Cuando Fabián comenzó a fumar, lo hacía a la salida de la secundaria. Solía reunirse con sus amigos en un parque detrás de su escuela. Compraban cigarrillos sueltos por economía. Uno, dos, tres aspiraciones. El humo del cigarro no le agradaba, ni la sensación nebulosa que le dejaba en la cabeza, terminaba con mareos y punzadas en la frente. Pero no importaba, todo era por pertenecer al grupo. Ahora, con 20 años, consume una cajetilla al día: fumar se convirtió en un hábito que se afianzó cuando descubrió cigarros con cápsula de sabor, que le hizo más fácil paladear el humor y encontrarle gusto.
Fabián no es el único que ha cimentado su tabaquismo por los cigarrillos saborizados. Incluso, el Departamento de Estudios sobre Tabaco, perteneciente al Instituto Nacional de Salud Pública, ha dado cuenta del rápido aumento de productos de tabaco con mecanismos de sabor en el mercado. Lo preocupante de ese crecimiento mercadotécnico es que, según expertos, se trata de productos que tienen en la mira a un segmento definido: los más jóvenes.
Cigarros saborizados: el gancho
Introducidos en México en 2011 por marcas consolidadas como Marlboro, Camel y Pall Mall, las cápsulas liberadoras de sabor tuvieron tanta aceptación, que, según datos de Departamento de Estudios sobre Tabaco, sólo tres años después que salieron a la venta, de 6% de fumadores en el país que las consumían, la cifra se había incrementado hasta 14% .
La doctora Guadalupe Ponciano, especialista en el tratamiento del tabaquismo y perteneciente al equipo de investigación sobre el mismo, comenta que ahora esta industria ha enfocado su publicidad y productos a los más jóvenes. A través de empaques coloridos, sabores frescos o nombres exóticos y desea posicionarse en el gusto de quienes serán consumidores por un mayor tiempo. “Tenemos información publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde se ha visto que las tabacaleras usan este tipo de ganchos. Se trata de cigarros con sabores muy agradables para los muchachos, y esto los termina atrayendo”, afirma la doctora. En sus investigaciones ha encontrado que este tipo de productos ejercen fascinación en los jóvenes por considerarlos nuevos y acordes a su edad.
La experta apunta a un peligro que se asocia al consumo de tabaco con sabor, ya que al final se trata de más químicos que se agregan a un producto que, de por sí, es dañino a la salud: “Al tabaco entre más sustancias químicas le agregas, en el momento en que se lleva a cabo la combustión se va a producir una mayor cantidad de sustancias químicas, las cuales pueden ser tóxicas. Tan sólo la pura hoja del tabaco libera cerca de 7 mil sustancia químicas al quemarse, de las cuales, 210 son tóxicas y 70 productoras de cáncer; ahora, imagina agregarle estos sabores de mentol o texturizantes para que el humo tenga cierta apariencia o espesor”.
Fumadores novatos
Según los resultados de la más reciente Encuesta Nacional de Adicciones, publicada en 2011, son los mayores de edad los más preocupados en dejar el hábito de fumar. Ya sea por los pictogramas impresos en las cajetillas, porque han sido tocados por alguna campaña o simplemente porque saben que es malo para la salud.
Al comparar la encuesta antes citada con la de 2002, encontramos una disminución de 12% en la prevalencia de quienes fuman entre el rango de 18 a 65 años: de 27% baja a 23.6%. En el grupo más joven, de los 12 a 17 años, ocurre lo contrario: de 9% de esta población que era fumadora ocasional en 2002, para 2011 creció a 12.3 %, es decir, un rango correspondiente a 1.7 millones de adolescentes. El caso de las niñas es particularmente alarmante, el aumento es relativamente alto: de 3.7% a 8.1%.
La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes (Enconde) de 2014, publicada el año pasado y que observa a estudiantes de secundaria y bachillerato, indica que el uso de productos con tabaco se incrementa proporcionalmente a la edad del usuario. Es decir, 52% de quienes tienen 17 años a nivel nacional, en su mayoría a nivel bachillerato, han fumado cigarrillos por lo menos una vez en su vida. Casi la mitad de ese porcentaje, 23%, es fumador actual, lo que quiere decir que la última vez que fumó tabaco no pasa del mes.
Así como Fabián recuerda sus tardes a la salida de la escuela fumando a escondidas, la encuesta estudiantil afirma que los alumnos de secundaria son quienes reportan una mayor frecuencia en comparación con los de preparatoria: 6.3% de la matricula a nivel secundaria son fumadores actuales y esa cifra se triplica en bachillerato (18.8%). La mayoría dice haber iniciado el consumo entre los 13 y 14 años (37.7%).
Guadalupe Ponciano, quien es investigadora de la UNAM, se ha percatado de que la industria tabacalera se ha concentrado en aquellos que representan una vida larga como clientes: “En contraste, toda la mercadotecnia está enfocada a dar con un sector más vulnerable, y actualmente éste es el de los adolecentes. En nuestro país es delito vender cigarros a menores. Desafortunadamente, esto es muy relativo. Tú puedes ir a una tienda siendo menor de edad y puedes conseguir cigarros sin problema.
“También hemos notado que el grupo más susceptible es de los 13 a 15 años. En ellos no se ha reducido [el consumo de tabaco], ni si quiera se ha mantenido. Cuando analizas por grupos de edad, te encuentras que hay secciones más propensas como los niños y niñas de esta sección y en ellos sí se había presentado un incremento muy importante”.
Esto representa un grave problema, ya que la venta de tabaco a menores es una de las razones por las que se ha disparado su consumo. Así lo afirma también la Enconde de 2014, en la que 55.9% de los hombres contestó que compra los cigarros en una tienda, a pesar de estar prohibida la venta a menores de edad, el mismo lugar donde 51.9% de niñas los adquieren.
Lo más preocupante es que 24.5% de niños, junto a 25.1% de niñas a nivel secundaria y bachillerato en todo el país, afirma comprar cigarrillos sueltos afuera de las escuelas, algo que se conoce como la venta de tabaco unitario.
“Algo que se ha visto mucho en nuestro país es la venta de tabaco por pieza. Para un niño es difícil tener los 45 pesos para comprar una cajetilla, pero sí puede tener cuatro o cinco para adquirir un cigarro. Como ellos no tienen un ingreso económico estable, ésta se convierte en la opción más conveniente”, afirma Ponciano.
Empaques: una forma de publicidad
Actualmente, la norma mexicana prohíbe la aparición de publicidad que incite al consumo de tabaco o productos con nicotina. Sabiendo esto, la industria ha tenido que adaptarse a una nueva forma de mercadotecnia, de ello proviene el diseño de cajetillas más coloridas, con productos más novedosos que hagan sentir a los nuevos consumidores identificados. Sin embargo, esto podría cambiar pronto, ya que el año pasado, con motivo del Día Mundial sin Tabaco, la OMS llamó a los países y a la industria del tabaco a prepararse para la introducción al mercado de la cajetilla con empaquetado neutro. “Se está luchando para evitar las cajetillas llamativas, estamos viendo porque se aplique una tendencia internacional, que es el empaquetado genérico. Este envoltorio lo implementaron algunos países como Australia, que fue el primero en usarlo en 2012, así como Bélgica y Reino Unido. Representará un empaque donde no vas a poder diferenciar marcas”, explica Ponciano.
En el empaquetado no habrá colores distintivos ni emblemas. Según la OMS, se trata de cajetillas con tonos neutros, donde los pictogramas que representan el riesgo de fumar cubrirán 60% de la cajetilla. “Desafortunadamente, a nuestro país aún no llega esto”, lamenta la experta.