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Crea, comparte, regala, aprende, juega, aporta y cambia. Estos son los objetivos fundamentales de la comunidad maker, un grupo de jóvenes y no tan jóvenes que están decididos, aunque no lo logren, a cambiar al mundo por una razón fundamental para ellos y nada común en estos tiempos: el progreso de la humanidad o, al menos, de su entorno cercano.

Hacer, reparar o cambiar, para no pagar o pagar menos y cubrir necesidades. Todos podemos hacerlo, porque todos somos makers, dice convencido uno de ellos, Ángel Tello, quien considera que cualquiera que lo decida y se lo proponga puede, como él, hacer uso de una impresora o cortadora 3D e incluso crear el diseño de una antena que permita abrir señal de internet para comunidades donde no hay acceso.

Actualmente, Ángel cursa el noveno semestre de la carrera de Ingeniería Mecatrónica en el Instituto Tecnológico de Tláhuac. Acepta que esa escuela no tiene el mismo reconocimiento académico que la UNAM o el IPN, pero él siempre ha hecho lo posible por compensar deficiencias o librar obstáculos aprendiendo de sus compañeros makers de manera autodidacta.

Ángel creó —con un grupo de amigos makers— MATE, una empresa de consultoría en tecnología e innovación que ha participado en múltiples concursos y hackatones.

Recientemente ganó el segundo lugar en el certamen Misiones Espaciales México 2016, de la Agencia Espacial Mexicana, para el que diseñaron una antena con un costo accesible y fácil de producir, para proveer de internet a comunidades aisladas por medio de los satélites de la red One Web, una nueva empresa de telecomunicaciones que busca proveer de internet de alta velocidad a comunidades remotas y servicios de emergencia por medio de un enjambre de microsatélites en órbita baja terrestre, y que además son pioneros en la construcción en cadena de satélites artificiales.

El equipo de Ángel aceptó el reto de diseñar una antena que permitiera conectarse a esta red con el menor costo posible y ser lo suficientemente simple como para que cualquier persona sin conocimientos técnicos pueda instalarla.

La solución fue crear una rótula en forma de pelota de golf que permite a la antena tener un movimiento que cubre casi toda la bóveda celeste, pero puede mantener la posición deseada al aplicar presión con una abrazadera; además, la antena fue fabricada en plástico PLA, que es biodegradable y producido con fibras vegetales para reducir su impacto ecológico.

Anteriormente también desarrollaron un sistema de semáforos inteligentes para solucionar la problemática de los embotellamientos en la Ciudad de México, que medía la cantidad de vehículos que circulaban por una avenida para redirigir el tráfico de la manera más eficiente posible; macetas ecológicas a base de cera, mientras investigaban la posibilidad de crear un cartón resistente a la humedad, y se encuentran estudiando las posibles aplicaciones del carrizo como material para la construcción de bicicletas, a un precio menor que el bambú u otras alternativas ecológicas.

Ángel describe su empresa como “los que hacemos realidad las ideas”, una frase tan corta y simple, pero que resume de una manera perfecta lo que es un maker, quien puede no saber programación ni tener acceso a herramientas de robótica, pero es capaz de volver realidad sus ideas y compartirlas con el mundo.

Originario de Ciudad Nezahualcóyotl, tuvo el primer contacto con la electrónica a través de su padre. Su papá adaptó un fusible para controlar el tiempo que él y su hermano pasaban frente a la televisión, y la gran cantidad de radios, consolas de audio y otros aparatos electrónicos que reparaba.

“Yo no sabía qué iba a estudiar, tenía la influencia de mi papá pero estaba como la mayoría de los chavos a esta edad: perdido”, recuerda. Al terminar la secundaria cursó el bachillerato en un Conalep, donde encontró gusto por el futbol, luego dejó el bachillerato un tiempo para comenzar a trabajar.

Un par de años después, mientras trabajaba en una cadena papelera, retomó el interés en sus estudios. Así comenzó la carrera de Ingeniería Mecatrónica. Ahí, con su pasión por la música y los sintetizadores, redescubrió la electrónica. Uno de sus amigos lo introdujo por primera vez a la plataforma electrónica de prototipos de código abierto [open– source] basada en hardware y software flexibles y fáciles de usar, base del mundo maker.

'Maker': ingenio para el siglo XXI
'Maker': ingenio para el siglo XXI

Inteligencia aplicada a la vida cotidiana

Los makers son algo diferente, se distinguen de los programadores, emprendedores o hackers por su gran interés para solucionar problemas cotidianos y de crear e inventar objetos que hagan más sencilla la vida de las personas.

Una de las áreas que han generado más interés en la comunidad maker es “el internet de las cosas” o IoT ( Internet of Things, por sus siglas en inglés), es la base fundamental de las smart cities, ya que se concentra en crear versiones inteligentes de aparatos cotidianos, que se comuniquen entre sí con la finalidad de aumentar su eficiencia y resolver problemas de desperdicio de energía o de otros recursos por medio de una administración y organización más eficiente.

Lo más importante para el fortalecimiento de la comunidad maker a nivel mundial es el uso del software libre y el libre tránsito de ideas. Ellos buscan crear una comunidad para compartir sus ideas y proyectos, y permitir a otros tomarlas y mejorarlas o agregarlas a sus propios proyectos.

La comunidad maker encuentra su punto de reunión en los makerspaces, sitios donde se reúnen para tomar talleres, intercambiar ideas, conectar con makers más experimentados, y lo más importante: en estos espacios tienen acceso a herramientas especializadas como impresoras 3D, cortadoras láser o fresadoras CNC. Esto es clave, puesto que no siempre se tienen los recursos para costear individualmente estos aparatos. No se requiere un título para ser un maker, él cree que todos llevamos uno dentro.

“El makerspace no debe ser un negocio. Debe apoyar causas, por ejemplo, para niños que están en situación de calle o que pueden ser sometidos a ser parte de la delincuencia, particularmente en el oriente de la ciudad; puedes poner un makerspace y ofrecer tantas actividades, que en lugar de que esa inteligencia se vaya al lado malo, puedes construir cosas para ellos”.

Ángel piensa llevar la filosofía maker a comunidades marginadas, brindar oportunidades a otras personas de aprender un oficio y utilizarlo para alejarse de actividades delictivas. “Hay que abrir la comunidad maker, sobre todo fuera de zonas privilegiadas como la Roma o la Condesa”.

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