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El 19 de julio, el Parlamento israelí (Knesset) adoptó una nueva ley básica que considera a Israel como “el Estado-nación del pueblo judío". La medida fue aclamada como histórica por grupos de la derecha israelí, pero fue denunciada por centristas e izquierdistas como racista y antidemocrática.
La nueva legislación fue aprobada por pequeña mayoría: de 62 a 55, con dos abstenciones y una ausencia. “Este es un momento decisivo en los anales del sionismo y los anales del Estado de Israel” dijo un jubiloso primer ministro Benjamin Netanyahu. “Hemos determinado en la ley el principio fundador de nuestra existencia”. Los opositores dicen que la ley dañará inevitablemente el frágil equilibrio entre la mayoría judía del país y la minoría árabe, que constituye aproximadamente 21% de una población de 9 millones. Aunque la nueva ley confirma prácticas antiguas de las autoridades israelíes en su determinación de judaizar toda la Palestina histórica, da más legalidad a las acciones burocráticas contra los habitantes no judíos, entre otros aspectos.
La ley limita el derecho de autodeterminación en el país a los judíos. El derecho al retorno de los palestinos expulsados de sus tierras, que está consagrado en las resoluciones de la ONU, es negado para siempre. La aceptación de Israel como miembro de las Naciones Unidas estaba condicionada a aceptar el plan de partición de 1947 y el derecho al retorno de los refugiados palestinos según lo estipulado en la resolución 194 de la Asamblea General. A Jerusalén le fue otorgado un estatus internacional especial; la nueva ley lo considera enteramente capital de Israel con las Alturas del Golán, ocupadas de acuerdo con el derecho internacional, como parte de Israel. Declara “el desarrollo de los asentamientos judíos como un valor nacional” que contradice todos los llamamientos de los emisarios de paz en el último cuarto de siglo y abre el camino para más confiscación de tierras palestinas y consolidación de la política de asentamientos.
El idioma árabe, que era un idioma oficial junto con el hebreo fue degradado a un lugar secundario. Según el sitio Al-Monitor, el editor de la agencia de noticias Maan, Nasser Laham, escribió un editorial sobre el tema, bajo el título Imagínese si el inglés no es un idioma oficial en Gran Bretaña, donde dijo que “el hebreo moderno, que costó miles de millones de dólares a Israel apoyar, no durará mucho tiempo en comparación con el idioma árabe”.
La nueva legislación enfureció a los palestinos dentro y fuera de Israel. Ayman Odeh, el jefe del grupo parlamentario árabe, dijo a miles de manifestantes en Tel Aviv el 14 de julio: “El proyecto de ley del Estado no nos hará desaparecer, pero dañará enormemente la democracia”. Otros miembros árabes de la Knesset llamaron a Israel un Estado de apartheid. Hanan Ashrawi, de la OLP, declaró: “La ley del Estado-nación judía otorga licencia para el apartheid, la discriminación, la limpieza étnica y el sectarismo a expensas del pueblo palestino. Dicha legislación racista y perjudicial es ilegal según todos los estándares del derecho internacional, la democracia, la humanidad, la justicia, la tolerancia y la inclusión”.
Los oponentes israelíes no fueron menos críticos. Gershon Baskin, un politólogo israelí, describió la aprobación de la ley como “el día más oscuro de la ya desafiada democracia de Israel... los ciudadanos palestinos de Israel, según el régimen de Netanyahu, representan una minoría apenas tolerada”. Brian Reeves, del movimiento Peace Now se lamentó: “...El proyecto de ley reemplaza oficialmente la democracia liberal de nuestro país por una étnica... Los fundadores de Israel defendieron firmemente la noción de que todas las personas en el Estado deben ser tratadas equitativamente y consagraron los conceptos de democracia e igualdad en la Declaración de la independencia”. El balance hecho por los líderes israelíes vacilando entre la democracia y el judaísmo del Estado recibió un duro golpe del gobierno de la más extrema derecha en los 70 años de historia de Israel.
Netanyahu y su coalición están presionando sus ventajas en muchos frentes. Más control sobre los medios noticiosos, erosionando la autoridad del Tribunal Supremo, restringiendo las actividades de los grupos liberales, moviéndose a la anexión de facto de partes de Cisjordania y socavando la policía al limitar los efectos de sus múltiples investigaciones de corrupción contra el primer ministro y su esposa. El apoyo estadounidense sin precedentes de la administración Trump jugó su papel para envalentonar a los nacionalistas de Israel, como en muchas otras naciones últimamente.
La decisión tomada por la derecha israelí en su legislación sobre la ley del Estado-nación judía ha eliminado un problema importante que enfrentan los palestinos en su lucha contra Israel en el ámbito internacional. Tuvieron que enfrentar la impresión altamente promovida durante mucho tiempo, de que Israel es la única democracia en la región, a pesar de sufrir por su política de prácticas opresivas y abusivas que pasan por alto las capitales mundiales. La nueva ley es una demostración flagrante de la naturaleza real de una entidad colonial en la costa oriental del Mediterráneo.
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011nouhad47@yahoo.com