Un solo hombre, Andrés Manuel López Obrador , tiene en sus manos el control de la Presidencia de la República y de la mayoría de los legisladores en ambas Cámaras del Congreso. Frente a ese tremendo poder, únicamente un grupo le podía hacer frente: jueces, magistrad@s y ministr@s. Por desgracia, el Poder Judicial escogió mal su primera batalla y se empecinó en defender sus salarios de hasta 578 mil pesos al mes. Grave error.

Si el pleito entre Jueces y López Obrador fuera un partido de futbol, el encuentro estaría a punto de convertirse en una goliza a favor del equipo presidencial. L@s ministr@s y magistrad@s tienen a casi todo el estadio (el pueblo) en contra, son novat@s en esto del juego de la política mediática y tienen enfrente a un veterano de mil batallas como AMLO.

Y como si lo anterior no fuera suficiente, se acaban de meter un autogol: le dicen al público, palabras más, palabras menos: “No somos privilegiados, ganamos millones para mantener nuestra autonomía. Para que nadie nos corrompa”. En la Real Academia de la Lengua Española, una de las definiciones de la palabra “mercenario”, es sobre aquella “Persona que desempeña por otra un empleo o servicio (únicamente) por el salario que le da”. No hace falta leerlo en el diccionario. La gente lo entiende así también.

Con esta burda defensa de sus salarios, aun si logran conservar el sueldo, ya habrán perdido en el futuro cualquier credibilidad ante la opinión pública. ¿Qué pasará si en enero Morena busca cambiar la Constitución para desaparecer a la Suprema Corte? Ministr@s y magistrad@s dirán que es una regresión democrática –y así será--, pero el pueblo verá en esa acción una medida necesaria para quitar del camino la piedra que estorba para eliminar los privilegios de “los ricos”.

Necesitábamos a la Suprema Corte en otras batallas, vigilante del poder otorgado a López Obrador en temas como la defensa del Sistema Nacional Anticorrupción (algo más complejo que el mero “me canso ganso”), o como la conservación de un Instituto de Transparencia que obligue al gobierno mismo a revelar información de interés público. En el camino a la Cuarta Transformación, Morena podría cometer atropellos que sólo el Poder Judicial podría detener.

Dijo José Woldenberg hace unos días en su artículo en El Universal, titulado Cómo mueren las democracias: “La mecánica autoritaria, sin necesidad de seguir un plan preconcebido, suele tener varios elementos (entre ellos): ‘Captura de los árbitros’ o de instituciones estatales que están diseñadas para actuar con independencia, no alineadas al Ejecutivo”. Es muy pronto para asegurar que López Obrador está siguiendo ese camino autoritario , pero si lo hiciera, la Suprema Corte estará débil para hacerle frente. Los árbitros, en este caso, no están siendo capturados; ellos solitos se amarraron de pies y manos.

Si volvemos a la alegoría del futbol, este partido no sólo pinta para goliza. Será tal la humillación, que el equipo de AMLO tendrá después de esto el poder para disolver al rival, reconfigurarlo, y nombrar a otros contrincantes para que jueguen una simple cascarita con él.

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