El 6 de junio Norberto Rivera Carrera cumplirá 75 años edad, que marca el derecho canónico para que sacerdotes y obispos renuncien a su cargo.

Originario de la Purísima en el municipio de Tepehuanes, Durango, Rivera Carrera es hijo de Ramón Rivera Cháidez y Soledad Carrera de Rivera. Tiene una hermana que es religiosa; fue ordenado sacerdote el 3 de julio de 1966, en Roma por el Papa Pablo VI. De 1967 a 1985, trabajó pastoralmente en Durango, y en Río Grande, Zacatecas; fue miembro de la facultad del Seminario de Durango por 18 años y prefecto de disciplina.

El 13 de junio de 1995 fue designado como arzobispo primado de México por el entonces Papa Juan Pablo II; Rivera Carrera se desempeñaba como obispo de Tehuacán, Puebla.

La canonización de Juan Diego es considerada uno de sus aportes como arzobispo primado de México, puesto que fue el principal promotor de que este personaje se convirtiera en santo. En julio de 2002 el papa Juan Pablo II visitó México para canonizar a Juan Diego en una celebración eucarística en la Basílica de Guadalupe.

Su gestión al frente de la Arquidiócesis de México estuvo envuelta en varias polémicas que fueron desde lo financiero en situaciones como la construcción de la Plaza Mariana y su postura hacia temas como los matrimonios del mismo sexo, el aborto y hasta las acusaciones por el presunto encubrimiento de casos de pederastia.

Entre los episodios más polémicos resaltan la ruptura de Rivera Carrera con el abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, por el control del recinto Mariano.

En 2016 la visita del papa y el debate por la iniciativa presidencial para reconocer los matrimonios entre personas del mismo sexo en todo el país desatarían nuevamente la polémica en el arzobispado de México, el 6 de marzo la editorial del semanario Desde la Fe, órgano de difusión de la Arquidiócesis de México, se cuestionaba si había razones para regañar a los obispos y quién había “mal aconsejado” al pontífice.

Más tarde el vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, señaló que los escritos no responden al cardenal Rivera sino a un consejo Editorial.

Sobre el debate de los matrimonios igualitarios el cardenal sostuvo que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer, puesto que es el fundamento de la familia; durante una de sus homilías señaló que “defender los matrimonios entre hombre y mujer, así como el derecho de los niños a ser adoptados por un padre y una madre no es discriminar”.

ml

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