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Apreciado rector:
El domingo por la noche estuve en nuestro amado campus de CU para conmoverme hasta la médula con el canto prodigioso de Javier Camarena y nuestra Sinfónica de Minería en la entrañable Sala Nezahualcóyotl. Durante todo el concierto no hice sino pensar en lo que nuestra UNAM nos ha dado a lo largo de la vida. No solo a quienes hemos tenido el privilegio de estudiar en sus aulas, sino a todos y cada uno de los mexicanos que nos beneficiamos lo mismo de las investigaciones en nuestros mares, que de la captura de alimañas en los desiertos para la fabricación de antídotos y medicamentos; al igual de la tarea paciente y amorosa de nuestros restauradores de obras de arte o vestigios arqueológicos; y qué decir de nuestros científicos que desarrollan mejores alimentos, mejoran el aire que respiramos o descifran los grandes secretos del universo.
Con dedicatoria a quienes por ignorancia o mala fe denuestan a la Universidad habría que recordarles parte de su numeralia:
—349 mil 515 alumnos desde bachillerato hasta posgrado; 40 mil 578 académicos; 123 licenciaturas, 36 carreras técnico profesionales y 83 programas de especialización y posgrado. 15 facultades, 5 unidades multidisciplinarias y 8 escuelas nacionales; 9 planteles de Preparatoria y 5 de CCH.
—La UNAM cuenta con 34 institutos, 14 centros de investigación y 10 programas universitarios, en los que concentra más del 30 por ciento de la investigación científica en México.
—Realiza más de 13 mil actividades artísticas y culturales al año, con una asistencia superior a los dos millones personas.
—Produce seis libros electrónicos y en papel cada día, lo que significa más dos mil libros anuales.
—Es responsable, entre otros, del Servicio Sismológico Nacional, el Observatorio Astronómico Nacional, la Hemeroteca Nacional, tres reservas ecológicas y el monitoreo del volcán Popocatépetl. Cuenta también con dos buques oceanográficos: el Puma y el Justo Sierra.
Aunque, por supuesto, no todo son cifras, porque la UNAM es también el alma pensante de México. No solo la gran generadora de conocimiento social, científico y artístico, sino la madre amorosa de la que han nacido las grandes corrientes del pensamiento que enfrentaron a los poderes fácticos y represivos, para luego alcanzar las grandes transformaciones del país.
A propósito, yo creo que los infaustos acontecimientos recientes tienen que ver con esos resentidos conservaduristas, los mismos que voraces siempre han querido la parte del león. Los que ven a la UNAM como el odiado semillero de la ruptura del establishment hace 50 años y no como la cuna de un movimiento que marcó a México, como un antes y un después del 68.
Cíclicos que somos y a medio siglo de distancia, hoy ha arribado al país un poderosísimo tsunami que empodera inéditamente, insólitamente a una izquierda cuyo afluente fundamental es sin duda aquel 68 que no se olvida: la Presidencia de la República encarnada en Andrés Manuel López Obrador, la mayoría definitoria en diputados y senadores y gobiernos estratégicos, incluido el de la Ciudad de México. En síntesis, la materialización del sueño: seamos realistas, exijamos lo imposible.
Sé, rector, que fuiste uno de esos soñadores. Y que por eso superarás estas horas difíciles. Que sabrás exigir y hacer justicia. Y que cuentas con el apoyo y la fe de todos nosotros que, como tú, sabemos lo que nuestra casa común representa para México. Por eso insisto en llamarla no “la UNAM”. Sino “nuestra UNAM”.
PD. Y, por favor, ni se te ocurra renunciar que es precisamente lo que quieren los porros y sus titiriteros. Nos haces falta, ahora más que nunca.
Periodista. ddn_rocha@hotmail.com