Ahora que están muy fuertes los festejos por el 50 aniversario de los Juegos Olímpicos de México 1968, hay que destacar que a diferencia de la mayoría de los grandes eventos de la actualidad, aquellos fueron Juegos 100% hechos para el pueblo. Desde la participación de voluntarios, edecanes, y toda la gente que vivió día a día cada una de las competencias, la inauguración y la clausura, los hicieron muy especiales.
Aquellos Olímpicos fueron disfrutados por todos los mexicanos, y no como se ve ahora en muchos de estos eventos (como en los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011), en que los boletos para los diferentes deportes y sedes no llegan a la gente, sino que se quedan en las empresas que tienen compromisos con patrocinadores, que si bien es cierto invierten grandes cantidades de dinero, se llevan infinidad de entradas que muchas veces son desperdiciadas.
Por eso muchas veces se ven las instalaciones vacías, así pasó en Guadalajara, no había boletos al alcance de los aficionados, pero las instalaciones estaban vacías, ya que a los clientes de los patrocinadores no les interesa ir a muchos de los eventos, dejando sin oportunidad a gente que sí quiere asistir.
Recuerdo que para la inauguración en 1968, el costo de la entrada fue de 25 pesos. El estadio estuvo lleno y todos aquellos que aseguraron que el pueblo de México, así en general, estaba en contra de los Juegos, no fue así… Hay que decir que a pesar de la molestia que existía después de los terribles actos del 2 de octubre del Ejército y la policía, mucha gente luchó porque se realizaran los Olímpicos, aunque sin olvidarse del apoyo para los estudiantes, comunidad (de universitarios y politécnicos) que también tuvo una importante participación en los Juegos. La verdadera intención de los jóvenes estudiantes no era boicotear los Juegos, sino conseguir el respeto a su autonomía y mantener la lucha contra la represión, pero no buscaban echar abajo los Olímpicos.
“Juegos no, Guerra sí”, fue una propaganda que inventaron algunos políticos de la época, que convenía a sus intereses, pero que no reflejaba el pensamiento de todo el pueblo de México, ya que hay que decir que si la gente no hubiera querido que se realizaran, en verdad que no se hacen. Pero al final fueron un éxito y dejaron huella en la historia del olimpismo, ya que se vivieron episodios inigualables, como después de la clausura, cuando los atletas y el público se unieron para recorrer las calles desde Insurgentes hasta Reforma en una fiesta total.
Tan es así que a la fecha se tiene un gran recuerdo de esos Juegos organizados por los “Héroes Anónimos”, héroes encabezados por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, presidente del comité organizador, y Alejandro Ortega San Vicente, secretario general. Un esfuerzo que valió la pena y que a la fecha se recuerda con gran cariño, por eso los festejos que hoy vivimos y que vuelven a darle vida a esos Juegos que fueron, en verdad, los del pueblo.