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periodismo.investigacion@eluniversal.com.mx
Daniel Torres tiene 26 años y es escritor. Lleva casi 10 consumiendo metanfetaminas. Durante algunos años distribuyó la droga al sur de la ciudad de México, en zonas como Coyoacán y Coapa. Ingería y vendía de todo casi los siete días de la semana. Bastaba con encontrarlo en una fiesta de la zona o hablarle a su celular para acceder a cierta cantidad de mariguana, tachas, cristal o ice.
Probó la mariguana a los 16, de ahí llegó a las drogas sintéticas. Debido a la euforia que le causaba la meth, como le llama a la metanfetamina, comenzó a consumirla en fiestas. “Me hacía sentir mucha satisfacción, como si yo tuviera el control de todo”. A los 19 años empezó a vivir solo. A partir de ese momento el consumo y el abuso de la sustancia aumentó.
“No necesitaba más que una pequeña porción del tamaño de la uña para comenzar a sentir los efectos de la meth. No tomaba ninguna precaución para contrarrestar sus secuelas. Después me di cuenta de que adelgacé, a la fecha no he recuperado mi peso y me fatigo con facilidad (...) Las consecuencias fueron por todas las drogas que me metía, no sólo por la metanfetamina”, explica.
Casi a la par en que comenzó a probar la droga, la comercializaba. “Yo vivía en Coyoacán, en una zona céntrica, bonita, de fácil acceso, y siempre había fiestas donde divertirme y colocar mis productos, en Coapa, por ejemplo, es de las zonas de la capital donde se mueven más drogas sintéticas”.
Con el paso del tiempo, Daniel comenzó a hacerse de más clientela: “No era un Pablo Escobar, pero cada vez vendía más. Gente que no conocía llegaba y me saludada como si fuéramos amigos de años”.
De pronto, relata, le comenzaron a asustar dos cosas: la policía y la competencia. La primera por la corrupción que impera en el sistema, y la segunda porque sabía que había dealers más peligrosos que no vacilan al momento de defender su territorio.
Sitios de elaboración
La metanfetamina que vendía Daniel Torres procedía de alguno de los mil 323 narcolaboratorios que han sido decomisados en México entre 2006 y agosto de 2015, es decir, desde el inicio de la administración de Felipe Calderón hasta la mitad de la actual, presidida por Enrique Peña Nieto.
Los datos de esta década se asientan en informes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Procuraduría General de la República (PGR) y la Policía Federal (PF), obtenidos por medio de la Ley de Transparencia.
Michoacán se ubica a la cabeza, con 460 narcolaboratorios desmantelados; le siguen Sinaloa, con 276, y Jalisco, con 181. En Guerrero, Durango y Guanajuato se han localizado 28, 26 y 23, respectivamente. En el Estado de México la cifra es de 22. En el Distrito Federal sólo han sido encontrados dos por la PGR en 2012.
La doctora Guadalupe Correa-Cabrera, profesora asociada y jefa del Departamento de Gobierno en la Universidad de Texas, en Brownsville, señala que no es casual que esos tres estados sean los que tengan el mayor número de laboratorios. “Se debe principalmente a la conexión Asia-Pacífico. La efedrina y seudoefedrina —principales precursores químicos para producir metanfetamina— provienen del continente asiático, particularmente de China, y llegan a México vía marítima”.
Explica que Michoacán tiene un auge mayor, ya que ahí se ubica uno de los principales puertos comerciales del país: Lázaro Cárdenas, donde incluso se han decomisado las mayores cantidades de metanfetamina. También el estado colinda con el puerto de Manzanillo, el cual ha adquirido una presencia significativa de drogas sintéticas, debido a su importante flujo comercial.
La PGR ha ubicado esos dos puertos como los de mayor relevancia para los cárteles de la droga en cuanto a importación de precursores químicos se refiere. Por ello, desde el 23 de agosto de 2012 firmó un convenio con la Drug Enforcement Administration (DEA, por sus siglas en inglés) para la detección de narcolaboratorios. El acuerdo, según la PGR, constituye el primer instrumento internacional que promueve acciones de colaboración para desmantelar laboratorios clandestinos, los cuales han crecido exponencialmente en la zona del Pacífico mexicano.
La producción de metanfetamina en México era controlada por los hermanos Amezcua Contreras a finales de los años 90. Posteriormente la familia Valencia ocupó su lugar. Pero fue entre 2005 y 2006 cuando La Familia Michoacana apostó por las drogas sintéticas —sobre otras como la mariguana o la cocaína—, por ello aumentó el tráfico de éstas en los territorios que controlaban, entre ellos la región de Tierra Caliente y la costa de Michoacán.
A partir de 2011, Los Caballeros Templarios [escisión de La Familia Michoacana] incrementaron aún más la producción, y así Michoacán se convirtió en el principal productor de metanfetamina del país, así como la entidad con más narcolaboratorios asegurados.
La experta Correa-Cabrera explica que Sinaloa y Jalisco ocupan el lugar dos y tres debido a su ubicación geográfica. “Cuando llegan la efedrina y seudoefedrina de Asia a los puertos mexicanos, los narcotraficantes comienzan a producir la metanfetamina en los lugares más cercanos a dichos puertos, de esta forma reducen los costos de transportación y producción, y sus ganancias aumentan. Además de que Sinaloa y Jalisco cuentan con una tradición de narcotráfico importante”.
Conforme a los registros de las dependencias, 2012 ha sido el año con más decomisos: 254, y 2006 el año con menos: tres. A lo largo de casi una década, la cifra ha sido oscilante.
Incautaciones
Respecto a los decomisos de la droga, hasta el 31 de agosto de este año el Ejército mexicano incautó 3 mil 336 kilos de metanfetamina. El año pasado la cifra fue de 17 mil 565 y en 2013 de 11 mil 220.
En 2012, el último año de la gestión de Felipe Calderón y el inicio de la nueva administración, se alcanzó la mayor cantidad embargada: 30 mil 626 kilogramos, un año antes había sido de 29 mil 601. En 2010 fue de 11 mil 873, en 2009 de 7 mil 506. En 2008 y 2007 se confiscaron 81 y 214 kilogramos, respectivamente.
Las cifras contrastan con las de la mariguana, la droga más incautada en el país. La Sedena reporta decomisos que oscilan entre 500 mil y dos millones de kilos anualmente. Por ejemplo, en lo que va de 2015 son 512 mil 404 kilos. Pero en 2010 se logró una cifra récord que alcanzó los 2 millones 13 mil 324 kilogramos.
Respecto a la heroína, hasta agosto de 2015 el Ejército mexicano ha embargado 156 kilogramos; en 2014 fueron 293, mientras que en 2013 la cifra fue de 182.
Los kilogramos de cocaína incautados en 2015 han sido 3 mil 962, en 2014 fueron mil 313 y en 2013 se reportaron 3 mil 52.
Emilio Daniel Cunjama López, maestro en política criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, señala que el auge de los narcolaboratorios y la producción de la droga en general se debe tratar como un problema económico regido por la demanda.
Explica que la distribución en México es muy distinta a otras partes del mundo. Mientras que en el país integrantes de una misma familia se dedican a vender y distribuir droga, en Estados Unidos, por ejemplo, son las pandillas las que monopolizan las ventas.
Señala que los cárteles mexicanos funcionan con una lógica molecular e independiente. “Atrás quedaron las organizaciones verticales, ahora funcionan como franquicias, que pueden aparecer y desaparecer en poco tiempo, como si fueran un Oxxo”.
Hecha en México
De acuerdo con el informe Evaluación Global de las Drogas Sintéticas 2014, de la Oficina sobre Drogas y Crimen de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), México ocupa un lugar importante en el mundo respecto a la producción y tráfico de metanfetamina.
Según el documento, las incautaciones de los estimulantes de tipo anfetamínico llegaron a más de 135 toneladas en todo el mundo en 2012, lo cual se debe a una rápida expansión del mercado global.
Esto se atribuye al aumento de incautaciones de metanfetamina que se han realizado mayoritariamente en el este y sudeste de Asia y en América del Norte, incluido México. Se ha detectado metanfetamina mexicana no sólo en el norte de nuestro continente, sino también en distintos países de Centro y Sudamérica, e incluso en Asia.
En aquel continente hay 82 connacionales presos, 78 de los cuales están detenidos por delitos contra la salud.
Incluso en Malasia, tres sinaloenses han sido condenados a la pena de muerte por narcotráfico. Todo comenzó el 4 de marzo de 2008, cuando los hermanos González Villarreal fueron detenidos en el interior de una fábrica de limpieza en Johor Bahru, en la que las fuerzas de seguridad encontraron cerca de 30 kilos de metanfetaminas.
A pesar de haber argumentado que ellos no sabían que se producía esa droga en dicho lugar, ya que sólo cumplían labores de mantenimiento y limpieza, en mayo de 2012 el juez Mohamed Zawawi condenó a Luis Alfonso, Simón y José Regino a morir en la horca.
Más de siete años han pasado y los tres mexicanos siguen con la esperanza de regresar a su país, aunque funcionarios del gobierno de Peña Nieto indican que es muy poco lo que se puede hacer por ellos. De los 62 connacionales condenados a muerte en el mundo, son los únicos tres en Asia; los otros 59 han sido condenados en Estados Unidos.
Los pioneros
En México los pioneros del tráfico de metanfetaminas fueron los hermanos Amezcua. A finales de los años 80, Jesús Amezcua Contreras, oriundo de Colima, comenzó a traficar efedrina —precursor base de la metanfetamina— con el dinero que había obtenido del tráfico ilegal de migrantes mexicanos a Estados Unidos.
En poco tiempo el negocio creció. Debido a su éxito, Amezcua Contreras se ganó el mote de El Rey de las Metanfetaminas, y lo era.
A través de su oficina en Tailandia compraba la efedrina a bajos precios en la India, posteriormente el producto llegaba a México y se enviaba a Estados Unidos.
La DEA señaló que a mediados de 1994, entre marzo y octubre de aquel año, Amezcua Contreras traficó cerca de cinco toneladas de ese precursor al sur de aquel país, en la zona de California.
Jesús no trabajaba solo. Era apoyado por sus hermanos Adán y Luis. Jesús y Adán fueron detenidos en 1998 y Luis en 2001. No obstante, a sus sucesores, entre ellos Gerardo Mendoza Chávez, se les ha vinculado con el Cártel Jalisco Nueva Generación, la organización delictiva con más rápido crecimiento en los últimos años y una de las más importantes del país.