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Cuando terminó la preparatoria en el Instituto Bilingüe Carlos Dickens, en la ciudad de Córdoba, Veracruz, Claudia Ros Gómez, de 18 años, era bilingüe y hablaba un poco de francés, lo cual la ha ayudado en su nueva etapa como estudiante de primer semestre en la licenciatura de Antropología en la UNAM.
En entrevista con EL UNIVERSAL, recuerda que su escuela tenía un sistema en el cual los profesores ayudaban a los estudiantes a prepararse para elegir las mejores opciones universitarias y para pasar los exámenes de ingreso de ser necesario. Además, durante toda su educación obligatoria llevó idiomas y educación artística, narra.
“Cuando cambié de un sistema privado a la escuela pública, sentí una gran diferencia, totalmente. Mi escuela no era grande, así que el principal cambio que sentí fue la diversidad y el trato que recibes de los maestros, eso lo resentí. En las escuelas privadas los grupos son más reducidos y los maestros están más dedicados a ti”, declara.
Lamenta que no todos los jóvenes tengan las mismas oportunidades que ella de prepararse, aunque dice que también en el sector privado hay escuelas “barco” y que también depende de la dedicación de cada alumno. En su caso, señala, tanto la escuela como los profesores estaban preocupados de que ella tuviera una formación integral y que alcanzara su meta, que era quedarse en la UNAM, además de tener un seguimiento personalizado de su historial académico. Declara que para ella, la principal razón para estudiar en la UNAM y no en una escuela privada es el prestigio que le dará como profesionista, por ser ésta la mejor institución de educación superior del país, además de otras ventajas que ofrece, como su infraestructura y las actividades académicas y culturales fuera del horario de clases.
“En mi caso, creo que el prestigio fue lo que más pesó. Muchas veces las preparatorias privadas tienen convenios con otras universidades, entonces entras con pase directo. Si tienes buen promedio, te dan becas buenísimas. No siento que sea el factor económico, porque una vez que estás en una preparatoria privada, tienes muchas puertas abiertas”, comenta.
Claudia piensa que haber ingresado a la UNAM a través de un concurso de selección le traerá ventajas a futuro, puesto que tuvo que competir con muchos otros jóvenes por su lugar, además de que lo más difícil de la prueba fue la presión y el estrés a la cual están sometidos los jóvenes. Narra que el examen “en sí no es muy difícil, no es como que necesitas otro nivel. Los factores que me impulsaron muchísimo son las oportunidades que te da, te abre muchas más puertas que si me hubiera ido a otra universidad. En el ámbito en el que me quiero desarrollar, en la investigación, la UNAM me puede abrir muchas puertas que otras universidades no. Tenemos la biblioteca, eventos, te ofrecen tantas cosas y es muy diverso. La formación que tienes dentro de una comunidad tan variada creo que vale la pena”.