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Le ofrecen cerveza, pero prefiere tequila. Pide “limoncitos” y “botana”, y ya con su caballito en la mesa asegura que se siente más mexicano que el nopal, que odia el malinchismo y que, para él, apoyar a una empresa transnacional, “cuyas ganancias no se quedan en el país, es un acto de traición a la patria”.
Daniel Medina es un hombre alto y moreno. Tiene unos enormes ojos que parecen a punto de saltar de sus cuencas cada vez que menciona el nombre de su acérrimo enemigo: Uber.
Estamos en un bar de Sanborns donde nos cita para la entrevista que otorga a EL UNIVERSAL. Enfundado en un traje impecable, este líder taxista, operador de diversas bases en el Distrito Federal, habla con fuerza cuando se trata de señalar el “peligro” que Uber representa para el servicio de taxis.
“Uber es un promotor de la catástrofe”, dice categórico el vocero de la Unión de Taxistas Organizados de la Ciudad de México. Se queja frenéticamente del daño que esta aplicación tecnológica provoca no sólo a los taxistas sino, asegura, a la economía del país. “Son un parásito que mata la economía del lugar al que llega, una vez que se insertan”, explica este líder con más de 20 años de experiencia en el negocio.
Quizá pocos saben que detrás del dirigente taxista hay un hombre con un título en Biología por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que ejerció su profesión hasta que tuvo que buscar otros medios para subsistir. “Desgraciadamente en este país no se apoya al profesionista. En las unidades tenemos compañeros que son médicos, filósofos, contadores y hasta abogados. Para todos ellos trabajar en el taxi representó una oportunidad de salir adelante y Uber está poniendo en riesgo su fuente de trabajo”, expresa.
Con un enorme dominio de la Ley de Movilidad, Medina recita uno tras otro los artículos de este documento en donde, según señala, está todo lo necesario para demostrar la ilegalidad con la que operan los servicios de aplicaciones móviles como Uber y Cabify. “No lo digo yo, lo dice la ley”, menciona con tono molesto. “Como taxistas nos sentimos indignados, nos están obligando a vivir una competencia desleal y ruinosa permitida por un arreglo corrupto de las autoridades con esos grupos”, asegura.
“No tenemos ganancias millonarias”
Daniel Medina es conocido por ser la voz que más fuerte ha sonado en la lucha que enfrenta el gremio taxista contra Uber. Es conocido por estar presente en todos los debates sobre el futuro del gremio, y en todo momento clama por la desaparición de Uber en la escena del transporte capitalino. Pero también es una de las 10 personas que más sitios de taxis poseen en la ciudad, al tener la concesión de 20 bases que albergan mil 146 taxis.
En 2014, el gobierno de la ciudad renovó los permisos de 657 bases que concentran 75 mil 33 taxis en total, esto de acuerdo con el padrón de concesiones de taxis de la Ventanilla Única de Transparencia. Según este registro público, tan sólo 10 personas concentran 184 bases, más de la tercera parte del total. De acuerdo con una investigación realizada por EL UNIVERSAL, las unidades que forman parte de una base deben pagar una cuota diaria o semanal que varía según la zona de ubicación del sitio.
Se estima que las cuotas van desde los 70 hasta los 700 pesos a la semana. Según estos datos, Luis Hidalgo Torres, el líder que más taxis posee, con 8 mil 182 unidades, podría obtener 572 mil 740 pesos a la semana, es decir, dos millones 290 mil pesos al mes, cobrando la cuota mínima de 70 a la semana (10 pesos por día).
“¡Claro que la asociación subsiste en base a las cuotas que aportan los compañeros, que me digan en dónde no!”, responde Medina al cuestionarle sobre las cuotas que deben pagar los choferes para pertenecer a una de sus bases.
“Toda asociación vive a través de las aportaciones voluntarias que hacen sus agremiados, así es como siempre han subsistido. Los pagos que se tienen que hacer cuando eres un taxi legal son muy altos, por eso todos nos juntamos y enfrentamos los gastos para estar al día”, expresa.
Las 20 bases de taxis que Daniel Medina regula se encuentran registradas bajo el nombre de Unión de Taxistas Génesis del Distrito Federal, A.C. Son taxis blancos y elegantes con bases en distintos puntos de zonas como Coyoacán, Polanco y la Condesa. Este líder taxista asegura que las cuotas varían dependiendo de la base: “Pueden ser entre 150 y 200 a la semana, incluso menos cuando no hay mucho pasaje, nosotros nos apoyamos y nos procuramos”.
“¿Negocio millonario?”, cuestiona Medina en tono irónico cuando se le pregunta sobre las ganancias que generan algunas bases de taxis en el Distrito Federal.
“A quien dice esto, yo respondería que están muy equivocados, pobrecitos, son muy irresponsables al atreverse a hablar de un sector al que no conocen. Lo que dicen en el periódico a mí no me extraña, siempre nos han visto como los rateros”, protesta con evidente molestia.
Medina estima que el costo que se debe cubrir por cada taxi alcanza los 100 mil pesos anuales entre el costo del mantenimiento de la base y el pago de los distintos trámites como la revista vehicular, el seguro especial para taxi y la verificación del taxímetro, entre otros.
Al consultar al dueño de una pequeña flotilla de taxis, quien pidió guardar el anonimato, éste corroboró dicha información y aseguró que los dueños de las bases facilitan estos trámites para sus agremiados y las cubren con las mismas aportaciones de las cuotas. Sin embargo, señaló que las cuotas no cubren el costo de las concesiones ni del seguro para taxi, los cuales implican el mayor gasto para un taxista.
“Estos costos los cubre generalmente el dueño del taxi. Incluso hay bases en las que todos los trámites corren por cuenta del taxista y la cuota es sólo para tener derecho a estar en la base. Generalmente se nos dice que las cuotas sirven para cubrir los gastos administrativos de la base”, explica.
Sin pagar la concesión ni el seguro, que son la inversión más costosa, el líder de una base sólo debe cubrir el pago de los trámites generales. Al realizar el cálculo del costo anual de los trámites que debe hacer un taxista EL UNIVERSAL estima que es de 3 mil 450 pesos, en el cual se incluye el pago de la tenencia anual, la revista vehicular, la verificación del taxímetro y la verificación de contaminantes.
A esta suma se le deben agregar los costos de mantenimiento de la base y los permisos para operarla, que tiene un costo de 3 mil pesos en total. De esta forma, los gastos fijos ascienden a un aproximado de 6 mil 450 pesos anuales por cada taxi.
Con una flotilla como la de Medina, con mil 146 unidades y cobrando una cuota de 200 pesos semanales, se obtiene una ganancia de más de 11 millones anuales. Si se le resta los 7 millones y medio que cuestan al año los trámites de todos sus taxis, se obtiene aún una ganancia de 3 millones y medio, es decir, aproximadamente 300 mil pesos mensuales. Esto en el caso de los líderes de base que pagan los trámites como parte del pago de la cuota. Los que no, de las millonarias ganancias, sólo invierten en el mantenimiento de sus bases.
A pesar de asegurar que no se trata de un negocio millonario, Medina fue criticado en redes sociales tras ser captado cuando se retiraba en una camioneta Escalade de lujo, al terminar el debate digital de la ciudad de México, al que asistió para discutir el problema entre taxistas y Uber. Una Escalade del año está valuada en un millón 227 mil 800 pesos.
¿Choferes en riesgo?
Según cifras dadas por este líder, Uber le quita a cada taxi un promedio de 30% del pasaje diario, lo cual, dice, representa un duro golpe para los taxistas. “¿Sabes lo que es quitarle 30% a un taxista? Para nosotros implica trabajar más estresados, trabajar 14 horas en lugar de ocho y todo para sacar menos dinero. Ahora cuando mejor te va, te quedan 150 pesos después de pagar gasolina, tu cuota y tu ahorro para el mantenimiento. Los taxis salen a trabajar, pero como hay tanta competencia a veces sólo logran dar dos o tres servicios”, explica.
“A nuestros compañeros sus hijos les piden para sus necesidades y les tienen que decir que no hay, que no pudieron juntar el dinero porque todo se lo llevaron los ilegales que la autoridad está solapando. Si las autoridades no hacen algo, van a matar la economía del taxi. Uber nos quiere desaparecer a todos”, sentencia.
Al terminar la charla llama al mesero para pedirle la cuenta. “¡Hombre!, muchas gracias, Juan”. A Juan parece haberle caído muy bien ese hombre que parece amable y alegre. Medina se pone su saco, recoge sus cosas y da un último trago a su bebida antes de despedirse.
jram