Bill Clinton obtuvo cinco escaños más en la Cámara de Representantes en 1998.
Después de dos años de gobernar casi sin oposición, Donald Trump enfrentará en adelante una Cámara Baja con mayoría demócrata. De acuerdo con sondeos elaborados por CNN, al momento en que se pregunta a la gente si con su voto pretenden enviar un mensaje al presidente Trump el resultado es destacable: un 42% responde “un mensaje para oponerme”; un 28% “ningún mensaje”, y otro 28% dice que es “un mensaje para apoyarle”.
Al momento en que escribo este texto, el Senado se mantendrá en poder del Partido Republicano; sin embargo, la Cámara de Representantes es aún una incógnita. Las encuestas y los resultados preeliminares, todavía apretados, parecen apuntar a que la gente ha decidido votar por un cambio. Dicho cambio tendrá un gran impacto en el gobierno de Donald Trump en los próximos dos años.
Históricamente, estos cambios a la mitad del mandato, tuvieron como efecto mayores contrapesos políticos al poder del presidente en turno y por tanto, la agenda del Ejecutivo se transforma. Así, por ejemplo, Barack Obama en 2010 y 2014 o el propio George W. Bush durante su segundo mandato, enfrentaron Cámaras de Representantes contrarias a sus propuestas de gobierno, lo que los llevó a girar hacia asuntos internacionales y hacer menor política interior.
En el caso de Trump, una Cámara Baja con mayoría demócrata tendrá posibilidades de profundizar en el tema de las investigaciones congresionales a sus finanzas personales y las de sus empresas y familiares, sus impuestos y posibles violaciones a la cláusula de emolumentos (que prohibe a servidores públicos, incluido el presidente, recibir regalos de gobiernos extranjeros).
De ganar los demócratas podrían lograr la presidencia de las Comisiones de Asuntos Judiciales y la de Supervisión, ambas facultadas para llevar a cabo tales investigaciones.
Asimismo, una mayoría demócrata podrá restringir los gastos del gobierno federal e, incluso, negarle los fondos que requiere para la construcción del muro en la frontera con México, una medida que ha recibido grandes críticas en Estados Unidos pero que también ha sido utilizada por el presidente como bandera de campaña.
Otro tema en el que el gobierno de Trump resultaría afectado serían sus decisiones en torno a la política energética del país y la eliminación de una gran cantidad de regulaciones ambientales con las que ha ido desarticulando organismos como la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y regulaciones contra el cambio climático.
La política migratoria, particularmente la separación de familias en la frontera, será otro tema que los congresistas demócratas buscarán echar atrás e, incluso, apostar por una reforma migratoria que beneficie a millones de migrantes indocumentados que se encuentran en el país.
Algo que hay que dejar claro es que, como se ven los resultados a este momento, si los demócratas no logran una mayoría en el Senado no hay posibilidades de iniciar un proceso de impeachment, pues corresponde a la Cámara Alta iniciarlo. Sin embargo, el trabajo de los comités de investigación podrían hacer una gran mella en el mandato de Trump, la suficiente para evitar su reelección en 2021.
Analista internacional