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En México hay al menos 20 mil familias que se encuentran en riesgo ante los efectos de fenómenos meteorológicos como tormentas y huracanes, al habitar en alguna de las 700 zonas de laderas que se concentran en los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Puebla. Especialistas advirtieron que se requiere de una mayor cultura de prevención de riesgos, pero también de una mejor planeación urbana para evitar que la población habite zonas riesgosas como barrancas o las orillas de ríos, que ante la presencia de algún fenómeno hidrometeorológico representan un peligro.
Luis Felipe Puente Espinosa, coordinador Nacional de Protección Civil de la Segob, comentó a EL UNIVERSAL que se tienen identificadas al menos 700 zonas de laderas en el país, pero podrían existir más debido a que la población se asienta en zonas alejadas, por lo que se dificulta su registro.
“Son mucho más que 15 mil o 20 mil familias que habitan en estas laderas y que estamos mandándoles siempre a los titulares de Protección Civil, recomendaciones de cuidado para la vida de estas personas, sobre todo en temporadas de lluvias. No son desarrollos autorizados por algún alcalde, [son] pequeños grupos de gente que se dedican a la agricultura o a la ganadería y que, de repente, a dos horas de distancia de una comunidad, por caminos de terracería, te encuentras con casas en las laderas”, dijo.
Comentó que en los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Puebla se concentra el mayor número de laderas en donde familias se han asentado desde hace décadas y que una lluvia que permanezca estacionada durante varios días en la misma región puede afectarles más que un huracán a una zona costera, puesto que los ciclones se pronostican, pero las precipitaciones fluviales cambian su comportamiento constantemente.
“Me preocupan siempre estas zonas, porque son laderas habitadas. Ya lo vimos el año pasado en Puebla, en la Sierra Negra, tuvimos deslaves importantes y son porque tenemos una tradición histórica de construir a la orilla de las montañas y de alguna manera estas zonas en la temporada de lluvias se vuelven más riesgosas”, expresó.
Para la actual temporada de precipitaciones se esperan seis tormentas tropicales en el océano Pacífico, cuatro huracanes entre categoría uno y dos y seis que pueden llegar a categoría cinco, pero su intensidad dependerá de la temperatura del mar, así como de los vientos; mientras, en el océano Atlántico se pronostican siete tormentas tropicales, dos huracanes categorías uno a dos y dos más intensos que pueden ir de tres a cinco.
Detalló que en las zonas bajas de costa, la población tiene protocolos establecidos sobre las acciones que deben realizarse ante la presencia de un huracán o una tormenta tropical, pero en las zonas de laderas en las montañas prevalece la idea entre los habitantes de que no pasa nada y por ello no tienen definido qué hacer ante una emergencia de este tipo.
Puente Espinosa comentó que para atender a la población de las laderas se están realizando brigadas, integradas principalmente por jóvenes, para que lleguen a las comunidades alejadas y brinden información a los habitantes sobre las medidas de prevención que deben tomar frente a una tormenta. Advirtió que una de las dificultades para informar a la población sobre los riesgos es que no hablan español, por lo que deben difundir las indicaciones en lenguas indígenas.
Aseguró que México se encuentra mejor preparado para enfrentar los impactos de los fenómenos hidrometeorológicos, puesto que entre 2014 y 2017 se han reducido en más de 60% los costos económicos y de vidas: “La gente ha aprendido cada vez más y esperamos que siga aprendiendo, entre más cultura tenga la gente, podremos salvaguardar más vidas”.
En el mismo periodo se redujeron en más de 70% los costos por daños a la infraestructura causados por estos meteoros. “Después de Ingrid y Manuel hemos tenido el huracán Patricia, pero ya no tuvimos los mismos daños ni las mismas pérdidas de vida, esto significa que estamos avanzando”.
Asentamientos irregulares, tolerados por gobiernos locales
Armando Saldaña Flores, director general de Ordenamiento Territorial y Atención a Zonas de Riesgo de la Sedatu, reconoció que las autoridades locales han permitido a la población asentarse en zonas riesgosas, puesto que han vivido en esas áreas por generaciones; dijo que los tres órdenes de gobierno deben promover que las familias dejen de vivir en laderas, mientras que los gobiernos locales deben notificar a estas poblaciones del riesgo que implica asentarse ahí.
“No hay dinero federal, estatal y municipal que alcance para reubicar a toda la población del país que se ha asentado en estas zonas, desafortunadamente las condiciones económicas de esta población no permiten que ellos compren un predio en un lugar más seguro. Son familias que se han ido asentando por generaciones y las autoridades locales no han obligado a la gente a que no lo haga, permiten que se asienten ahí y cuando se presentan los riesgos todos padecemos las consecuencias”, señaló.
Refirió que, según el Inegi, más de 60% del territorio del país es susceptible de sufrir los embates de algún fenómeno natural, ello debido a las condiciones geográficas. En ese sentido, destacó que se han realizado 205 estudios denominados Atlas de riesgos municipales, mediante los cuales los ayuntamientos detectan las zonas de vulnerabilidad y las alcaldías pueden focalizar los esfuerzos de prevención.
Rezago en cultura de prevención
Luis Miguel Morales, investigador del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM, comentó que aunque se ha avanzado en materia de Protección Civil, prevalecen varios rezagos en cuanto a fomentar una cultura en la materia, sobre todo en estados como Guerrero, Oaxaca, y Chiapas, además, existe una “gran carencia” de recursos en los organismos de protección civil municipales que requieren mayor capacitación y equipo para realizar sus tareas.
“ Lo que se hace es atender emergencias, pero una vez que ya ocurrió el desastre, hay un rezago. Hay avances sí, pero todavía hay retrasos importantes, la cultura de la prevención no ha permeado totalmente en la población mexicana, no solamente debido a falta de recursos y de programas específicos, sino también en los diferentes niveles educativos, cómo debe actuar la población ante un desastre”, indicó.
En cuanto a los asentamientos irregulares en zonas de laderas, comentó que la reubicación de estas poblaciones es difícil, porque se debe convencer a la gente de abandonar su lugar de origen, pero además no hay suficientes sitios para reubicar a toda esta población. “No hay suficientes espacios para que esta gente se asiente, no es tan fácil de resolver este problema, a pesar de que hay voluntad del gobierno para hacerlo, el mejor elemento para disminuir la vulnerabilidad es quitar a las personas de las zonas de riesgo, pero es un problema complicado”.
Mayor planeación urbana
Lorena López, directora de Investigación Social de la organización TECHO, resaltó que se requiere de mayor planificación urbana, así como de información sobre los asentamientos irregulares en zonas riesgosas: “No podemos conocer cuál es la magnitud del problema, desgraciadamente no contamos con información sobre los asentamientos humanos irregulares en situación de pobreza y, por tanto, no podemos pensar en que las políticas públicas que se hacen puedan ser eficientes”.
Comentó que además del peligro que implica asentarse en zonas de laderas, estas comunidades también presentan condiciones de pobreza, lo cual hace que los fenómenos naturales se conviertan en “riesgos latentes”.
“Aunque falta cultura de prevención, muchas veces ésta no se desarrolla por falta de ganas de la población, sino porque no hay otras opciones para buscar donde asentarse, no hay opciones para adquirir mejoras para vivienda”, expresó.