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La mayor participación de los hombres en el cuidado diario y la crianza de sus hijos biológicos o de otros de sus comunidades debe asumirse como prioridad urgente en la región de América Latina y el Caribe, establece un estudio.
El documento "Estado de la paternidad en América Latina y El Caribe" expone que no se trata únicamente de alentar a los hombres a involucrarse en la crianza de modo activo, corresponsable y cariñoso, sino de un tema de equidad de género, económico y de justicia social.
Un padre involucrado impacta positivamente en el desarrollo de sus hijas e hijos en diversas áreas, y la corresponsabilidad en los cuidados y en las tareas domésticas es clave para la igualdad de género, asienta el estudio difundido por MenCare, International Planned Parenthood Federation, Promundo, Masculinidades y Equidad de Género y MenEngage América Latina.
Por ello cambio cultural requiere de adecuaciones en las políticas, en los sistemas e instituciones, en los proveedores de servicios, en la elaboración de programas, así como en los esfuerzos de recolección y análisis de datos.
Aunque la mayor parte del trabajo de cuidado y crianza la realizan las mujeres, el documento establece que la paternidad es también un ámbito de bienestar y sentido de vida para los hombres, así como una puerta de entrada para abordar el cuidado de su salud y la prevención de la violencia.
Son muchas las razones para promover en la actualidad una mayor participación de los padres en el cuidado y la crianza, detalla.
No obstante, para ello se deben superar definiciones rígidas sobre qué es la paternidad y qué es la maternidad, así como avanzar hacia el objetivo de otorgar mejores condiciones para el cuidado y el desarrollo de los niños.
El análisis aboga por una mayor participación de los hombres, como padres y, en general, como participantes y protagonistas corresponsables.
Es decir, involucrarlos en el trabajo conjunto tanto con las mujeres como con las familias, y en todas las formas de relaciones familiares y de pareja, incluidas las familias diversas, padres gays, bisexuales o transexuales.
De esta manera, los niños contarán con un modelo de padre participativo y las niñas crecerán más empoderadas.
Ello, comenta, porque en familias con un padre involucrado en la crianza y lo doméstico las mujeres y las niñas tienen mayor probabilidad de alcanzar todo su potencial, ya sea en la política, la vida comunitaria, así como en sus lugares de trabajo.
En este sentido, las tareas de cuidado asumidas por los hombres deben estar en la primera línea de la aún incompleta revolución hacia la igualdad de género.
En conclusión, el informe sostiene que los padres deben compartir equitativamente con las madres de sus hijos el cumplimiento del trabajo que demanda la crianza, estar disponibles para ellos en la vida cotidiana y ampliar y mejorar sus habilidades parentales.
Para ello se deben cuestionar y enfrentar los estereotipos de género que han definido históricamente que la principal responsabilidad de los padres es proveer económicamente a las familias y que han entendido el cuidado como un asunto de mujeres.
Las sociedades están pasando a un modelo de familia, en el caso de quienes están en pareja, con dos proveedores, con roles que pueden ser intercambiables, en las que la corresponsabilidad es una necesidad imperiosa.
No se trata sólo de alentar a los hombres a involucrarse en la crianza de modo activo, corresponsable y cariñoso, sino de un tema de equidad de género, económico y de justicia social, reiteró
En este contexto, las relaciones de género se mueven hacia la igualdad, aunque lentamente, advierte el documento.
cfe