La pesca de totoaba para traficar su vejiga hacia el mercado asiático es uno de los negocios millonarios más perjudiciales para el medio ambiente en México, no sólo porque la especie está en veda desde 1975, sino porque ha contribuido a la extinción de la vaquita marina.

En este entramado no sólo participan pescadores del Alto Golfo, se trata de una estructura ilegal que traslada la totoaba por tierra hasta los puertos californianos de San Diego o San Francisco, para luego recorrer más de 12 mil kilómetros hacia Hong Kong, confirmaron representantes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el delito (UNODC), la embajada de Estados Unidos y la Profepa.

Pero el tráfico intercontinental, generador de más de 200 millones de pesos en la última década sólo en aseguramientos, sería imposible sin la colusión de funcionarios y empresarios, de acuerdo con informes, boletines públicos y testimonios recabados por EL UNIVERSAL durante un año de investigación.

Felipe de la Torre, asesor regional de la Oficina de Naciones Unidas, señala que, aunque en materia jurídica México tiene una base legislativa sólida contra el tráfico de especies, los crímenes ambientales no están tipificados como delincuencia organizada trasnacional y las penas son bajas, por lo que “habría que reforzar la legislación, darle una categoría más alta y vincularla al crimen organizado”.

Hasta el momento no hay redes de tráfico ni empresarios identificados por las autoridades, los únicos detenidos son pescadores. Para De la Torre, no se trata de un fracaso, pues la problemática se ha visibilizado.

“Es importante que en cualquier investigación se ataque a toda la red, saber hasta qué punto los pescadores están involucrados como partícipes de un grupo del crimen organizado, o hasta dónde son utilizados como articuladores”, enfatiza el representante de Naciones Unidas.

Pablo Valdez, ministro de Ciencia y Tecnología de la embajada de Estados Unidos, descartó que su gobierno tuviera conocimiento de la participación de cárteles, pero sí de redes del crimen: “El tráfico ha evolucionado a un lugar donde hay varias personas involucradas, no sólo un pescador, sino algo organizado”.

Aunque no hay informes que vinculen de forma directa el tráfico de vejiga de totoaba con cárteles de la droga, el subprocurador ambiental, Ignacio Millán, recordó la detención de una persona que fue hallada con 61 vejigas de totoaba, tasadas en 400 mil dólares. “Iba de Sinaloa a San Luis Potosí, y de ahí al Estado de México; puedo asegurar que iba a volver a salir, pero ahora a China”.

Se avientan la pelota. Se trata de un delito internacional, pero la cooperación para realizar operativos contra el tráfico de vejigas no es clara. En el caso de México, la PGR no da cuenta de operativos coordinados con la Interpol, agencia que, afirma Valdez, está interesada en apoyar: “Ellos tienen recursos y experiencia internacional, especialmente en el tráfico de especies, no sólo de totoaba”.

Contrario a la negativa de la PGR sobre cooperación, Millán dice que mantienen contacto con la Oficina Central Nacional (OCN) de la Interpol y recordó que en 2015 emitieron una notificación en la que describieron el modus operandi del tráfico de vejiga.

A principios de año, junto con EU, autoridades mexicanas acordaron firmar una carta de buenas voluntades para trabajar con el gobierno chino, pero los asiáticos rechazaron el trato.

Consultado sobre la postura de China para combatir el tráfico de totoaba, Valdez dice: “Estamos en conversaciones diplomáticas, pero primero ellos deben reconocer el problema e impacto que tiene la demanda, después podemos seguir hablando de soluciones multilaterales”.

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