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Se cumplen ocho días de celebración por los Juegos Olímpicos de 1968 que se llevaron a cabo de gran manera en México y da gusto que ha habido homenajes de toda clase, como la presentación de un libro hecho por la escuela José Ramón Fernández, un material bien estructurado por los alumnos de la licenciatura en periodismo deportivo, con el que es grato saber que los jóvenes se han interesado por la historia de nuestro deporte.
Sin embargo, de todos estos homenajes quiero destacar uno. Quizá el más importante por lo que representa y porque se trata de un grupo de deportistas que lograron cosas increíbles. Todos ellos llamados: “Los Hombres del Agua”, integrantes de los equipos de natación, polo acuático y clavados que participaron en 1968.
Este grupo, que mínimo cada cinco años se reúne, se juntó de nueva cuenta en este 50 aniversario de los Juegos en México. Precisamente ayer, volvieron a estar en un mismo lugar todos los que participaron en los Juegos, encabezados por grandes personajes como Luis Niño de Rivera y Bertha Baraldi, ambos representantes de los clavadistas.
Fueron cerca de 70 personas, entre invitados especiales y familiares; algunos vinieron de provincia y otros, incluso, del extranjero. Pero todos con el ánimo de volver a estar frente a frente con aquellos con quienes disfrutaron grandes momentos. Fue una convivencia de más de cinco horas en el restaurant Arroyo, con mariachis, un programa bien estructurado, memorias en video, playeras del evento, así como una revista de los “Héroes Anónimos” (editada por Alejandro Ortega San Vicente), en la que se marca la historia de cómo se hicieron estos Juegos.
Su unión como familia los ha hecho sobresalir. El trabajo y la logística de Niño de Rivera, así como de Gabriela Altamirano ha sido en verdad magnífica y por lo que siempre se habla de los famosos “acuáticos”. De estos personajes, la mayor parte son profesionistas exitosos y saben el valor de tener esos nexos de amistad y de compañerismo.
El liderazgo de Niño de Rivera es increíble, la convocatoria fue hecha, también, por Alejandro Ortega San Vicente, secretario general del comité organizador de México 1968 y el segundo hombre más importante en esos Olímpicos, sin olvidar a Pedro Ramírez Vázquez, presidente del comité organizador, aunque hay que recordar que en lo deportivo Alejandro fue fundamental, al lograr que los deportistas mexicanos estuvieran cien por ciento preparados, lo que se tradujo en las nueve medallas conseguidas, que es la mejor marca de nuestro país en unos juegos olímpicos.
También recordamos a Ronald Johnson, quien fue el entrenador que logró que México tuviera dos medallistas en natación: Felipe Muñoz, oro en los 200 metros pecho, y Maritere Ramírez, bronce en los 800 metros libres, además de siete finalistas. Y para rememorar mucho de lo que hizo Ronald en nuestro país, también se les entregó su libro, Un romance con el agua, de más de 300 páginas y momentos inmejorables. Una reunión inolvidable, porque más allá de los homenajes que se han hecho a lo largo de estos días, la familia que han hecho los “acuáticos” es otro ejemplo de lo que los mexicanos podemos hacer cuando nos unimos con el corazón.
Profesor