Como a muchos niños les pasa, a Basilio no le gustaba la escuela. Se aburría como una ostra y prácticamente contaba las horas para volver a casa a jugar con su bien más preciado: la computadora, a la que su padre le permitió el acceso desde que tenía cinco años. Entonces el tedio desaparecía. Este recuerdo cubre gran parte de su memoria de aquella época.
“En la primaria siempre tuve ese mismo problema: no hacía la tarea porque se me hacía algo muy tonto. Me suspendieron algunas veces, me castigaban y al final de cuentas se me hacía muy insignificante porque si ya había puesto atención en el salón, para qué hacer tarea si puedes jugar o hacer algo más productivo”, explica.
Entre esas las cosas más productivas y divertidas a las que Basilio Germán se refiere se incluían actividades como desarmar la computadora y aprender a programar para crear videojuegos. Ahora ese conocimiento, y no las tareas que no hizo en la primaria, es el que le ha servido para convertirse en el actual director de tecnología (CTO) de Yogome, una empresa mexicana que ha conseguido destacar en Silicon Valley, el lugar donde han nacido y crecido las más importantes compañías de tecnología del mundo, como Google y Facebook.
Fue Manolo Díaz de León, director general y fundador de Yogome, quien dio a Basilio la oportunidad de integrarse hace dos años a esta empresa en la que pudo por fin hacer lo que desde siempre le había hecho feliz: programar y diseñar videojuegos.
Nacido hace 27 años en Cananea, Sonora, Basilio tuvo la buena suerte de tener un padre ingeniero minero, quien a los cinco años puso en sus manos una computadora, misma que Basilio abrió, desarmó y volvió a armar varias veces durante su infancia.
Adolescencia es destino
Los juegos de bloque tipo Lego, así como los juegos de computadora, fueron los compañeros de toda la vida de este joven que creó su primer videojuego cuando apenas estudiaba la preparatoria, siendo adolescente.
Así que para “formalizar” su pasión eligió estudiar ingeniería en sistemas. Quizá fue ello lo que lo unió a Manolo Díaz, fundador de Yogome, quien también comenzó a programar de manera autodidacta cuando apenas estudiaba el bachillerato en su natal San Luis Potosí y que posteriormente estudió la misma ingeniería. Pero Manolo comenzó su vida profesional programando páginas de internet para los negocios locales de la capital potosina, junto con su socio Alberto Colín. Aunque le interesaban en demasía los videojuegos, en 2010 era el boom de la programación de sitios web.
Fue gracias a la necesidad de un cliente suyo, que Manolo y Alberto se introdujeron de lleno no en el mundo de los videojuegos, sino en el del e-learning, que consiste en el desarrollo de programas y contenidos educativos para dispositivos tecnológicos.
Lo que comenzó como un servicio más para un simple cliente se convirtió en la pasión de Manolo, quien ahora no sólo es un empresario destacado que ha logrado conseguir importantes inversiones para desarrollar Yogome, también en un joven destacado en el mundo de las apps educativas para niños y niñas a través de un universo de personajes e historias que permiten que el acceso al conocimiento sea parte de un divertido mundo de fantasía. Un universo único en el que niños y niñas aprenden contenidos relacionados con la curricula escolar, pero sin siquiera notar que están estudiando.
Cada uno para tres y tres para los niños
Pero los contenidos educativos de los videojuegos que hace Yogome son como una mesa de tres patas y la persona que complementa a Manolo y a Basilio se llama Julieta. No sólo es una de las pocas mujeres que trabaja en esta empresa que ahora da trabajo a casi 40 personas, sino que además es pedagoga y la única del equipo que es mamá.
El perfil profesional de Julieta Rodríguez, licenciada en Pedagogía por la UNAM, resultó clave y valioso para Yogome, pero también su perfil personal. Ser madre de un niño de nueve años y amante de los videojuegos inyectó una mirada fresca y muy necesaria para el desarrollo de la empresa: la de los usuarios de las apps de tipo educativo.
Y es que además de poder incorporar metodologías educativas al diseño, Julieta incluye su propia experiencia como compradora de materiales para niños y su hijo constantemente prueba los productos que Yogome lanza al mercado, lo que abrió todo un universo de oportunidades para la compañía.
Así, el perfil de un desarrollador de apps educativas no puede limitarse a saber programar, diseñar o animar, es indispensable saber cómo integrar el conocimiento y la pedagogía al videojuego que se está creando.
Por ello, en el caso de la empresa mexicana Yogome, un desarrollador de apps educativas en realidad es como “una mesa con tres patas”, que en la realidad son tres personas distintas que se complementan entre sí.
Entre los retos que como desarrolladores de apps educativas enfrentan Manolo, Julieta y Basilio está la resistencia de los padres y madres de familia para aceptar que la tecnología es parte inherente a la vida de sus hijos e hijas.
Lo cierto, explica Manolo Díaz de León, es que los niños y niñas actualmente pasan mucho tiempo utilizando dispositivos móviles. Tienen sus propios dispositivos, que pueden ser smartphones o tabletas. Lo que los videojuegos y apps de Yogome buscan es que cada minuto que ellos pasen en sus dispositivos puedan tener acceso a contenido que les resulte benéfico.
Jugar para aprender
Cuando Yogome comenzó no eran más que breves juegos interactivos que integraban algunos de los contenidos del plan de estudios de kínder, primero y luego de primaria en el navegador de una computadora. Hoy en día no sólo han evolucionado hasta tener apps con un universo, una historia y muchos personajes, también han logrado incluir ocho materias de la currícula oficial, desde kínder y hasta quinto grado de primaria. La innovación no se detiene allí porque también han encontrado aprendizaje y evolución en el modelo de negocio.
Y es que lo que marca la diferencia entre un desarrollador educativo exitoso y uno que simplemente se dedica a hacer apps no son las descargas en las tiendas de Apple o Android, sino lograr ofrecer una experiencia completa por la cual los padres y madres de familia decidan no sólo pagar una vez y adquirir una suscripción de pago automatizado, similar a la que pagan por servicios como Netflix o Spotify, pero enfocada en apoyar la educación de sus hijos.
Y, por supuesto, el éxito en descargas se traduce en usuarios que actualmente están dentro y fuera de las fronteras de México.
Los juegos de Yogome tienen usuarios en países tan lejanos como Australia, Filipinas, Emiratos Árabes o Sudáfrica. En sus primeros dos años lograron superar la cifra de 2 millones de descargas en todo el mundo.
“Si haces algo que la gente quiere y usa, el dinero va a llegar”, afirma Manolo al recordar cómo obtuvo su primera ronda de inversión fuerte en Silicon Valley, en 2011.
“Para nosotros lo más importante es agregar valor a nuestros productos. El padre o madre del niño busca calidad en estos productos y nuestro reto es que la encuentren en las aplicaciones de Yogome desde la primera interacción”, explica Díaz de León.
Es por ello que en el más reciente universo lanzado, llamado Epic Heroes of Knowledge (Héroes Épicos del Conocimiento), ya incluye una app dirigida a los padres, la cual les permite conocer los avances que sus hijos tienen en el proceso del juego y muy pronto, un programa de recompensas (similar a los programas de puntos o millas), también para adultos.
Para Manolo, Basilio y Julieta, lo que debe considerar un joven que quiera dedicarse a crear videojuegos educativos para niños y niñas es que la experiencia de usuario será la clave y la guía que lo llevará al triunfo o al fracaso.
Pero si el camino es hacia el éxito, este puede ser un oficio muy bien remunerado pues, explica Manolo, un desarrollador de videojuegos en México puede ganar como mínimo 240 mil pesos al año (es decir, un promedio de 20 mil pesos mensuales) y de ahí el límite es el cielo y la imaginación de cada desarrollador.
“Los niños están creciendo con esta tecnología, igual que nosotros crecimos con la tele. Nuestra misión como desarrolladores es que de ese tiempo que los niños están pasando con el dispositivo, cada minuto valga la pena”, concluye Manolo Díaz de León.
Así que la próxima vez que alguien te diga que juegas demasiados videojuegos, no hagas caso, tal vez estás labrándote un futuro de éxito desde un dispositivo móvil, una computadora o una consola.