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En el país “no hay un rincón donde un mexicano pueda sentirse seguro y vivir en paz”, aseguró la Arquidiócesis Primada de México a través del editorial del semanario religioso Desde la Fe, en el que también lamentó el “drástico” aumento de muertes violentas.
Bajo el título “Los culpables”, consideró que “la corrupción va de la mano de la impunidad de la clase política que también es culpable de la violencia que nos tiene sometidos”. En el texto, retomó datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que advierten que 2016 cerró con 22 mil 967 víctimas fatales a causa de la violencia.
Señaló que de enero a mayo de 2017 se reportaron 11 mil 156 asesinatos, “lo que confirma que la violencia sigue escalando sin que haya una estrategia o solución efectiva a este flagelo que afecta a todos, no sólo a las víctimas directas, sino también por las indirectas: familias enteras destrozadas, cuyo grito parece lanzarse al desierto de gobiernos indolentes e incapaces de ofrecer a sus gobernados lo primero a lo que están obligados: seguridad”.
La arquidiócesis encabezada por el cardenal Norberto Rivera subrayó que en el Congreso de la Unión se abrirá el debate acerca del Mando Mixto y el papel del Ejército en tareas de seguridad pública, dado que “hasta la saciedad se ha dicho que la causa de la violencia obedece a estructuras policiales corruptas. Esta unificación de los mandos —dicen— llevaría a la desaparición de corporaciones municipales para sanear los cuerpos policiales, dotándolos de elementos profesionales y más capacitados en las tareas de seguridad; sin embargo, la corrupción no es exclusiva de policías y más bien hay una cadena que hace suponer que el origen de la violencia es diferente”.
El artículo mencionó que los delitos y la violencia que azotan al país siempre están asociados con la huella de mandos superiores: “Basta pensar en los gobernadores omnipotentes que se han dedicado a saquear el patrimonio de los estados, fincándose como señores absolutos, mientras que, a la par de sus actos ilegales, los muertos se cuentan por centenas; en los presidentes municipales y mandatarios que en su momento rogaron el voto, prometiendo hacer diferentes las cosas, pero una vez en el poder, olvidaron, o mejor dicho, guardaron convenientemente sus promesas de campaña”.
Lamentó que funcionarios en los distintos órdenes de gobiernos hicieran “una perfecta mina de oro, otorgando beneficios a empresas y amigos para después correr al amparo del fuero constitucional y evitar la acción de la justicia, sospechosos de tropelías, mientras que policías y fuerzas armadas, rebasadas por el crimen, afrontan una guerra en franca desventaja”.
El editorial señala que la violencia y corrupción están relacionadas con los gobernadores “obsesionados en cuidar su imagen, que en su delirio por ocupar cargos más elevados, sus localidades miserables y pobres son presa y carne de cañón de la delincuencia; en los munícipes, mandatarios y funcionarios de distintos colores partidistas, quienes sin empacho tienen en grupos criminales a sus mejores efectivos, para proteger los narconegocios, como punto perfecto de su inexplicable enriquecimiento”.