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Dobló las manos el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ante los rectores de universidades públicas que le recriminaron el recorte en sus presupuestos del próximo año. “Se cometió un error” , admitió, pues él había prometido en campaña que no se les quitaría un centavo a esas escuelas. Pero la pregunta que ayer hicieron algun@s estudiantes en redes sociales (trending tópic casi todo el día de ayer), debería ser respondida por los directivos: ¿qué hacen con el dinero que reciben?
Durante los últimos años las universidades han usado la autonomía de la que gozan para gastar, por ejemplo, en sueldos de hasta 193 mil pesos al mes , salarios incluso mayores que los gobernadores de las entidades donde residen.
Tan grande fue el derroche de los directivos universitarios que 9 escuelas superiores en diversas entidades del país están en crisis, incapaces siquiera de pagar sueldos y aguinaldos. ¿Cómo fue posible que llegaran a ese punto? No hay otra explicación: gastaron más de lo que tenían, incluso después de que el gobierno de Enrique Peña Nieto les dio 10 mil millones de pesos de recursos extraordinarios.
La UNAM misma tendría que responder preguntas. Durante casi 20 años, desde que su prestigio se recuperó de la huelga estudiantil de 1999, se ha escudado en la noble causa de su misión educativa para denostar cualquier crítica que le hagan. “Atacan a la Universidad” , repiten en cada ocasión. Pero tendría que responder a los contribuyentes, por ejemplo, qué se hizo con los 413 millones de pesos de gasto que no reportó durante 2017 y que eran parte de su presupuesto de ese año.
No les haría daño tampoco responder cuánto gastan al año en regalos, en eventos, en comidas, en enviar a analistas políticos una agenda bellísima de pasta dura que en esta ocasión tuvo como temática los 500 años de la primera circunnavegación del imperio español. En los últimos 12 años, por ejemplo, la UNAM gastó 97 millones de pesos en telefonía celular ; está bien, quizá era muy necesario que profesores estuvieran conectados, pero sin duda llama la atención que ese gasto fuera mayor que lo erogado por Defensa Nacional, Gobernación y Cámara de Diputados ¡juntas!
Gastan en eso, mientras que tienen una política de sustitución de plazas de maestros de carrera, para quitar a profesores con décadas de experiencia que “cuestan mucho”. Maestros que no sólo mantienen dignamente a su familia, sino que se dedican a la investigación e incluso a desarrollar estrategias docentes para otros profesores. Ahora concursan para una plaza de tiempo completo jóvenes con doctorado a quienes, después de muchos años de picar piedra como profesores de Asignatura (pago por clase impartida) les dan máximo 22 mil pesos mensuales de salario base.
Esa es la Universidad que de dientes para fuera habla de justicia social y trabajo digno.
El presidente López Obrador ya anunció que se les regresará el presupuesto recortado. Está bien, pero no olvidemos que las Universidades no son recintos de la pureza ; están conducidas por seres humanos con intereses y son mantenidas con dinero que pagamos todos. Nos deben rendir cuentas.