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Valeria acepta la solicitud de amistad de Chema en Facebook. Chema inicia una conversación y en poco tiempo se convierten en buenos amigos. Valeria piensa que es increíble lo mucho que se parecen: tienen los mismos gustos e intereses, por fin siente que alguien la entiende. Ella piensa que es sólo un chico lindo de su edad, 12 años, pero no es así. Él tiene 58 años y es un pederasta que utiliza internet para encontrar a sus víctimas.
Lo que empezó como una inocente conversación se transforma en una pesadilla para Valeria cuando ella accede a enviarle fotos eróticas a su “amigo”. Una vez que las obtiene, Chema revela su verdadera identidad y extorsiona a Valeria para obtener algo más. El miedo a que sus familiares y amigos puedan ver esas fotografías la lleva a darle a su acosador lo que quiere: un encuentro sexual. El hostigamiento insoportable que sufre, la orilla a atentar contra su vida. A pesar de haberse atrevido a denunciar y a la terapia sicológica que lleva, Valeria cree que nunca volverá a ser la misma.
El de ella es un caso de grooming que la asociación Save the Children México relata para prevenir del peligro al que están expuestos los menores en el ciberespacio. Distintos tipos de acoso sexual se han engendrado en la red: grooming, sexting, sextorsión y sexovengaza acechan a 18 millones de menores de edad que cuentan con acceso a internet. Además, uno de cada siete adolescentes, de entre 12 y 17 años, es decir, más de un millón y medio, recibe ofertas sexuales mientras navega en la red, de acuerdo con una investigación realizada por EL UNIVERSAL con datos del Estudio sobre los hábitos de los usuarios de internet en México 2014, realizado por la Asociación Mexicana de Internet y del Centro sin Violencia en Internet.
Muchos padres se preocupan por alejar a sus hijos de parques y plazas públicas, pero ignoran que con la proliferación de dispositivos portátiles con acceso a internet sus pequeños podrían estar entablando una relación con un ciberacosador sexual o pederasta desde su habitación o sala de estar. Todo niño con un teléfono inteligente o tableta y una señal wifi es una víctima potencial.
Especialistas estiman que el rango de edad en peligro podría disminuir en los próximos años debido a que los niños tienen acceso a internet en una etapa cada vez menor, que puede arrancar desde los cinco años, de acuerdo con el Estudio sobre los hábitos de internet en México.
Luz María Velázquez, investigadora del Instituto Superior de Ciencia de la Educación del Estado de México y experta en violencia en internet, revela que 80% de los niños y jóvenes saben que la gente miente sobre su personalidad o su imagen en sus redes sociales, y sin embargo establecen amistad e incluso se enamoran de gente que no conocen en el mundo físico. “Uno de cada cuatro se ha enamorado de alguien a quien sólo conocían en la red. Los pederastas se aprovechan de su gran necesidad afectiva para atraparlos en su juego”, dice.
Bitdefender, una importante institución rumana de seguridad en internet, realizó un estudio en el que reveló que 30% de los menores de 14 años sufren ciberacoso a nivel mundial.
Policía Cibernética: manos atadas
El ciberacoso se manifiesta de distintas maneras en la red y ha adquirido nombres específicos dependiendo del tipo de hostigamiento y la intención que tenga.
Para los especialistas, el grooming es el más peligroso de todos. Se le llama así a la acción de enganchar a menores en internet por medio de halagos, utilizando una falsa identidad. Oculto detrás de un perfil amigable, este ciberdepredador guarda su verdadera identidad con el objetivo de ganarse la confianza del menor, ya sea para obtener material pornográfico constante o para lograr encuentros sexuales que muchas veces se dan con consentimiento del menor.
Cifras de la Alianza para la Seguridad en Internet estiman que 73% de los menores que llegan al encuentro físico lo repiten más de una vez.
Muy parecido al grooming es la sextorsión, una práctica en la que también se busca ganar la confianza del menor para obtener material pornográfico, pero sólo por una motivación económica. En ese caso se busca que la obtención del material comprometedor se lleve a cabo lo más rápido posible con el objetivo de exigir un pago monetario para no revelar las imágenes.
Las características propias de la red aumentan de forma exponencial la cantidad de víctimas que pueden verse afectadas. Se sabe que en internet un acosador puede tardar tan sólo 12 minutos en enganchar a un menor y conseguir alguna fotografía o video erótico, según cifras de Save the Children México. Por otro lado, se han documentado casos en los que un pederasta puede estar trabajando hasta 200 perfiles de diferentes menores en un mismo periodo de tiempo, de acuerdo con información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El ciberacoso puede ser perpetrado por un extraño, pero también puede venir de parte de alguien en quien la víctima confía, generalmente novios. En este caso se puede tratar de casos de sexting o sexovenganza.
El sexting se da cuando imágenes íntimas de una persona caen en manos de alguien que las revela en internet sólo por diversión. Suele ser llevado a cabo por jóvenes de secundaria o preparatoria que engañan a algún compañero. Le hacen creer que alguien se interesa en ellos, piden fotografías eróticas y prometen dar lo mismo a cambio. Una vez que las obtienen las suben a redes sociales para que toda la escuela las vea.
La sexovenganza se trata de una forma que han encontrado las parejas que finalizan en malos términos para obtener venganza. Revelar imágenes y videos eróticos tomados durante el periodo de noviazgo se ha vuelto una forma sencilla de herir al otro.
La Policía Cibernética (PC) señala que se reciben aproximadamente cinco llamadas diarias de personas que buscan denunciar situaciones relacionadas con ciberacoso. Sin embargo, en estos casos los denunciantes sólo reciben una pequeña asesoría, pues la PC no puede registrar la denuncia ni atenderla a menos que el acoso se torne en un delito tipificado por la ley como pornografía, secuestro o trata.
“Mientras el grooming no sea considerado un delito, la Policía Cibernética tiene las manos atadas. Aunque reciba denuncias de acoso por internet, éstas no pueden ser registradas ni atendidas, se debe esperar hasta que este acoso se convierta en una violación, un secuestro o en pornografía infantil; es decir, esperar a que se configure en delito”, explica Mariana Valdés, directora de Alianzas Estratégicas de Save the Children México.
Esta organización mantiene una campaña que busca tipificar el grooming en delito, por ser el tipo de acoso más grave de todos, ya que puede derivar en una violación.
Valdés dice que mientras el grooming no sea tipificado los pederastas tienen la puerta abierta a los menores. “No puedes denunciar a alguien por hablar con tu hijo en internet, no importa si demuestras que su identidad es falsa o que trató de convencerlo de dar fotografías. Debes esperar a que el daño ocurra. Por eso en México no existen cifras precisas sobre este problema”, explica la especialista.
Intimidad al descubierto
Habían pasado dos años desde que cometió la terrible equivocación de enviar esas fotografías al que entonces era su novio. Pensó que él había cumplido su promesa de no mostrárselas a nadie, pero ese día descubrió que dos chicas las tenían en su poder. Fueron su arma perfecta para vengarse de ella. Al día siguiente sus fotos estaban en los perfiles de Facebook de todos sus compañeros de la escuela. Jimena casi no cuenta detalles de lo que ocurrió, aunque no necesita decir nada para ver el profundo dolor que aún le provoca. “Lo que aprendí es que nunca debes confiar en nadie”, dice mientras se limpia el llanto con la manga del suéter.
La investigadora Luz María Velázquez, especialista en hábitos de jóvenes e internet, realizó un estudio sobre sus conductas. Encontró que 17% había compartido fotos eróticas a alguien de confianza. También, que 80% de los alumnos de distintas escuelas del Estado de México reconocieron haber compartido una fotografía que recibieron sólo por diversión. Cuando la imagen producto de un sexting se sube a la red se pierde por completo el poder sobre ella y se vuelve de dominio público.
Catálogo de víctimas
Para los pederastas las redes sociales se han convertido en una especie de catálogo: utilizan las fotos de perfil para seleccionar víctimas fáciles de enganchar, principalmente niños y jóvenes con fotos provocativas que parezcan no temer mostrar su cuerpo.
Observan sus publicaciones para conocer sus necesidades afectivas: si tienen baja autoestima, si necesitan ser escuchados o si no sienten miedo de hablar sobre temas sexuales. Observan sus gustos: revisan las páginas a la que dan like, buscan la música y las películas que les gustan.
Con esa enorme fuente de información que les brindan las redes sociales, estos delincuentes crean personalidades que se adaptan a la necesidad de cada una de sus víctimas. Para Lina Rodríguez, quien forma parte de la agencia Mentes Digitales, construir esta falsa identidad forma parte de su juego. “Disfrutan adaptarse a cada personalidad. Son personas muy inteligentes que les dicen lo que quieren escuchar. Les hacen creer que tienen los mismos gustos y se interesan en su vida cotidiana para que se sientan queridos”.
Lina Rodríguez, quien participa en el proyecto Mamá Digital, explica que la generación que navega actualmente en internet no puede separar el mundo virtual del mundo real, lo que representa un gran peligro.
“Los nativos digitales no le tienen miedo a internet porque se creen expertos y piensan que lo que hacen ahí no tiene consecuencias. Los padres no dejan salir a los niños al parque supuestamente por seguridad, pero les dan un celular, que es como abrirles las puertas de tu casa a los criminales. Por algo las redes sociales no permiten usuarios menores de 14 años. Informarse más y cuidar lo que hacen tus hijos en la red es la única forma de prevenirlo”, comenta
la especialista.