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L a lucha en defensa de otras mujeres y pelear por la seguridad de las jóvenes de Ciudad Juárez puso en inminente riesgo a Marisela Ortiz Rivera, fundadora de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa, quien desde hace cinco años vive refugiada en Estados Unidos luego de recibir infinidad de amenazas de muerte.
“Me llena de tristeza pensar en las circunstancias que me impiden regresar a mi casa, a mi familia, a mi trabajo. La vida en el exilio es muy dura”, señaló la activista, quien desde el destierro sigue codirigiendo la organización que fundó junto con Norma Andrade, madre de Lilia Alejandra García, joven asesinada en 2001.
Entre 2006 y julio de 2015 han desaparecido cada año 183 personas en Chihuahua, en promedio, dejando a la entidad con el vacío de mil 646 personas en este lapso. En 442 de los casos el reporte corresponde a una mujer.
El 30% de ellas, es decir, 134, eran jóvenes de entre los 11 y 20 años, de acuerdo con los últimos datos publicados en el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), herramienta que el gobierno federal lanzó en 2011 como respuesta el incremento de desapariciones en todo el país.
Cuatro de cada 10 casos de desapariciones, es decir, un total de 611, ocurren en la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez.
Marisela Ortiz se unió a esta lucha después de la desaparición de Lilia Alejandra, quien fuera su alumna en la escuela en donde laboraba. Después de que encontraron su cuerpo, Ortiz y Norma Andrade decidieron que era momento de hacer algo y fundaron Nuestras Hijas, como una forma de denunciar los feminicidios y desapariciones que ocurrían en la ciudad.
El grupo comenzó a evidenciar las constantes negligencias de las autoridades e incluso las complicidades que existían entre funcionarios de gobierno y bandas criminales, lo que acarreó constantes amenazas y campañas de desprestigio, pero estas intimidaciones no las hicieron desistir de su objetivo.
El problema se hizo de mayor presencia en los estados del norte del país. En 2006 este territorio apenas reportó 16 desapariciones, pero después de 2008 rebasó la línea de los 100 y dos años más tarde la de los 200. Hasta el momento no se vislumbra una tendencia a la baja.
En 2011 fue cuando se reportó su alza más fuerte, con un total de 254 personas que fueron reportadas como desaparecidas.
La situación en el municipio fronterizo tampoco es alentadora. Entre 2007 y 2013 presentó un promedio de 62 desapariciones por año, pero el año pasado las cifras se duplicaron y pasó de 51 a 111 personas que se esfumaron en un punto de la tierra de la maquila.
La organización Nuestras Hijas busca acabar con estos números, pero la tarea no ha sido fácil. El 10 de marzo de 2011 fueron colocadas tres mantas con advertencias directas contra Marisela. Un grupo criminal las colocó en las bardas de la secundaria en la que daba clases. Al ver la gravedad de las amenazas partió a El Paso, Texas, escoltada por elementos de la Policía Federal y pidió asilo político. Desde entonces no ha vuelto a pisar suelo mexicano.