La tarde de este lunes, en víspera de la Noche Buena, se dio la noticia del trágico accidente de helicóptero que enlutó al gobierno de Puebla. La pareja compuesta por Martha Erika Alonso Hidalgo y Rafael Moreno Valle sufre un accidente luego de atender una reunión en un municipio poblano. La noticia cayó como bomba para la clase política del país, que se desvivió de atenciones lamentándose este incidente y exigiendo una aclaración sobre las causas que lo originaron.
Ante esa noticia que mantuvo a Twitter ocupada y en donde algunos comentarios se salieron de proporción, se olvidaba en dónde realmente se centraba el legado de esta pareja de fallecidos. Gobernar Puebla, quizá uno de los estados en donde el PAN pensaba dejar su influencia para otros 6 años, en realidad vivía una situación local de monopolio electoral por dos razones: 1) La mujer propuesta no era cualquier persona, se trataba de la esposa del gobernador, que hablando de rara democracia o de democracia bizarra, el entonces gobernador y su sucesor Antonio Gali Fayad, se aventuraban a que se les comprobara el presunto apoyo de recursos públicos que la suspicacia podría ventilar de bote pronto, 2) Los “Chuchos” no pudieron amarrar por mucho tiempo las esperanzas de gobernar de Miguel Barbosa, amague que mantuvo en suspenso la posibilidad de operar el Proyecto Transexenal del que fue acusada esta pareja por el entonces candidato al gobierno de Puebla de “Juntos haremos historia”.
Las noticias de estos días se centrarán en la ceremonia luctuosa de estos gobernantes poblanos, pero la opinión pública olvida desde dónde se importó esta manera de gobernar buscando la gloria que triunfalmente garantiza el despliegue de una maquinaria electoral como la que se montó en Puebla. No dudamos que el “vallemorenismo” que obviamente no es el PAN, tuviera mente propia y corazón obstinado, pues sólo hacía falta ver el lucimiento personal del gobernador poblano para asegurarle su condición arrojadiza. Pero dos mentes iguales pueden atender lo mismo y con éxito probado si se piensa en los medios y no en los fines. ¿Cómo se consiguió que esa dupla se procreara? Es una pregunta que la clase política mexicana se hizo cuando Diódoro Carrasco Altamirano fue llamado a ejercer la Secretaría General de Gobierno de Puebla. Sus más próximos colaboradores como José Antonio Hernández Fraguas lo pensaron más de una vez, porque en primera instancia Hernández Fraguas fue uno de los que le pelearon la residencia al hoy gobernador de Oaxaca Alejandro Murat, y en esa misma elección obtuvo con filiación priista la alcaldía de Oaxaca de Juárez.
Diódoro demostró capacidad en el manejo de las elecciones, que no pudo pelear desde el interior de su ex partido, en donde lo comenzaron a ningunear una vez que el Muratismo consiguió desterrarlo políticamente del estado que ambos gobernaron. Diódoro no vio perdido su liderazgo y su sistema lo reencontró en la figura de Moreno Valle. Hace poco la diputada del PT Guadalupe Muciño Muñoz denunció que la cancelación de la cita que Diódoro tenía con el Congreso poblano, permitía secundar arbitrariedades en las recientes elecciones a gobernador considerando sospechosa esa cancelación proviniendo del personero del gobernador Gali, lo que en realidad siempre se supuso lo fue de la pareja Moreno-Alonso.
Diódoro es un convencido que el profesional en política motiva los medios aunque se trastornen los fines, es un Maquiavelo que aceita la máquina para ganar, aunque se encuentre en peligro el ver revocados los resultados. Moreno Valle lo supuso pero como buen negociador lo mandó primero a una oficina en donde Diódoro mandaba a los novatos: la representación de Puebla en el Distrito Federal (sic). Con el PRD-PAN en maridaje consolidado, los “Chuchos” mantenían a un poblano titilándole la emoción de gobernar su estado, pero los Morenistas hicieron dos cosas atrevidas o igual de bizarras que el entonces Gobernador de Puebla: 1) Se anticiparon a cortar con el PRD en el 2014, 2) y le aventaron el cebo a Barbosa, que sólo esperaba la cita con Morena, pues hasta dormía con la ropa puesta.
Ya se sabe después qué le sobrevino a esa contienda electoral y del incierto futuro que le puede esperar a Diódoro Carrasco Altamirano.
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