El dicho “el que mucho abarca, poco aprieta” le queda muy bien a la Educación Básica en México . Es una pena que, contando con tantos recursos para “mejorar el aprendizaje de los alumnos”, se encuentren desorganizados, carentes de seguimiento y, por tanto, olvidados e inservibles . Y hoy se viene a empeorar el dilema con la figura de “los clubes”.
Los clubes son una herramienta introducida por el Nuevo Modelo Educativo , para ser aplicada en preescolar, primaria y secundaria. Consisten en que cada escuela debe ofrecer talleres a sus alumnos, para favorecer en ellos otras habilidades “extra-académicas” . Hasta aquí, el planteamiento va bien: todos sabemos que una educación integral no es la que procura sólo los conocimientos. Sin embargo, el problema está en que resultan inoportunos en un Sistema Educativo como el nuestro.
Primero, el tiempo que abarcan es demasiado. En una primaria de jornada regular, de 4 horas y media al día, se les pretende destinar alrededor del 11% de la carga horaria; y en una de jornada ampliada, de 6 horas 45 minutos, vienen a abarcar 2 horas diarias de clase . Representa una exageración, puesto que apenas y ajustaba el tiempo antes para enseñar todos los contenidos de los programas. Además, se redujo el tiempo destinado a Educación Física : de dos horas semanales, a una hora, como si se ignorara nuestro primer lugar internacional en obesidad infantil; y se redujo Inglés, de 3 a 2.5 horas a la semana.
Tampoco existió capacitación suficiente para los docentes sobre cómo diseñarlos (porque los docentes deben hacerlo ) e implementarlos de manera correcta, y se ofrecieron opciones tan variadas de clubes, que se favorece la dispersión y la dificultad para darles seguimiento. Pues, ¿Cómo se podrá evaluar que estén dando frutos, si en cada escuela existen talleres distintos?
Pero lo más importante: no favorecen el aprendizaje de los alumnos . Nuestra educación es de mala calidad, porque los niños no aprenden lo fundamental: a leer, a expresarse de manera oral y escrita, a razonar (en lugar de memorizar) y a convivir en armonía. Deberíamos estar más preocupados por desarrollar estas habilidades y conocimientos base, con los que podemos ser brillantes en cualquier ámbito de la vida y de las ciencias.
Pero en lugar de eso, se desaprovecha lo que se tiene. Se cuenta con un gran acervo de libros para la biblioteca del aula y de la escuela, y están arrinconados, raramente incentivados a leerse por los alumnos. Se tienen planes y programas de estudio con enfoques para el aprendizaje significativo y el desarrollo de competencias, pero no hay capacitación suficiente para que el maestro comprenda cómo planear y ponerlos en práctica . Se ofertan clases de inglés en las escuelas, pero en la mayoría de los casos, los niños no aprenden. Hay proyectores y equipamiento tecnológico, pero muchos están inservibles . Y así, la lista sigue y sigue.
Se tienen tantos vicios a remediar, y todos guardados en un enorme rincón. Hoy estos clubes vienen a acrecentarlo, incrementando también la carga administrativa y la molestia de los docentes.
Es cierto, necesitamos que los alumnos desarrollen “otras habilidades”, pero primero requerimos que cuenten con los conocimientos, habilidades y actitudes base bien fundamentados . No podemos avanzar ignorando fallas que nos ralentizan, con fórmulas que aparentan ser gigantescas innovaciones, pero que esconden una gran improvisación .
Requerimos seguimiento a lo existente en dos sentidos: priorizando lo que importa, y eliminando lo que no sirve . Y para lo que persista, debe haber una fuerte capacitación magisterial, y acompañamiento para supervisar y evaluar cómo se hacen las cosas.
¿A quién tenemos que pedir perdón, por no implementar los clubes, o por no obtener los resultados que se esperan con ellos? Con sus deudas, la Autoridad Educativa no parece contar con la autoridad moral suficiente para poder otorgarlo .