La semana pasada dije en este espacio que si bien el gobierno de la CDMX tiene que enfrentar problemas muy serios como la inseguridad, la falta de agua y de servicios, la movilidad, la educación y la salud, eso no significa que no se deban señalar otros asuntos que son también de importancia. Y hablé entonces de las construcciones que crecen sin límite ni control, con permisos mal habidos y quién sabe en qué condiciones de seguridad. La Jefa de gobierno clausuró algunas durante la semana, lo cual se agradece (siempre se agradece que escuchen a los ciudadanos), pero no es suficiente y no resuelve el problema.
Hoy quiero hablar de otros problemas. Uno es la basura. Las calles, parques, barrancas y espacios públicos están llenos de basura (la jefa de gobierno lo sabe y por eso participó en una limpieza, para dar el ejemplo), pues las personas simplemente tiran sus desperdicios de alimentos, botellas y latas vacías, bolsas de plástico y contenedores en la vía pública sin el menor empacho o dejan sin recoger los excrementos de sus animales. No hay (y urge) una educación ni una conciencia que lo impida.
A eso se agrega que las autoridades no cumplen su cometido de limpiar. Desde hace más de un año en la manzana donde vivo nadie ha barrido las calles ni recogido la basura. Ypor supuesto no es el único lugar. Aquellos personajes que andaban por la ciudad con sus trajes color amarillo o naranja, recogiendo la basura en grandes botes sobre un carrito con ruedas, no existen más. Es decir, no salen a las calles, porque en las nóminas sí están y cobran. Y tampoco se recoge la basura de las casas y oficinas porque el camión no se la lleva si no le pagan y los vecinos no quieren pagar porque la ciudad anuncia esto como un servicio público. El resultado son montones de bolsas y cajas que se acumulan en las esquinas y camellones, con el consiguiente mal olor, ratas y perros callejeros que ellas atraen.
Otro problema es el estado de calles y banquetas, llenas de baches, con el pavimento levantado o chueco, que son verdaderos peligros para bicicletas, autos y camiones así como para peatones. Varias veces se ha anunciado que los va a arreglar, pero no pasa de ser discurso o solo se hace realidad en alguna avenida importante. Personalmente he metido solicitudes para tapar baches en varias delegaciones y la respuesta es siempre que debo esperar mi turno, el cual hasta hoy, pasados dos años de que lo empecé a hacer, nunca llega.
En el momento de más alta criminalidad en la ciudad de Nueva York, se hicieron estudios que muestran lo importante que es vivir en lugares limpios, con las calles y banquetas arregladas y con luz. Los resultados son impresionantes sobre lo mucho que significa para los ciudadanos que su entorno sea digno, tanto para la mejor convivencia como incluso para evitar la delincuencia.
Un tema más es el cuidado del patrimonio. Vivo cerca de una plaza de la que se han robado varias veces el busto de un prócer y esto sucede en muchos lugares. Pero lo que está pasando en el Paseo de la Reforma, la avenida más importante de la capital del país, es francamente escandaloso: los monumentos de las glorietas están llenos de pintas y hay personas viviendo en ellos. Han desaparecido 11 esculturas de héroes, tres jarrones hechos por un conocido escultor jaliscience y 26 placas de identificación. Seguramente muchos ven cuando los vándalos actúan, pues no es cosa que se pueda hacer rápidamente, pero nadie hace nada para evitarlo. O quizá, hasta son cómplices del negocio.
Un asunto más: el ruido. Esta es una ciudad donde la gente quiere divertirse, organizar competencias deportivas y conciertos en lugares públicos. Pero también es una ciudad donde otros quieren trabajar, descansar, conversar y pasear. ¿Cómo hacer para conciliar derechos que cuando uno los ejerce al otro le afectan?
Escritora e investigadora en la UNAM
sarasef@prodigy.net.mx