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Ricardo Chavero se levanta cada día a las 6:00 de la mañana, porque hay que estar listo para lidiar con las olas más altas. Puede encontrar mucho movimiento o nadar en calma. Pero ese mar en el que se sumerge cada día está dentro de su computadora portátil. Él no está en la playa ni se dedica a surfear, pero, al igual que lo hacen estos deportistas, debe salir a enfrentar el reto de subir y controlar las olas más fuertes, las que se deben dominar en el mercado de valores.
Ahora tiene 26 años, pero desde que era más joven lo movía la curiosidad por entender los misterios escondidos en la bolsa de valores.
En su búsqueda por comprender, encontró mitos y miedos. Pero la máxima de este joven estudiante de los primeros semestres de Economía en el ITAM era: si los multimillonarios del mundo tienen ahí metido su dinero, algo bueno debe haber. Muy pronto se dio cuenta de que ahí había un puñado de privilegiados que tenían contactos exclusivos: ¿quién tiene tantos amigos que pueden invertir 2 millones de pesos al mes?, que es la meta promedio que una casa de bolsa pide a un corredor tradicional.
Ricardo provenía de un entorno social muy diferente al de esos multimillonarios privilegiados. No pertenece a una de esas familias que son dueñas del 1% de la riqueza en México. Pero quería conocer a fondo los secretos para hacer crecer el dinero de las personas.
A los 19 años comenzó a adentrarse en el estudio y en la práctica del mundo de las inversiones en la bolsa y hoy, apenas siete años después, forma parte de una nueva generación de asesores financieros que encontraron el camino para que este mundo, antes exclusivo de una élite de multimillonarios, fuera accesible para más y más personas.
¿Qué es y cómo se mueve?
Ese camino está construido a partir de innovación y tecnología enfocada a las finanzas. Se le conoce comúnmente como Fintech, un movimiento donde muchas pequeñas empresas se unen con un objetivo claro: cambiar la forma en la que entendemos los servicios financieros utilizando la tecnología.
Algunas de esas empresas han desarrollado plataformas de pago en línea, otras dispositivos para lograr que un pequeño comerciante pueda recibir pagos con tarjeta de crédito o débito, y otras han creado aplicaciones móviles para que la gente pueda no sólo ahorrar, sino también invertir de forma sencilla, amigable y desde su teléfono móvil.
Ricardo Chavero es cofundador de una de estas empresas: Vest, con la que ha creado una aplicación para que la gente cumpla sus sueños. Así, como si fuera una clonación, las personas que descarguen esa app pueden tener a Ricardo dentro de su teléfono móvil como su asesor financiero personal, porque es su conocimiento, y el de su equipo, el que estará llevando su dinero por el mejor camino para tener un crecimiento garantizado y seguro.
La clave del éxito está en la diversificación. Ese principio básico que aplica a las inversiones de los portafolios que administra también lo aplica en su carrera. Por ello es también socio de otras empresas de trading digital (negociación y/o especulación en mercados financieros con el objetivo de generar rentabilidades en poco tiempo), escribe artículos para revistas, blogs y comparte su conocimiento en redes sociales.
“La venta ya no la podemos hacer como la hacíamos tradicionalmente. Ahora las personas se acercan a apps que instalan en sus teléfonos inteligentes, a sitios web que les indican cómo hacer los procesos para ahorrar, invertir o cuidar su dinero. Los jóvenes ya no queremos tratar con personas para este tipo de servicios. Preferimos tener una app que me indique qué tengo que hacer para llegar a una meta y con cuánto puedo llegar. Se vuelve más simple”.
“Un asesor digital llega a miles...”
Detrás del algoritmo de esa app que le está dando una fórmula al ahorrador para llegar a su meta están asesores financieros de carne y hueso, como Ricardo. Lo que la tecnología ha hecho es permitirles multiplicar el alcance de sus conocimientos y, por lo tanto, la masificación de las oportunidades de ahorro e inversión en terrenos antes desconocidos como la bolsa de valores, algo que beneficia no sólo a quienes invierten, sino a la economía del país.
“Actualmente, sólo 0.35% de la población invierte en la bolsa. La pregunta que siempre me he hecho es: ¿qué pasaría si sólo aumentara esa cifra al 1%? Pues las empresas tendrían tres veces más capacidad de inversión para generar más empleo”, afirma.
Mientras un corredor de bolsa tradicional visita a un millonario para convencerlo de poner en sus manos elevadas cantidades de dinero, para llevar capitales y alimentar las arcas de las bolsas de valores, un asesor financiero digital, como Ricardo escribe un blog, revisa el desarrollo de una app, tuitea o realiza videos en los que explica a las personas el funcionamiento de los mercados, el comportamiento de éstos y cómo es que el dinero crece al ser invertido.
“El corredor de bolsa tradicional tendrá quizá capacidad para llegar a una o dos personas cada día; nosotros podemos llegar a miles, gracias a herramientas digitales como las redes sociales, blogs, YouTube, sitios web, incluso al desarrollo de apps, todas ellas dirigidas a ahorradores e inversionistas cada vez más jóvenes y preocupados de su futuro financiero.
“Vivimos en un mundo de consumo informado. Las personas consultan en la red sobre las bondades o vicios de lo que desean adquirir. Lo mismo pasa con el ahorro y la inversión”.
Para Ricardo se ha vuelto clave generar y compartir contenido de calidad, que además de ayudarle a conseguir clientes, está mejorando uno de los principales puntos débiles de la sociedad: la educación financiera.
El razonamiento es simple: “Si alguien ve que su dinero crece, va a pasar la voz. Pero para que esa recomendación sea más efectiva, idealmente siempre debe venir acompañada de un contenido de valor, porque lo más importante para la gente es entender lo que pasa con su dinero”. Eso, generalmente, no pasa.
En México, algunos asesores financieros como Ricardo, se dieron cuenta de que la tecnología digital les daba la posibilidad de proveer un servicio a gente que no tiene los recursos para llegar directamente a una casa de bolsa.
“Con los medios digitales, en una hora de mi tiempo, con un contenido de calidad, puedo llegar a mil o 2 mil personas. La estadística revela que al menos 5% de éstas estarán realmente interesadas en ahorrar e invertir. Así es que se puede integrar un portafolios que no sólo esté enfocado en los millonarios, sino en cualquier persona que quiera hacer crecer su dinero”, asegura Ricardo Chavero.
Los asesores financieros digitales independientes no trabajan para ninguna casa de bolsa en específico. Lo hacen para sus clientes, para esos ahorradores e inversionistas que depositan su confianza en ellos. Por lo tanto, su ingreso depende directamente de garantizar que el dinero de sus clientes crezca.
Un corredor de bolsa tradicional trabaja para generar comisiones a la casa de bolsa, realizando operaciones sin importar si son buenas o malas. Ricardo debe estar enfocado siempre en que los movimientos que se hagan con el dinero de sus clientes sean favorables, pues de ahí también va a depender la comisión que él reciba. Ese incentivo es lo que marca la diferencia.
Otra diferencia es el alcance, que se multiplica gracias a los medios digitales. De algún modo, la tecnología democratizó el acceso a los mercados financieros.
Y es que si tienes 100 personas cuya meta es a corto plazo, por ejemplo, un viaje, Ricardo no tiene que crear 100 portafolios y administrarlos de manera independiente, sino que con la ayuda de un algoritmo matemático que ya existe él crea un portafolios para esos 100 inversionistas que tienen la misma meta, en el mismo plazo. Eso le ayuda a elegir los mejores productos financieros y colocarlos en su canasta, y con ello garantizarles que llegarán a su meta, en el tiempo previsto y con el menor riesgo posible.
Lo mismo hará con aquellas personas cuya meta sea a largo plazo. Puede ser un artista o un ingeniero. Ellos se integrarán a otro portafolios, donde se agruparán con personas que tengan la misma meta en el mismo plazo.
Es ahí, en los deseos de superación y crecimiento de esas personas, donde Ricardo Chavero encuentra su motor para surfear las olas de los mercados financieros desde cualquier lugar, desde su computadora portátil o incluso desde su teléfono móvil.