Cuando la tensión entre estos dos socios comerciales se había exacerbado, por amenazas mutuas de tarifas contra las importaciones, la visita del presidente de la Unión Europea (UE), Claude Juncker, a Washington la despejó, cuando menos por ahora.

Lo que precipitó la visita fue la amenaza estadounidense de tarifas de 20% a la importación de automóviles europeos, alrededor de 200 mil millones de dólares, las cuales habrían golpeado mucho a Alemania.

Trump logró así llevar a los europeos a su propio terreno de negociación, como se puede desprender del comunicado conjunto posterior a la visita.

Primero los hizo reconocer que la Organización Mundial de Comercio (OMC) necesita una reforma. También, que la reforma debe cubrir áreas de las que hasta ahora la OMC se ha desentendido, como propiedad intelectual y transferencia obligada de tecnología al inversionista extranjero.

A donde Trump lleva a los europeos es a las prácticas de China, incluyendo los subsidios industriales y el exceso de capacidad en varias industrias.

El exceso se originó por inversiones muy grandes de China, cuando la economía global crecía mucho. Hoy es vista como el mayor responsable por la sobreoferta mundial de acero. Apenas a principio de agosto el presidente de Arcelor Mittal, Lakshmi Mittal, dio buenas noticias a los accionistas de esa empresa, indicando que los precios deprimidos del acero que le causaron pérdidas por años, finalmente pudieron aumentar 12% en Estados Unidos y 15% en Europa, ésta última aplicando sus propias tarifas para impedir que el acero que ya no podía ingresar al primero, llegara a Europa.

Regresando a la visita de Juncker a Washington, si los miembros de la UE respaldan lo negociado por él (aparentemente ya investido de la autorización para hablar a nombre de la Unión en materia de comercio exterior), el compromiso es ir juntos. Así, “hoy acordamos unir esfuerzos para proteger mejor a las empresas americanas y europeas contra prácticas desleales de comercio global y trabajaremos más de cerca con países que piensen de manera similar para reformar la OMC y corregir las prácticas desleales, incluyendo el robo de propiedad intelectual, la transferencia forzada de tecnología, los subsidios industriales, las distorsiones creadas por las empresas estatales y el exceso de capacidad”.

Juncker comprometió a la UE a comprar la soya estadounidense y el gas LNG, así como la infraestructura para importar mayores volúmenes y diversificar sus fuentes de abastecimiento de energía. Trump se comprometió, en cambio, a reevaluar las bases de seguridad nacional con las cuales impuso tarifas extraordinarias al acero y al aluminio europeos.

El país a donde se dirigen estas medidas, sin mencionarlo, es China, cuyo debilitamiento económico inició mucho antes de la tensión comercial con Estados Unidos. De ahí que su plan de hace tres años de desendeudar su economía para acercarla más a las economías de mercado, hoy se revierta a un plan de mayor endeudamiento, única forma de mantener a flote a numerosas empresas chinas.

La consecuencia es que China ya deprecia su moneda, como única defensa para impedir mayor desaceleración. Esto lo hace después de intentar estabilizarla para algún día hacerla atractiva como moneda de reserva. Eso ya no fue posible por ahora.

Al mismo tiempo, la depreciación tendrá fuertes impactos negativos en las economías emergentes y será muy criticada. La conclusión es clara, estamos ante un proteccionismo selectivo que va a durar años y ya está golpeando a China.


Analista económico. rograo@gmail.com

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