Llegado ya el momento de la primera evaluación del ciclo escolar en Educación Básica , es oportuno reflexionar en torno a la figura del Examen . Un instrumento importante, sin duda, pero que en muchos casos recibe un tratamiento que lejos de ayudar, a la larga perjudica el proceso de aprendizaje de los alumnos.
Al examen se le da un papel protagónico en la enseñanza en México : constantemente suenan las frases similares a “Si no estudias, te irá mal en el examen”, o “Si no pones atención, no vas a poder resolver el examen”, como si el examen fuese el fin último de la educación. En la difusión de esta mentalidad contribuyen tanto maestros como padres de familia , y los alumnos terminan adoptándola a tal punto que llegan a creer que su éxito académico depende del éxito en los exámenes.
El problema con lo anterior es que se contribuye a dejar de lado el razonamiento , para preponderar la cultura más eficaz para responder un examen escolar: la memorización o el “ macheteo ”. Es cierto, para resolver la mayoría de los exámenes de escuela podemos memorizar intensamente un corto tiempo antes, y después olvidarlo todo.
He ahí el principal problema: el fruto más valioso que se pueda obtener de la educación es el razonar , el saber qué hacer con la teoría que se aprende, no el acumularla sin sentido. Si nuestros alumnos crecen con lagunas en el hábito de razonar , las replicarán más adelante, en su edad adulta, causando un problema general a la sociedad entera, pues un adulto que no razona es más propenso a la corrupción , y a la falta de compromiso con las actividades que lleva a cabo.
Por otra parte, recordemos que el saber competente se compone de conocimientos teóricos , habilidades y actitudes . El examen escrito es capaz de evaluar teoría y, en parte, habilidades, pero no actitudes, y mientras se siga creyendo que el examen es lo que más importa, las actitudes seguirán siendo relegadas, contribuyendo a tener alumnos poco conscientes en los valores y en la sana convivencia con los otros.
Existen muchas maneras de contribuir a revertir la situación. Todo comienza con cuidar el discurso que utilizamos los docentes . En lugar de decir “Si no pones atención, te va a ir mal en el examen”, cambiemos el final por “no aprenderás”, subrayando que el objetivo de la escuela es que aprendan genuinamente, y que el objetivo real del examen escrito no es clasificarlos en mejores o peores, sino darnos cuenta de qué tanto saben, para que puedan aprender mejor.
Debemos también reducir el tiempo que se dedica en clase a estudiar para exámenes estandarizados , pues en muchas ocasiones los maestros nos agobiamos con la siguiente prueba “ PLANEA ” (antes ENLACE ), la Olimpiada del Conocimiento , y otras similares. En lugar de intentar llenar las mentes de los niños con contenidos conceptuales que después olvidarán, practiquemos con ellos la comprensión lectora , la creatividad , la argumentación , y otras habilidades que los ayudan a entender lo que aprenden, a aprender a aprender, y a resolver cualquier situación (no sólo los exámenes) con mayor facilidad.
Por último, recordemos que el examen escrito es sólo un instrumento de la Evaluación , que es un proceso muy amplio e importante en el proceso educativo. La evaluación debe ser formativa y permanente , y cuando los maestros tenemos siempre en mente la importancia de identificar el progreso de nuestros alumnos en todo lo que hacen, encontramos técnicas y estrategias muy diversificadas para evaluar, capaces de activarse en todo momento: haciendo preguntas orales, bitácoras de observación, dando criterios claros y retroalimentaciones constantes, etcétera.
Por supuesto que para que el cambio de rumbo en la evaluación funcione de manera completa, se debe a llevar a cabo de manera sostenida desde los primeros grados, pero si impartimos grados superiores, no nos desanimemos, pues cada maestro deja huella y es capaz de cambiar visiones en todo grupo que imparte.
Cambiando nuestras prácticas, los maestros podemos lograr un gran cambio en el mundo. Rodearnos de seres racionales es una aspiración que todos tenemos, y con perspectivas como ésta podemos lograrlo. No bajemos la guardia ni los hombros: tenemos todavía a nuestros alumnos y trabajo para intentarlo. Lo importante es tomar conciencia, no rendirnos, y seguir amando lo que hacemos.
En su obra “ Vigilar y castigar ”, Michel Foucault estipula que: “ El examen, rodeado de todas sus técnicas, hace de cada individuo un ‘caso’: un caso que a la vez constituye una presa para un poder ”. ¿Un poder benéfico o perjudicial? Eso depende de nosotros.
P.D.
Éxito en la evaluación del primer trimestre, y en el llenado del nuevo “ Informe de Calificaciones ”. Un sitio útil para informarnos sobre dicho proceso lo encontramos en el canal de YouTube “ Soy docente ”, y en otros similares.
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