El hombre que colgaba de un puente de esta ciudad fue torturado unas horas antes de forma meticulosa: le cortaron manos, brazos y piernas aún vivo, consciente. En el cuerpo tambaleante no se distinguían facciones del rostro. Su boca maltratada, la nariz rota, los ojos desorbitados, se habían convertido en un instrumento de comunicación de guerra.
Desde los inicios de la llamada guerra contra el narcotráfico, anunciada por el entonces presidente Felipe Calderón, no se veían homicidios cometidos con esos ritos.
En las últimas semanas, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha revivido escenas similares, como la del cuerpo de este hombre colgando de un puente, exhibido en una de las principales avenidas de Tijuana.
Una cuerda de nylon color roja apenas soportó el peso del cuerpo y cayó 10 metros desde el barandal oxidado. Los restos del hombre se impactaron sobre el parabrisas de un pequeño auto compacto; en el vidrio, un hilo acuoso color púrpura quedó como estampa de lluvia.
Aquella noche el agua se estancó sobre el asfalto y se pintó de un rojo brillante que iluminaba las luces del periférico. Otros dos cuerpos fueron abandonados cerca del lugar: cabezas y torsos. La guerra quedó oficialmente decretada con una manta de lona que anticipaba lo inminente: el nuevo destino de aquellos que trabajaran para el Cártel de Sinaloa.
La declaración estuvo firmada por el CJNG en alianza con la familia Arellano Félix, una de las organizaciones delictivas más sanguinarias en la historia del país, desplazada del territorio hace media década por el Cártel de Sinaloa.
Una investigación realizada por EL UNIVERSAL revela que en lo que va de 2016 se han cometido 726 homicidios en Tijuana, una cifra histórica en la ciudad fronteriza, epicentro de la violencia debido a la lucha por el control del tráfico de droga hacia Estados Unidos.
A partir de esta cifra se desprende que en esta urbe mueren 2.6 personas al día, de acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California.
La nueva guerra de cárteles ha posicionado este año a Tijuana como el segundo municipio más violento, sólo después de Acapulco.