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Es un oficio antiguo, pero ha sido renovado por el deseo de los hombres de tener su propio Club de Tobi, un lugar exclusivo para los varones en el que puedan consentirse y procurar una buena apariencia. Cuando se trata de estética varonil, barbas y bigote, el gusto puede variar de un mostacho hipster, un leñasexual (hombre con una barba bien cuidada que suele usar camisa a cuadros) o un rockero con apariencia del power trío de ZZ Top, caracterizados por sus enormes barbas y chamarras de cuero. Para cada uno de ellos hay un maestro fashionista listo para recibir la orden del caballero.
En las paredes hay letras brillantes en color neón, un juguetón perro guardián raza bulldog llamado Emilio, candelabros y espejos al estilo de un camerino hollywoodense, de esos llenos de focos, que tienen el efecto de hacer sentir como un verdadero rockstar a quienes se reflejan en ellos. El lugar está dividido en dos secciones, una para damas y un espacio exclusivo para el varón, todo decorado en una alocada manera que hace el complemento perfecto para la moderna vestimenta y la amplia sonrisa que Carlos Velasco, de 39 años, muestra feliz cuando hace su trabajo.
Este diseñador de estilo cuenta que desde que nació está involucrado en los deslumbrantes caminos del glamour, pues su mamá también es estilista y por eso creció en un salón de belleza. Cuando era pequeño imaginaba que sería todo, menos cultor de belleza. Algún tiempo la idea de ser cirujano plástico rondó su cabeza, pero al final se decidió por estudiar arquitectura.
“Llevo en este ramo 18 años. Aunque yo estudié arquitectura, me gusta mucho el diseño, me gusta mucho dibujar, pero por cosas de la vida mi mamá quería cerrar un salón que fue donde crecí y eso me motivó a estudiar para cultor de belleza, ayudarle a ella, apoyarla, y dejé arquitectura, dejé los sueños que en ese momento tenía y entonces me enfoqué en esto. Me puse a estudiar belleza y la verdad es que no me arrepiento, volvería a hacerlo si pudiera”, asegura sonriente.
La idea es dejarlos guapos y felices
Desempeñando su labor como estilista, trabajó tres años como diseñador de imagen en una televisora, que para él fue la mejor escuela en cuestiones de diseño de apariencia. En el medio practicó de todo un poco: cosas de época, para mujeres, hombres y niños. Gracias a esta experiencia él siempre trata de imprimir en sus clientes la mejor calidad, tratarlos como si fueran artistas, pues comenta que “la idea es dejarlos guapos y felices”.
Para Carlos, el hecho de ser un buen barbero involucra tres cosas básicas: saber hacer las cosas, lucir bien, pues el aspecto del profesional es reflejo de su trabajo, y tener “buen ojo” en cuestiones de estilo.
“Un buen barbero debe de tener una buena visión, un amplio criterio de la simetría y armonía de la cabeza, porque finalmente el objetivo es que te veas bien, resaltar de manera natural tus atributos en vez de los defectos. Toda persona quiere que eso que le hacen genere un impacto, llamar la atención, que cuando te vean las personas quieran tener lo mismo que tú”.
En Famous Hair Desing–Barbershop, lugar del que Carlos es dueño y donde desempeña su trabajo, un servicio completo al caballero cuesta 600 pesos e incluye un masaje, corte de cabello, diseño de barba y un lavado de cabeza con productos especiales para relajación.
Cosa de tendencias
Carlos considera que la estética varonil es una moda antigua pero novedosa. “La barbería es actual para nosotros; anteriormente el corte era muy sencillo en los caballeros: casquetes cortos, si acaso había bigotes, pero era un recorte llano, no había un diseño como tal. Ahora que regresa de nuevo esta tendencia viene con la necesidad de una experiencia, independientemente de un servicio, donde sólo arreglas tu barba. Ahora te regalan algo de beber, obtienes un buen trato, los lugares están completamente decorados. Ya no sólo es un corte, esto es todo un concepto de belleza y atención”, afirma.
Para él, parte de esta necesidad está basada en que los hombres ahora quieren tomar un servicio individual, aparte de las mujeres. “Me llama mucho la atención también que se esté retomando el hecho de separar servicios, que sea como antes, donde los salones de belleza eran para mujeres y las peluquerías para caballeros. Yo creo que con todas estas modas hipsters ahora la gente está buscando eso: una experiencia aparte, porque nosotros también queremos arreglarnos, consentirnos”.
Este amante del estilo comenta que es muy feliz con la profesión que desempeña, pues en ella se conocen diferentes culturas y la manera en que cada una de ellas percibe la belleza. “El estilismo es muy interesante, siempre tienes que actualizarte; aquí no hay una biblioteca donde puedes agarrar un libro y sacar toda la información posible, es algo diferente y tienes que abrirte un poquito más, salir de aquí, brincar fronteras, conocer otras culturas, otras formas de cómo ellos ven el cabello, qué piensan, cómo lo hacen. Finalmente esto te ayuda a incrementar tu conocimiento”.
Lo que más disfruta de su trabajo es la libertad que le permite. “Lo que me gusta es que soy muy natural, puedo hacer lo que yo quiera, mostrarme como soy, si quiero andar de traje, andar de shorts, es algo muy libre, que siempre hay dinamismo, diversión, música, acción, plática, risas, y me gusta también que es un negocio muy noble, es una profesión cero polémica”.
Barbero vintage, “porque lo clásico está in”
Iván Silva tiene 27 años y ha prestado su servicio en Paris Marinne Barbershop durante 10 años. Comenzó haciendo de todo, desde barrer cabello, estacionar coches, ofrecer bebidas, hasta bolear zapatos. Pero fueron el gusto y la observación los que le enseñaron el empleo. Para este joven, un barbero genuino se forma en el ambiente clásico de una barbería.
“Comencé de ayudante general, me metí a trabajar porque trunqué mi preparatoria y tenía la necesidad de ganar dinero, pero una vez trabajando fue que me llamó la atención; viendo fue como aprendí el oficio y conforme pasó el tiempo tomé cursos y los maestros barberos de tiempo atrás me ayudaron a perfeccionar mi labor, yo creo que esa es la diferencia entre un estilista y un barbero: un barbero verdadero se forma desde abajo, aprendiendo todo lo que involucra estar en este negocio”.
En Paris Marinne atienden un promedio de 35 personas por día, y un barbero de esta firma puede ganar de 15 mil a 20 mil pesos mensuales dependiendo la temporada, pero Iván comenta que lo importante del oficio no es el sueldo, sino escuchar al cliente.
“Esto es lo que hace al oficio algo bonito y muy noble.
Hay veces en que te vuelves sicólogo de la persona que atiendes, les sirve como terapia, pues en ocasiones el peluquero sólo te está escuchando y el cliente se desahoga. A lo mejor empezó la plática sobre algo sin importancia y terminó hablando de que hace tres meses se divorció, eres como un terapeuta”.
Algo que Iván resalta es el trato al cliente, estar a disposición de lo que pida y brindarle una estancia agradable. “El gusto lo trae la persona: él te dice cómo llevar su barba, cómo le gustaría tenerla, a veces te pide que inventes y basándote en su físico, en la forma de la cara, de la cabeza, su peinado, los zapatos que trae, decides si le haces algo moderno o clásico”.
Asegura también que el secreto de todo buen barbero consiste en tres cosas: tener una buena herramienta, hacer un trabajo impecable y poseer una actitud carismática. “Esto es parte de mi trabajo: asegurar que mi cliente salga con una sonrisa y siempre vuelva con ganas de tu servicio, pues lo más bonito es cuando reconocen tu trabajo, que la gente te halague y te felicite por lo que haces, que te reconozcan por hacer lo que te apasiona”.
Trato digno de un rey
El gusto que Iván ha tomado por el oficio es debido al prestigio que conlleva. “En las épocas de reyes y nobles, la labor de un maestro barbero era muy respetable, éste era el único que tenía el derecho de tocar al rey, y podría decirse que la vida del monarca estaba en sus manos, pues fácilmente podía matarlo con la navaja por la confianza que le tenía. Hace poco, este empleo estaba muy demeritado, pero gracias a las nuevas tendencias se le ha vuelto a dar la importancia que merece”.
El servicio completo consta de corte de cabello, barba, arreglo de cejas, manicura, pedicura, un masaje relajante y boleada de zapatos. El costo varía de los mil quinientos a 2 mil pesos por visita. Además, mantener una barba bien cuidada requiere de un retoque quincenal, aunada a una higiene e hidratación diaria con cremas o aceites.
En cada sesión es utilizada una navaja desechable por persona, con la finalidad de brindar un servicio lo más salubre posible. Los asientos son sillones de barbero originales: cada uno tiene más de 60 años, pero están restaurados para brindar la mayor comodidad al cliente, pues cada cita dura al menos una hora. Mas no sólo se trata de una buena afeitada, lo que el cliente busca es un estilo de vida.
En sillones color chocolate y un ambiente impregnado de un olor a madera, los hombres pueden disfrutar de un puro dentro del lugar y tomar un trago durante o después de su apapacho. El lugar además está pensado para que el caballero pueda trabajar ahí, entrevistarse con alguien, pasar el tiempo con sus amigos o para llevar a esa persona especial. La idea es complacer al usuario.