Vivimos un momento de cambio histórico, una nueva relación entre el poder y la sociedad; un compromiso de todos por acatar la voluntad ciudadana en el sentido de concretar la Cuarta Transformación política del país. El mandato popular es claro para la creación de una Nueva República. A continuación les compartiré el texto que pronuncié en la apertura de sesiones del Congreso de la Unión:
Subrayo en esta ocasión la palabra Honorable porque pretendemos que el Poder Legislativo sea motivo de honor y no de vergüenza para nuestros compatriotas.
Agradezco la presencia en este recinto del presidente consejero del Instituto Nacional Electoral y de la magistrada presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Gracias en gran medida a la solidez que han alcanzado estas instituciones, celebramos después de muchos años, los primeros comicios libres, auténticos y universalmente reconocidos. El anhelo ancestral de los mexicanos por el sufragio efectivo.
Hoy se consuma una transición democrática iniciada hace treinta años por una ciudadanía emergente, sus organizaciones y la oposición política del antiguo régimen. Decía mi maestro Jaime Torres Bodet que hay leyes que están escritas no sólo con tinta, sino también con sangre. Es el caso por antonomasia de las reglas electorales y de representación política que logramos, merced a perseverantes manifestaciones y arduas negociaciones.
Un día como hoy, en 1988, surgió aquí el primer reclamo parlamentario de cara al Ejecutivo federal en contra del grotesco fraude electoral perpetrado y cometido por el gobierno. Tiempo después tuvieron que incinerar las urnas y las boletas para desintegrar el cuerpo del delito, dañando significativamente este edificio. Merced a in tensas luchas y sacrificios, en 1997 logramos instalar por primera vez una Cámara de Diputados con mayoría de oposición al partido gobernante. Respiro democrático que fue anulado poco después por la frivolidad política y la entronización de la partidocracia.
Vivimos hoy la refundación de la República. El pueblo de México nos ha otorgado a todos sus representantes el mismo mandato: la Cuarta Transformación del país, desde el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, hasta el más modesto de los servidores públicos.
La tarea es reconstruir las instituciones nacionales conforme a principios de austeridad, honestidad, transparencia, rendición de cuentas e integridad política. Este será un Parlamento Abierto a las necesidades y a la participación de la gente. Nos guiaremos por un bicameralismo respetuoso, ágil y eficaz. Iniciamos un régimen distinto, basado en la búsqueda incansable del consenso, porque deseamos llevar al país a un estadio superior de convivencia plural, inclusión social y pleno ejercicio de la soberanía popular.
La reconciliación es un método para construir juntos, pero no un subterfugio para olvidar. Nadie puede abolir la historia. Ejerceremos tanto el derecho a la memoria como el don de la tolerancia y aclamamos el imperativo de justicia. Esta es la hora cero de la Nueva República. La tarea que nos aguarda es inmensa. Edificar un andamiaje jurídico, digno de la sociedad mexicana y garante de la fortaleza nacional. No hay poder superior a los otros pero desde la Constitución de Apatzingán, inspirada por Morelos, este es el órgano creador y reformador del Estado.
Nos enfrentamos a un desafío constituyente para el que necesitamos como nunca firmeza en las convicciones y un gran suplemento de voluntad. Me conmueve el fervor y la esperanza de mis compañeros legisladores, particularmente los más jóvenes. Me entusiasma la composición de género de este Congreso, la mayor participación de mujeres que hemos alcanzado en la historia. Somos depositarios de los más profundos anhelos del pueblo.
¡No lo defraudaremos!
Presidente de la Mesa Directiva
de la Cámara de Diputados