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Sin duda recuperar el territorio a manos del crimen organizado es una tarea transexenal. Tanto en temas de Seguridad Pública como de Seguridad Nacional, urge que en México las políticas públicas, los planes nacionales y locales de acción sean transexenales, colaborativos y coordinados. Si bien no somos una República Centralista como Francia, su ejemplo de Libro Blanco en temas de Seguridad Nacional es paradigmático. Se trata del Libro Blanco de la Defensa y Seguridad Nacional de Francia 2013, en el que se establece un análisis estratégico para los próximos 15 años.
La estrategia de seguridad nacional se articula en torno a cinco funciones estratégicas que las fuerzas de defensa y de seguridad deben dominar: conocimiento y anticipación, prevención, disuasión, protección e intervención. La combinación de estas cinco funciones debe ser flexible y poder evolucionar con el tiempo, adaptándose a las modificaciones del entorno estratégico. Por consiguiente, el Libro Blanco se actualizará de forma regular, antes de cada nueva ley de programación militar y de seguridad interior.
México no es una República Centralista, administrativamente hablando, como Francia, a pesar que la dogmática constitucional de nuestro país establece lo contrario. Las labores de Seguridad Pública son responsabilidad, primeramente, del municipio. Urge plantear una política de Estado, como lo es el Libro Blanco Francés de 2013. En este proceso electoral, Jalisco, Guanajuato, Morelos, Veracruz, Chiapas y Tabasco renovarán gubernaturas y administraciones municipales. Y ante la situación es lógico preguntarse: la violencia que se ha incrementado en dichos estados: ¿Qué panorama les espera a los territorios? ¿Cuál es el reto de los próximos gobernantes en los mismos? Sin duda alguna, no hay estrategia que sea buena si no responde a un enfoque dirigido a fortalecer a los cuerpos de policía locales: es decir, municipal y estatal. Para ello habría que lograr el destino eficaz de presupuesto para poder lograr el reclutamiento de personal que pase los controles de confianza. Este es quizá el primer problema. Que es de factor humano.
De igual forma: la planeación estratégica debe contemplar los tres niveles: —De abajo hacia arriba—: operativo, táctico y estratégico. Y en cada nivel hacer la evaluación FODA (Fuerzas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas), según las características geográficas, socioeconómicas, socioculturales y etnográficas de cada entidad federativa. Clasificarlas por orden de urgencia e importancia y escalonar los objetivos. Buscando que dicha planeación pueda tener rasgos trans-trienales y trans-sexenales. El crimen organizado es ya un fenómeno sociocultural, que no sólo responde a patrones de pobreza. Es por ello que los planes deben ejecutarse más allá de los cambios de administración. En todos los casos la estrategia debe tener como ejes tres elementos: 1) Policía capaz y eficiente; 2) Sistema de justicia efectivo y 3) Atención y consideración de la víctima.
En pocas palabras: el tema de seguridad debe atenderse desde las competencias naturales y fortaleciendo siempre a las policías locales. La inconsistencia, los cambios sexenales y trienales de modelo, la inmadurez política que lleva a considerar que todo lo hecho por otra administración está mal es lo que, en él y otros temas, nos tiene en crisis y fracasos continuos. Necesitamos una nueva visión financiera del presupuesto de egresos: Hay que dedicar más dinero al tema y ser más acuciosos en su ejercicio.
Sabemos que 2017 fue el más violento de la historia mexicana reciente y, como bien lo señala Romain Le Cour Grandmaison —investigador asociado de México Evalúa—, en su documento titulado Rediseñar la estrategia de seguridad pública desde lo local, lo que se necesita es “un cambio de paradigma [...] dirigido a darle prioridad a la escala local de análisis, así como al empoderamiento de las fuerzas locales de policía, la coordinación entre los tres niveles de fuerzas civiles, así como el fortalecimiento de las instituciones públicas de seguridad. Al enfocarnos en las dinámicas locales de seguridad, podremos llegar a nuevas estrategias basadas en datos que se pueden evaluar. Esto requiere realizar esfuerzos mayores desde el inicio del próximo sexenio, así como favorecer el seguimiento de las etapas de diagnóstico, implementación y monitoreo”. No se vale quejarse y controvertir la Ley de Seguridad Interior sin antes presentar resultados en esto, pues de otra manera, la manzana podría contaminar a las demás. Esto es una carrera de fondo, no de velocidad. Y no basta correr, hay que pensar cómo y hacia dónde.
Académico de la Universidad Panamericana