Jared iba a una junta de negocios, no a encontrar al amor de su vida. Menos su camino hacia la Casa Blanca. Los amigos en común entre Ivanka Trump, hija del ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Jared Kushner, uno de los empresarios de bienes raíces mejor colocados en el país vecino, pensaron que sería buena idea que ambos se conocieran. Tal vez podrían comenzar una relación de negocios.
Lea aquí la versión en Inglés: The Millennial son-in-law behind Trump
Lo que en realidad hicieron fue conducir a la unión que se ha convertido en la conciencia del país más poderoso del mundo.
A inicios de 2008, la prensa estadounidense especulaba sobre la relación que había entre Trump y Kushner, aunque dividida: algunas revistas aseguraban que sólo eran amigos; otras, que iba en serio. Para finales del mismo año, el sitio Gawker anunciaba el rompimiento de la pareja, aludiendo a que Kushner no podía seguir una relación con una no judía.
El mismo año, Ivanka se convirtió al judaísmo y la pareja se casó en 2009, tras dos años de noviazgo. Los Kushner-Trump nunca consolidaron un negocio juntos, pero lograron un proyecto mayor: que el padre de Ivanka llegara a la presidencia de Estados Unidos.
Jared nació en Nueva Jersey, en una familia de judíos ortodoxos. Sus abuelos migraron de Europa a Estados Unidos huyendo del Holocausto, al que sobrevivieron, y se instalaron en el área de Nueva York. El padre de Jared, Charles Kushner, levantó fortuna en el ramo de bienes raíces. Cuando Jared tenía 24 año le cedió la cabeza de los negocios, cuando estaba por cumplir dos años en prisión por evasión de impuestos y sobornos a políticos de Estados Unidos.
Jared, sociólogo y abogado, estudió en Frisch, una escuela conocida por ser fundada bajo la tradición judía ortodoxa moderna y a la cual han asistido celebridades como la cantante Regina Spector y la actriz Rena Sofer, entre otras.
Más tarde acudió a Harvard College, de donde se graduó con distinción académica. Según Daniel Golden, editor de la organización periodística ProPublica, el padre de Jared habría hecho una donación de 2.5 millones de dólares a cambio de que aceptaran a dos de sus hijos.
En 2007, Jared se graduó de la Universidad de Nueva York como MBA (Maestría en Administración de Empresas), donde también su padre hizo una donación: 3 millones de dólares.
Casi inmediatamente después de su graduación de la Universidad de Nueva York, con 25 años, Jared adquirió el semanario New York Observer, una publicación conservadora fundada en 1987. Estuvo al frente del semanario hasta inicios de año, cuando se anunció su carrera como consejero del presidente de EU, Donald Trump, cediendo su puesto a su hermano Joseph.
La Torre de Jared
Sobre la lujosa Fifth Avenue, en el centro administrativo de Nueva York, Manhattan, se levanta una torre que no resalta por su estatura, sino por el valor de los 41 pisos que la integran: el edificio 666 está valuado en más de 360 millones de dólares, una de las propiedades más costosas en todo Nueva York.
La torre 666, terminada en 1957, se levanta sólo por 147 metros, una corta estatura comparada con los rascacielos de Nueva York, y ocupa 140 mil metros cuadrados. Pero es el emblema de la imponente carrera de Jared Kushner.
En 2007, Jared hizo la compra más importante por una propiedad con esas dimensiones en la historia de Nueva York: pagó 1.8 billones de dólares. Esa fue la primera propiedad adquirida por el mayor de los Kushner luego de que su padre, encarcelado durante dos años, le cediera la compañía familiar Kushner Properties.
En el mismo año que compró la torre 666, vendió 17 mil departamentos con un valor de un billón de dólares en efectivo, más 920 millones en deuda asumida.
El imperio de Jared ha logrado sostener el valor de la familia Kushner, calculado en 1.8 billones de dólares, de los que 1.15 billones provienen del mercado de bienes raíces. Tan sólo la torre 666 renta, en promedio, en 50 dólares el pie cuadrado, según documentos su compañía.
El resto de su fortuna se divide entre el New York Observer, con 10 millones y el programa de salud Oscar, apoyado en el Obamacare, con 240 millones de dólares, según la revista Forbes. Jared fundó junto a su hermano menor Josh el programa Oscar, compañía de seguros valuada en 2.7 billones de dólares cuya base es el Obamacare, amenazado por Trump. La aplicación y el sitio en internet, vende seguros directamente a quienes no son elegibles para un seguro mediante su empleador o un programa de gobierno.
Jared es un arquitecto de grandes torres: así como ha alzado el valor de la torre 666 más allá de su estatura, ha hecho lo mismo con el presidente estadounidense y suegro, Donald Trump. Jared, juntó a un grupo de los mejores en lenguaje informático y mercadotecnia en línea logró levantar una nueva construcción: al próximo presidente de EU.
La otra torre de Jared se llama Proyecto Álamo, un grupo de 100 personas de distinto proceder para minimizar el costo de una campaña que en otros tiempos habría valido por miles de millones de dólares, pero que Jared supo levantar con sólo una fracción.
Eric Schmidt, ejecutivo de Google y uno de los desarrolladores de software más ricos del mundo, dijo en una entrevista que Jared ha sabido levantar una campaña prácticamente sin recursos: “Él entiende el valor de un mundo en línea de una manera en que los colegas de los medios tradicionales no lo hacen. Supo hacer una campaña presidencial sin recursos usando las nuevas tecnologías, y ganó”.
Para Peter Thiel, fundador de Paypal, Jared es más que un consejero para la Casa Blanca: “Si Trump es el presidente de una compañía, Jared es efectivamente el jefe de operaciones”. El mismo Jared lo resumió así en una entrevista para Forbes, una de las pocas que ha ofrecido en su carrera: “Llamé a algunos de mis amigos en Silicon Valley, unos de los mejores mercadólogos digitales en el mundo, y pregunté cómo escalar este asunto y me pasaron a sus subcontratistas”. Además, dice, recibió un tutorial sobre marketing en Facebook y desde ahí inició a construir la nueva torre Jared: la campaña de Trump a la presidencia pasó de vender 8 mil dólares en gorras y otros objetos al día, a 80 mil dólares en donaciones y publicidad.
La campaña fueron los cimientos de la torre de Jared, los primeros pisos. Lo siguiente fue consolidar relaciones.
“Ayudé a facilitar muchas relaciones que no habrían pasado de otra forma”, aseguró Jared en la misma entrevista. Una de esas es la complicada relación con México.
Jared ha sido quien más ha abogado por la sana relación entre México y EU. Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores, y el propio Jared fueron quienes organizaron la visita de Donald Trump a México el pasado 31 de agosto, donde, según medios estadounideses, el magnate logró controlarse sólo por unas horas para regresar a su retórica agresiva tan pronto como pisó suelo estadounidense.
El sitio británico The Independent publicó el mes pasado que la “paciencia de Jared está puesta a prueba por su suegro”, luego de que el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, cancelara su visita a su contraparte estadounidense tras una serie de tuits.
“Kushner estaba furioso. Nunca antes lo había escuchado decir que estaba enojado durante toda la campaña, pero esto lo puso furioso”, dijo una fuente anónima a la publicación.
La vida con Trump
La relación yerno-suegro está hecha con intensas similitudes, pero también con diferencias: Jared, como Trump, han hecho un imperio del sector inmobiliario en EU, son un par de empresarios ambiciosos. Sin embargo, para muestra de sus diferencias un botón: mientras que Trump ha tenido una presencia intensa en Twitter, Jared no ha publicado uno solo.
En reciente artículo publicado por Jared en New York Observer, titulado “El Donald Trump que conozco”, el empresario de 35 años describe a su suegro como un hombre “no racista, no antisemita, amoroso y tolerante.
“Lo he visto personalmente acoger personas de todas las razas y religiones, en sus empresas y en su vida personal”, escribió Jared. Respecto a lo dicho en medios y redes sociales, Kushner dice: “Yo lo conozco, ellos no (...) La gente ve en él lo que quiere ver. Si les disgusta su política, ellos ven otras cosas que les disgusta, como racismo. Si les gusta su política, ellos imaginan que escuchan silbatos de perros”.
El texto de Jared termina explicando porqué ha decidido apoyar la campaña de Trump: “Confío en que mi suegro, con un récord sobresaliente de resultados palpables, será exitoso en barrer estos obstáculos, por eso lo apoyo”.
Según Forbes, sus oficinas reseñan sus distintas personalidades: “La oficina de Trump está atestada de pared a pared con objetos que sirven como altar al ego, mientras que las de Kushner son planas y sobrias, (...) pero hay dos cosas en común que unen al par: columnas de trofeos de negocios ganados en bienes raíces y fotografías de Ivanka”.
Hoy se sabe que sin el trabajo de Kushner, al estilo millennial, Trump estaría lejos de la silla presidencial. Los planes de Kushner detrás del apoyo a su suegro, más allá de construir una torre familiar junto a su amada Ivanka, aún están por conocerse. Otro tema que asoma en común como posible trofeo es: México.