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Dos días después de que Ximena Sánchez presentó denuncia por intento de estrangulamiento y violación en estado de inconsciencia en la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCM), la doctora Alma Sánchez Urias diagnosticó: “Con base en la valoración sicológica realizada se concluye que no fueron detectadas alteraciones sicológicas que corresponden a las que presentan víctimas de una agresión sexual, según los especialistas en la materia. Ya que la misma denunciante menciona no recordar haber sido agredida de esta manera. Su preocupación está centrada en su salud y su tesis”.
El hecho quedó registrado en el expediente FDS/FDS-6/T2/197/13-03, abierto a solicitud de Ximena por los delitos de violación sexual y robo calificado, el 3 de marzo de 2013. Su caso forma parte de las 4 mil 142 averiguaciones previas que fueron abiertas por el primer delito mencionado, entre 2010 y 2015, en la Ciudad de México, según el datos de la PGJCM obtenidos por EL UNIVERSAL vía Ley de Transparencia.
Esto significa que al día, dos mujeres denuncian haber sido violadas en la Ciudad de México. Aunque no hay una diferencia categórica de las condiciones en las que sucede el crimen, de acuerdo con la información proporcionada.
Al término de 2015, de acuerdo con datos del Semáforo Delictivo —del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública—, el número de casos de violación registrados en cada demarcación fue el siguiente: Iztapalapa con 150, Cuauhtémoc con 82, Gustavo A. Madero con 78, Tlalpan y Álvaro Obregón con 50, Coyoacán con 43, Tláhuac con 37, Xochimilco con 36, Miguel Hidalgo con 31.
Les siguen las delegaciones Venustiano Carranza con 24, Benito Juárez con 23, Cuajimalpa con 21, Iztacalco con 20, Azcapotzalco y Milpa Alta con 18, y Magdalena Contreras con 12.
En el caso de Ximena (nombre ficticio para proteger su identidad), aunque la procuraduría capitalina envió a reserva el expediente, ocho meses después de haberse iniciado la investigación, el Laboratorio de Genética Forense de la dependencia concluyó —el mismo día que se hizo el dictamen sicológico— que en las muestras recabadas “se halló presencia de semen”. No fue suficiente para obtener un perfil genético. El caso se cerró sin probar ambos delitos por falta de “datos fehacientes que permitan identificar al probable responsable”.
Cifra negra: a la alza
En México sólo se denuncia 7.2% de los crímenes, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe 2015) realizada por el Inegi. De 22.8 millones de víctimas de delitos, 92.8% decidió no denunciar.
Según el reciente Diagnóstico de Violencia Sexual elaborado por la Comisión Especializada de Atención a Víctimas (CEAV), se estima que la cifra negra en delitos sexuales (incluyendo hostigamiento y acoso sexual) de 2010 a 2015 fue de 2 millones 996 mil 180 casos a nivel nacional. Esto equivale a casi 600 mil casos al año que podrían no estar registrados.
La asociación civil Vereda Themis, Defensa Jurídica y Educación para Mujeres S.C., lleva 100 casos de agresiones a este sector; ocho son por violación, de los cuales tres fueron mientras la víctima estaba inconsciente. De esos tres, dos denunciaron pero ninguno se castigó.
La Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas, A. C. (ADIVAC) reciben en promedio dos casos de violación al mes, en los que al menos uno sucedió en esas condiciones. Y se repite el resultado, ninguno llegó a juicio o sentencia. “Las autoridades consideran que las víctimas fueron quienes se expusieron”, según la directora Laura Martínez.
Agresores impunes
Ximena es una chica universitaria. Nadie lo adivinaría si la viera aquí y ahora, enérgica y son- riente. Pero ella, afirma, fue violada.
“¿Ves este pantalón?”, pregunta y señala sus jeans raídos. “Es el mismo que llevaba cuando me violaron”. Ximena arroja uno de sus mechones negros y lacios a su hombro. “Mi mamá los quería tirar, pero yo le dije que no”, cuenta con un aire de seguridad en su voz.
El 1 de marzo cayó en viernes. Ximena y sus amigos de la Universidad Autónoma de Xochimilco (UAM-X) salieron por unos tragos. Pasaron las horas y la joven se sintió ebria. Quiso llamarle a su ex novio para que pasara por ella, pero su celular cayó al piso antes de decirle en qué bar se encontraba.
No sería la primera vez que Ximena regresaría sola a casa. Lo único que tenía que hacer era caminar sobre Anillo Periférico, cerca de Cuemanco y Canal de Chalco, y cruzar el puente peatonal ubicado en Periférico Oriente a la altura del Parque Ecológico Xochimilco —justo enfrente del mercado de las flores— para poder tomar un taxi y regresar a casa.
“¿A dónde vas?”, le dijo un extraño que la había seguido. Antes de subir al puente, el tipo se abalanzó sobre Ximena para tocarla. Ella lo derribó de un golpe... Lo siguiente son recuerdos confusos excepto el momento en el que aquel hombre le arrojó un trapo al cuello y la comenzó a estrangular hasta sentir que entraba en un silencio absoluto.
Un llanto la despertó. Era el suyo. Estaba bocabajo, con los pantalones a la mitad de los mus- los. Los papeles que traía en su cartera ahora volaban a su alrededor. No estaba el resto de sus pertenencias. “Me di cuenta que mi pantaleta tenía residuos de lodo. Me subí los pantalones y empecé a llorar. Bajé el puente, vi mucha luz pero no entendía qué pasaba. Cuando pasaban los coches traté de pararlos pero ninguno se detuvo, excepto un taxi”, se lee en la declaración ministerial que Ximena dio horas más tarde en la Agencia 50.
Al ver las condiciones en las que se encontraba Ximena, el taxista le llamó a una patrulla y le prestó su celular para que se comunicara con su ex novio, quien la acompañó a declarar. Los policías la llevaron de regreso al puente para ver si encontraban a algún sospechoso. No vio a nadie.
A las 02:58 horas llegaron a la Agencia 50 del Ministerio Público (MP) para denunciar. Ximena asegura que por el estado alcoholizado en el que estaba, fue tratada con burla y desprecio por la MP Sara Aurora Vejar García.
Ximena describió a su agresor como un tipo delgado, cerca de 1.65 metros de estatura y tez morena. Cuando la SSP registró el punto exacto donde sucedió, surgió una esperanza para quitarle el anonimato a quien la dejó vejada en un puente peatonal, ya que en ese sitio se encontraba la cámara ID-5999.
La PGJDF tardó en enviar la orden que solicitaba las grabaciones de esa noche. El 29 de abril —casi dos meses después de los hechos— pidió por escrito a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y al Centro de Control y Comando Oriente (C2) que facilitaran el material. La respuesta de ambas instituciones fue la misma: “Las imágenes sólo permanecen siete días almacenadas en los servidores, término en el cual se inicia una depuración automática”. Después de tanto tiempo no había manera de recuperar la sólida evidencia para encontrar a su agresor.
Ximena pasó un mes en recuperación. Antes de recibir el dictamen médico tenía en mente la probabilidad de que no hubiera existido penetración. “Fui con mi mamá. El investigador tomó los resultados y dijo: ‘iba usted muy borracha señorita, tenía un alto índice de alcohol”.
Ximena respondió: “Vine a preguntar si hubo residuos de semen o no”. El hombre se limitó a contestar: “Sí, residuos en el ano, residuos en la toalla sanitaria… Sí hubo violación, fue anal”.
A pesar de que Ximena no podía recordar nada del acto en sí, el evento fue sumamente traumático para ella. La sicoterapeuta, sexóloga y co-fundadora de Caleidoscopía, A.C., Karla Barrios, llama a este fenómeno memoria corporal: toda información que se registra y conserva en el cuerpo, de la cual no somos conscientes.
“Fue muy doloroso. Tuve síndrome de estrés postraumático, me encerraba en el baño y me cortaba”, relata.
El caso de Ximena Sánchez no es aislado. Las ONG reportan que es un delito bastante común ya que el agresor —casi siempre— logra salir impune. Las consecuencias psicológicas varían de acuerdo a cada persona; muchos aminoran la situación ya que “asumir que ‘me violaron’ causa un shock”, según Barrios. Como le sucedió a Sandra, quien tardó 17 años en darse cuenta que había sido violada por cuatro compañeros de preparatoria que la encerraron en un cuarto durante una fiesta.
Vulnerables
A Mariana le sucedió algo similar. Relata que durante una fiesta en la colonia Condesa, un joven que se presentó como miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tuvo relaciones sexuales con ella sin su consentimiento. Por el estado de ebriedad en el que estaba no pudo defenderse.
En ninguno de estos casos se presentó una denuncia formal en contra de los presuntos agresores. Los factores variaron, pero principalmente fueron los sentimientos de culpa y vergüenza lo que las llevo a tomar esa decisión. Además, ambas pensaron que sería poco probable constatar el delito ante las autoridades.
Para la directora de Vereda Themis A.C., Pilar Ortega, las agredidas tienden a no denunciar, o en su caso, a desistir del proceso legal por el criterio que reflejan los ministerios públicos. “Sucede una especie de confabulación entre el enojo, la culpa que sienten y el grupo testigo de cómplices del violador. La actitud de la ‘no certeza’ del delito por parte del MP logra que la víctima abdique”, concluye.
La Ciudad de México es la quinta entidad federativa con mayor número de mujeres violentadas sexualmente, según la CEAV. El año con el mayor número de averiguaciones previas abiertas por el delito de violación en CDMX fue 2011, con 986, mientras que el menor fue en 2014 con 496 denuncias.
Para Karina Segovia, abogada y defensora, es un asunto espinoso: “Mientras se mantenga en silencio se permite que los delincuentes lo continúen haciendo. Modificar la percepción colectiva de temas tabú puede ayudar. La gente naturaliza y justifica esos comportamientos. Si fuiste una víctima, mujer u hombre, entiende que no eres el culpable, sólo quien lo hizo”.
Ximena Sánchez sonríe. Han pasado años desde el aterrador suceso en el puente. Me mira a los ojos y cuestiona: “¿Te han dicho que lo peor que le puede pasar a una persona es ser violada? Te mintieron. Yo celebro que estoy viva”.