El tipo de cambio spot (interbancario 48 horas) cerraba a la venta por debajo de los 18 pesos por dólar el 17 de abril. Un amigo pro Andrés López Obrador (AMLO) se jactaba de que ello probaba que los inversionistas ya no le temían al candidato que encabezaba ampliamente las encuestas por lo que la victoria era inminente. En realidad, la fuerte apreciación del peso no tenía nada que ver con las apuestas electorales, sino más bien con la percepción de que el TLCAN 2.0 estaba cerca de ser “firmado en principio”.
El 8 de mayo, la cotización spot ya se ubicó en los niveles de 19.58 pesos y otro amigo anti AMLO alertaba que eso era reflejo de la preocupación de los inversionistas por los enfrentamientos que ha tenido con el sector privado. Si bien es cierto que la paridad ya comienza a reflejar preocupaciones por el proceso electoral, en realidad las fluctuaciones se deben a muchos otros factores y que son más relevantes en estos momentos.
En ambos ejemplos, se trata de recurrir a “hechos estilizados” para apoyar o refutar una hipótesis a partir de la coincidencia de dos sucesos, pero sin que uno sea causa y efecto del otro. Esto es común en momentos en los que las filias y las fobias llevan a las personas a apoyar o rechazar una propuesta electoral, por lo que las discusiones se vuelven meramente retóricas.
Sin embargo, el debilitamiento del peso ha estado causado por una gran variedad de eventos, que en muchos casos tiene que ver con la fortaleza del dólar frente a las divisas del resto del mundo: los geopolíticos como las tensiones entre Estados Unidos (EU) e Irán por el rechazo al acuerdo nuclear de la administración Trump, las amenazas verbales de Corea del Norte y las vociferantes respuestas del presidente de EU, la crisis diplomática por los bombardeos en Siria, por mencionar los más recientes.
Otra importante dosis proviene del creciente temor de una guerra comercial entre China y EU por la aplicación de aranceles por “motivos de seguridad nacional” como lo fue el caso del aluminio y el acero, pero que sea ampliado a más productos y la respuesta de represalias del gigante asiático, que llevó a que el representante comercial de EU, Robert Lighthizer viajara a China para buscar un arreglo.
Los temores a una mayor inflación en EU por una economía que pudiese sobrecalentarse por el estímulo que generará la reforma fiscal que entró en vigor en enero; a su vez el mayor incremento del precio de los energéticos y otras materias primas ha estado generando presiones inflacionarias que han sido detectadas por las autoridades monetarias, y que se han reflejado en un disparo del rendimiento de los bonos del tesoro de largo plazo, generando el fortalecimiento del dólar.
La aversión al riesgo también es propiciada por efectos indirectos de los problemas cambiarios en economías emergentes como Rusia, Turquía, Sudáfrica, Brasil y sobre todo Argentina también han repercutido en las fluctuaciones del peso mexicano, no por contagio sino para compensar las pérdidas de los fondos globales de inversión.
Adicionalmente, la posibilidad de destrabar los temas más complejos de la renegociación del TLCAN, para que se logre un acuerdo antes de las elecciones del 1 de julio se ve más remota, lo que ha generado presiones en la paridad. No se sabe todavía cuál será la respuesta de EU a la propuesta mexicana de subir el contenido regional de 62.5 a 70%, dejando un periodo de cumplimiento de 10 años.
Si bien gran parte de la atención de la modernización del TLCAN se ha centrado en la industria automotriz porque participa con cerca del 33% de las exportaciones totales de México, las complicaciones en otros sectores como el agropecuario o en otros temas siguen generando serias dudas de que se pueda lograr la aprobación en el corto plazo, a pesar del tono optimista de las declaraciones oficiales.
Paradójicamente, da la impresión de que ahora es la Administración Trump la que usa el factor AMLO como un instrumento de presión para que la parte mexicana flexibilice sus posiciones en los diversos aspectos de las negociaciones del TLCAN, a la inversa de lo que sucedió con el TLCUEM, según lo señalaron los Verdes europeos.
Finalmente, el proceso electoral no es un asunto menor. Si bien es cierto lo que dijo el candidato de “Todos por México” en el programa Tercer Grado de que el tipo de cambio se apreció en 2006, en 2012 y junio de 2017 al anunciarse resultados desfavorables para López Obrador, alentar miedo podría no funcionar esta vez y lo más preocupante es que si la paridad se deprecia posteriormente, podría cancelar la tendencia descendente de la inflación por el efecto del traspaso a los precios y de paso revertirse el repunte de la confianza del consumidor.
Catedrático de la EST-IPN
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