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M uy poco importó a 20 integrantes de la familia Flores tener que levantarse a las 3 de la mañana y salir en caravana desde Tepeji del Río, Hidalgo, rumbo a la delegación Coyoacán con tal de apoyar a Isabel Flores en su examen de admisión para ingresar a la carrera de Química Farmacéutico Biológica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“No es ningún sacrificio con tal de apoyar a que los sueños de mi hija se cumplan, para eso somos familia. Hoy venimos papás, hermanos, tíos, primos, hasta la abuelita viene, quiso venir a apoyar a su nieta”, indica Gabriel Flores, padre de Chabela, como le dicen a la joven de 18 años.

Es mediodía y los rayos del sol pegan con mucha intensidad a los cientos de personas que esperan frente a la Universidad Latina, lugar en donde se aplica la evaluación a los cientos de jóvenes que aspiran a ingresar a una de las 118 carreras que ofrece la máxima casa de estudios.

Sin embargo, para Daniel, primo de Isabel, poco importa y levanta con fuerza un cartel que el mismo escribió con la leyenda: “Vamos con todo mi Chabe”.

Por fin, sale Isabel y las porras de la familia comienzan a escucharse. “¡Sí se puede!, ¡Sí se puede, Chabe! ¡Eres mi orgullo!”, grita su mamá mientras corre, junto con todos los Flores para abrazarla, mientras ella sonríe ante las muestras de cariño que le expresa su familia.

“El examen lo sentí fácil, sólo se me complicó un poco álgebra, pero me siento tranquila. Sí entro”, dice la joven que cursa el último año de preparatoria.

La joven hidalguense indica que dedicó diariamente entre tres y cuatro horas a estudiar para poder aprobar esta prueba, la cual considera como la más importante hasta este momento en su corta vida.

“Todos los días, llegaba de la prepa y me ponía estudiar. Desde hace cuatro meses me puse a estudiar para este examen por mi propia cuenta. Pero también mis papás me pagaron un curso ahí en Hidalgo para reforzar los conocimientos, algo que agradezco mucho de ellos”, comenta.

Agrega que no pudo dormir pensando en la prueba, “sólo dormí dos horas por la emoción, porque no fue de nervios o miedo, fue de emoción de que era por fin el día”.

Al momento de que su papá le da una botella de agua, Isabel señala que no ha aplicado y no lo hará para ninguna otra universidad, puesto que la UNAM es su única opción.

“Es la UNAM o nada. Desde niña siempre quise ser ‘puma’ y en agosto estaré en esas aulas”, declara mientras su dedo índice señala a los edificios de Ciudad Universitaria que se asoman mientras camina para ir a comer acompañada de toda su familia, para más tarde regresar a Tepeji del Río con la seguridad de que entrará a la escuela de la que sólo uno de cada 10 aspirantes logra ingresar.

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