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La ciencia y la tecnología son aspectos indispensables para impulsar el desarrollo económico y el bienestar social de las naciones, sobre todo si se logra disminuir la brecha entre quienes tienen acceso a los beneficios de la ciencia y la tecnología y los que no. Esto es algo que cualquier gobierno debería tener muy claro y que para el gobierno mexicano no ha pasado desapercibido, pero no ha hecho lo suficiente para aprovechar el conocimiento en todas las áreas y promover el desarrollo igualitario del país. Impulsar la investigación científica significa atajar problemas locales de manera certera, por ejemplo, con el desarrollo de mejores tratamientos para enfermedades de alta incidencia en el país, como la obesidad y la diabetes; o con el conocimiento en detalle las características del subsuelo, lo que resulta indispensable para la construcción de casas y edificios más seguros; con el estudio de las medidas de adaptación al cambio climático, con las políticas para lograr la autosuficiencia alimentaria, etc.
Al inicio del gobierno actual se planteó que habría un incremento anual del 0.11% en el presupuesto destinado a ciencia, tecnología e innovación a partir de 2014 para alcanzar el 1% en 2018. Aunque muy lejano de lo que requiere un país como México, con dicha medida Conacyt tuvo incrementos importantes que permitieron logros como las Cátedras (plazas para jóvenes académicos) y el aumento en el número de Laboratorios Nacionales, así como de sus recursos. Sin embargo, según el quinto informe de gobierno, los aumentos al presupuesto en ciencia y tecnología han sido francamente mediocres, ya que en 2013 la inversión en el rubro fue de 0.5% del PIB, y aunque en 2014 se alcanzó el 0.54%, cada año el presupuesto se ha reducido en 0.01 puntos porcentuales, de manera que en 2017 se invirtió nuevamente 0.5%. Para 2018, el recorte del presupuesto del Conacyt fue mucho menor al sufrido en 2017, pero también lo hubo, aunque se contempla un aumento de 7.1% en la inversión en ciencia, tecnología e innovación en el Presupuesto de Egresos de la Federación del próximo año.
En suma, pese a que el actual gobierno sostiene en el discurso que “sin los avances de la ciencia, el pasado sería nuestro presente, y la expectativa de un mejor futuro sería impensable”, el histórico de la inversión (de las acciones concretas) de 2014 a la fecha muestran que en México la ciencia ha dejado de ser una prioridad (si es que alguna vez lo fue).
Frente al cierre de este año y de cara al ciclo electoral que se avecina cabe preguntarse por las razones del abandono a la ciencia nacional, y sobre todo por sus consecuencias. Si México quiere competir en el panorama global y mejorar sus actuales condiciones es urgente que trabaje para sanear el profundo atraso que presenta en materia de ciencia, tecnología e innovación. Es desalentador que ninguno de los partidos que compiten por la Presidencia del país tiene como un tema central el apoyo al avance de la ciencia, la tecnología y la innovación. La única excepción es la de Morena en la CDMX con Claudia Sheinbaum, quien tiene claro no sólo que sin el apoyo de los tres niveles de gobierno no puede haber producción científica o tecnológica, sino también que al llegar a la Jefatura de Gobierno deberá apoyarse en el conocimiento científico para contribuir a la resolución de los problemas de la CDMX.
Coordinadora de Proyectos Académicos
Especiales, Secretaría General, UNAM