Lo ocurrido con Lupita González, subcampeona olímpica en Río 2016 en marcha 20 kilómetros, es realmente una pena. Se trata de una señorita excepcional, que se ha dedicado en cuerpo y alma a su trabajo y que hoy vive un momento complicado tras ser suspendida cuatro años al dar positivo por trembolona, según informó la Unidad de Integridad del Atletismo (UIA), y por lo que no participaría en los Juegos Panamericanos Lima 2019 y los Juegos Olímpicos Tokio 2020.
No tengo idea por qué este tipo de cosas le pasan a la gente buena. Sé que todos los atletas son responsables de lo que entra a su cuerpo, pero también conozco a Lupita desde hace mucho tiempo y no es una deportista que haya mostrado indicios de buscar el camino fácil, el del dopaje.
Entiendo que el argumento de la marchista es un descuido en la ingesta de carne contaminada y con este apelará el castigo en el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS por sus siglas en francés). Sé que ya se asesora y preparan esta defensa, pero hay algo que no me queda del todo claro y es una pena.
En este tema, todo mundo opina y todos lamentan la situación, pero hemos sabido de muy pocos que realmente levanten la mano para ayudar a Lupita con su defensa. Todo mundo duda de qué fue lo que pasó, de qué fue lo que comió y lo único con lo que se quedan es con lo que informó la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF).
Para aquellos que en otros momentos de la carrera de González se han visto cercanos a ella —como cuando fue segundo lugar en el Campeonato Mundial de Londres 2017— el mensaje es claro: Así como se colgaron las medallas que ha ganado (hablo sobre todo de los dirigentes), con ese mismo interés y hasta que no se desestime el último argumento en busca de saber si es culpable, tienen que apoyarla.
Y una de esas instituciones que debe apoyarla en todo momento es la Secretaría de Marina, ya que cuando hubo logros siempre fueron de los primeros en dar a conocer que es una extraordinaria deportista, representante de la Semar y un ejemplo para los suyos. Bueno, pues ahora es momento de que le tiendan la mano en busca de una buena estrategia para su defensa.
Pero no son los únicos, también le toca a las autoridades deportivas buscar las causas y toda la información respecto a este caso, no dejarla en el olvido y no dejar a la atleta sola. Lupita debe ser escuchada y si ya no siente que en la IAAF tenga esa oportunidad, qué bueno que irá directamente al TAS.
Ahora es cuando más necesitará de aquellos que se han vanagloriado con sus victorias, para que la apoyen para esta pelea.
Profesor