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Después de haberse cumplido siete meses de gobierno de la 4T es posible tener una imagen amplia tanto de los indicadores que muestran resultados positivos como de aquellos que dejan pendientes importantes para atender en la cuestión económica y en finanzas públicas en particular.
Del lado positivo es posible destacar la recaudación tributaria que se incrementó en 16% entre diciembre de 2018 y mayo de 2019. El salario mínimo aumentó su poder adquisitivo tanto para el empleo formal en 8% como para el eventual (6.7%).
La inflación llegó a 4.5% anual al final de mayo que, aunque supera la meta del Banco de México, sólo lo hace de forma marginal. Una medida importante se refiere a la balanza comercial, que presentó un superávit de 584.3 millones de pesos, sobre todo si se considera la previa incertidumbre de la firma del T-MEC en los tres países, de los cuáles sólo México ha ratificado, en tanto que la inversión extranjera directa aumentó en 7% con respecto a 2018.
En la parte que es necesario atender, de acuerdo con el plan de austeridad, el gasto público tanto corriente como de capital disminuyeron en 4.8% y 4.9%, respectivamente. Otra inquietud es el nivel de la deuda pública que, aunque no ha aumentado, mantiene una presión constante sobre las finanzas públicas y restringe el margen de maniobra del nuevo gobierno.
Finalmente, lo más preocupante es que de acuerdo con la estimación preliminar que realiza el Inegi, el Producto Interno Bruto disminuyó en 0.2% durante el primer trimestre de 2019. A partir de esta estadística, algunos analistas han sido tentados a augurar una recesión. Sin embargo es muy pronto para decirlo.
En suma, con la llegada de la auto nombrada 4T, no se cumplieron los escenarios catastrofistas de los detractores que colocaban al país en la línea de un rápido declive económico, en donde una situación como la que enfrenta Venezuela sería el destino final.
Sin embargo, tampoco se puede hablar de un escenario de franca bonanza económica, como el planteado por López Obrador con una tasa ideal de 4% de crecimiento, una tasa que se alcanzó por última ocasión el segundo trimestre de 2012. Por lo que la pregunta más importante a hacer en este momento es ¿cómo es posible lograr un crecimiento económico sostenido?
Existen al menos dos caminos que pueden ser considerados: el impulso del comercio hacia el mercado externo o el impulso al mercado interno. Por el lado del mercado externo, la reciente firma del T-MEC puede asegurar el volumen de comercio que México ha intercambiado con Estados Unidos desde la firma del TLC en 1994.
Esto permitirá que las exportaciones mexicanas de automóviles, electrónicos y petróleo crudo aporten al crecimiento nacional. Si bien las nuevas reglas de auto-certificación del origen de los bienes pueden implicar mayores costos a dichas industrias, una vez bajo cumplimiento pueden acceder a las preferencias arancelarias.
Los requisitos sobre reglas de origen, el contenido de la mano de obra y la restricción para lograr acuerdos comerciales con países que no son “de libre mercado” (p. ej. China) pueden imponer barreras a empresas que no cuentan con cadenas de suministro internacionales.
Una segunda fuente de crecimiento es el mercado interno, que representa más de 90% de pequeñas y medianas empresas (pymes) que existen en el país y que dan empleo a millones de personas.
Ante un escenario donde el gobierno de Estados Unidos ha ligado los temas de migración con los comerciales y que puede provocar un cierre de fronteras no sólo para las personas sino para los productos, el mercado interno puede convertirse en una alternativa ante esta “privatización de la globalización”.
Las pymes tienen el potencial de conformar cadenas de suministro locales, conocen las realidades del consumidor mexicano quien se orienta al consumo básico y que tiene presupuesto limitado y que, sobre todo, ha desarrollado redes de proveedores y clientes leales más allá de la pura transacción económica.
Sin embargo la falta de sofisticación tecnológica y planes de sucesión padres-hijos poco claros puede minar sus esfuerzos. Aún es temprano para apostar por alguno de los dos caminos pero es necesario no descartar opciones, sobre todo ante la zozobra que plantea la dinámica económica global y los cálculos de la Cuarta Transformación. Al tiempo.
Profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México
Email: pavel.reyes@anahuac.mx