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El Cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, fue nombrado Obispo de Roma en marzo de 2013, hace menos de 5 años. Es el primer latinoamericano y el primer jesuita que asume esa responsabilidad.
Su influencia es notoria en nuestra región. Ha tenido la capacidad de modificar el “lugar” y la “imagen” de la Iglesia.
Su primera y más directa forma de influencia en nuestra región viene de “hablar el mismo idioma”. En ambos sentidos: habla en español y con claridad.
Francisco le habla a las personas con palabras directas, con historias llenas de simbolismo, con mensajes cargados de pertinencia. Una narrativa difundida profusamente gracias a un manejo efectivo de la comunicación, en los medios y en las redes sociales.
En este campo, las cuentas del papa Francisco en Twitter (@pontifex) cuentan con más de 30 millones de seguidores. De ellos, 14 millones siguen la cuenta en español y casi 3 millones en portugués. Es válido estimar que alrededor de la mitad de los seguidores del papa en Twitter se ubiquen en nuestra región.
Esto correspondería con el peso poblacional de América Latina en el catolicismo. El 49% de los católicos, alrededor de 630 millones de personas, viven en nuestra región.
Entre los 10 países con mayor número de católicos hay cinco en este continente. Dos países latinos ocupan el primero y segundo lugares: Brasil, con 172.2 millones de católicos y México con 110.9 millones. Los otros dos latinos son Colombia en séptimo lugar con 45.3 millones y Argentina en décimo lugar con 40.8 millones. En cuarto lugar, está Estados Unidos, con una amplia y creciente población de origen latino, donde hay 72.3 millones.
El Papa ha realizado 23 viajes al exterior, de ellos cuatro han sido a nuestra región. Está por realizar uno más, a Colombia, del 6 al 11 de septiembre próximo. En sus viajes a América Latina, el Papa ha visitado 7 países: Brasil (julio 2013), Ecuador, Bolivia y Paraguay (julio 2015), Cuba -y EU- (septiembre 2015) y México (febrero 2016).
Francisco ha logrado modificar la imagen de la Iglesia católica, pero sobretodo está logrando transformar el mensaje de la Iglesia para hacerlo más atractivo y más comprensible tanto para personas católicas como para el resto de líderes y actores globales.
Rubén Aguilar destaca cuatro grandes temas en el proyecto del Papa, al analizar el primer año de su pontificado: 1) Cercanía con la gente, 2) Devolver la confianza en la institución, 3) Reformar la Curia Romana y 4) Limpiar el Banco Vaticano. (Nexos, agosto 2014).
Con el paso del tiempo, es claro que se ha añadido una fuerte dimensión social a su mensaje, con dos realidades bien articuladas: la preocupación por la condición de pobreza y exclusión social y el deterioro del planeta. Ambos temas cruciales para nuestra región.
Esta dimensión social del mensaje de Francisco apareció con mucha fuerza en Santa Cruz, Bolivia, el 9 de julio de 2015. Ahí recoge lo mejor de la teología latinoamericana de la liberación y que ha reiterado de diversas maneras.
Ahí reunido con líderes de movimientos populares de toda la región decía: “Me pregunto …¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza? Si esto es así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos . . . Y tampoco lo aguanta la Tierra.”
Y trazaba un “programa” muy exigente para impulsar tres objetivos:
1. Poner la economía al servicio de los pueblos. Transformando la economía de exclusión e inequidad. Recuperando el destino universal de los bienes. Porque “la distribución justa de los frutos de la tierra y del trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la carga es aún más fuerte: es un mandamiento”.
2. Unir a nuestros pueblos en el camino de la paz y de la justicia. Erradicando diversas formas de tutelaje e injerencia de poderes fácticos y potencias, que crean “nuevas formas de colonialismo”. En este tema, el Papa no evitó la autocrítica sobre la responsabilidad histórica de la Iglesia en la conquista de América y su colonización.
3. Defender a la madre Tierra. Frente a la realidad de la “casa común” saqueada, devastada, vejada, el Papa promueve la movilización y la exigencia para adoptar medidas urgentes y eficaces contra el deterioro ambiental y sus efectos para las personas.
Este mensaje aplica a la región latinoamericana y emana de la tradición de las comunidades eclesiales que adoptaron la opción por los pobres, por la justicia, por la transformación social, a partir del Concilio Vaticano II.
El Papa Francisco presenta un manifiesto con un programa vigente, relevante y urgente para nuestra región. Su impacto ahora depende de lo que haga tanto la jerarquía como el conjunto de creyentes.