Los índices de medición externos son útiles para encuadrar el momento que vive México en el contexto internacional, sobre todo en lo que se refiere al emprendimiento y la innovación, antecedentes clave del desarrollo económico.

En relación con la innovación, México se ubicó en el lugar 56 de 126 países analizados por el Índice Global de Innovación en su reporte de 2018.

Dicho índice de innovación incluye información que va desde el contexto económico, la sofisticación de los modelos de negocio y alianzas que logran las empresas, hasta el volumen de estudiantes egresados de carreras de ciencias e ingeniería.

Cuando, en 2013, México se posicionaba en el lugar 63, mostraba mejoras en el medio ambiente de negocios así como en la difusión de tecnologías de información y telecomunicaciones como ventajas, mientras que también existían debilidades como la extensión de créditos productivos y una baja proporción de empleos en el sector de alta tecnología.

Después de subir siete lugares en el índice de la innovación para 2018, aunque el país muestra fortalezas en el número de ingenieros graduados, una tarea pendiente es generar una mayor interacción entre empresas que diseñan productos y servicios innovadores con otros actores clave como el gobierno o la academia. Una mayor inversión en innovación también es otra tarea que sigue pendiente.

Por otro lado, en referencia con la promoción del emprendimiento, para 2017 México ocupaba el lugar 23 de entre 54 países, en los que recolecta información el Monitor Global de Emprendimiento.

Aspectos como el financiamiento a emprendedores (donde México ocupaba el lugar 33) así como los programas específicos de apoyo (lugar 18), políticas de gobierno efectivas (lugar 21) e impuestos y burocracia (lugar 26) son considerados dentro del cálculo del índice.

Es interesante señalar que la actividad emprendedora en el país es ligeramente mayor que el promedio global de los países analizados. Preocupa que, para 2015, en la proporción de nuevos negocios que sobreviven más de 42 meses, México alcanzaba 6.86% mientras que para 2017, este porcentaje cayó hasta 1.40%.

El promedio global era de 8.50%. por otra parte, el país subió de 18.31% hasta un notable 31.71% en lo que se refiere a la tasa de innovación de los emprendedores, que mide los productos nuevos que son lanzados al mercado. El promedio global es de 26.50%.

El reporte llama la atención sobre la baja educación en temas de emprendimiento en universidades, en financiamiento a nuevos negocios y la facilidad de hacer negocios como barreras al emprendimiento aunque también reconoce que la infraestructura física y el mercado interno han facilitado de la actividad emprendedora.

Ambos reportes permiten una lectura de logros modestos. Escalar lugares en los índices internacionales impone un esfuerzo concertado de todo el ecosistema emprendedor pero también del gobierno.

Al menos dos recientes medidas de gobierno pueden impactar directamente el lugar que ocupa actualmente México en los índices comentados: por un lado, la virtual desaparición de Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM), que entre sus tareas fundamentales está el financiamiento y fomento a la actividad emprendedora así como el fortalecimiento de capacidades de familias y personas puede disminuir el número de nuevos negocios.

Por otro lado, la falta de continuidad en la entrega de programas de apoyo a la innovación y los fondos sectoriales destinados a empresas medianas y grandes por parte de Conacyt podría impactar el desarrollo de tecnologías.

Mientras que hasta hoy, los apoyos a la innovación se han enfocado en diseñar productos y servicios para posteriormente buscar mercados, una alternativa es orientar los esfuerzos hacia la demanda. Es decir, alinear las grandes prioridades de desarrollo nacional con el diseño de tecnologías innovadoras que resuelvan los problemas del país. Un instrumento para lograrlo es la llamada compra pública de innovaciones.

Un caso de reflexión lo ofrecen las deficiencias señaladas por Mario Molina sobre los programas ambientales de la Ciudad de México para mitigar las contingencias ambientales: sería posible articular la problemática urbana de tal manera que tanto emprendedores de alto impacto como medianas y grandes empresas participen conjuntamente en el desarrollo de soluciones técnicas.

Cuando un prototipo tecnológico se encuentre en etapas de prueba, el gobierno de la ciudad podría comprometerse a su compra. Con ello, se lograría la atención de una problemática social al tiempo que se detona la innovación y el emprendimiento. Estas actividades son críticas de cara a una transformación sistémica que potencie el desarrollo nacional.

 
Académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México.
Email: pavel.reyes@anahuac.mx

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