Más Información
Osiel Cárdenas, exlíder del Cártel del Golfo, recibe auto de formal prisión; enfrentará juicio por homicidio
Jóvenes mexicanos pasan más de 2 mil horas al año en el teléfono; OCDE alerta sobre su impacto en la salud mental
Sergio Gutiérrez Luna destaca aprobación de 25 reformas en la 66 Legislatura; "Un logro histórico para la 4T", señala
Secretario de Agricultura reafirma defensa del maíz blanco; "Seguiremos apoyando la producción nacional no transgénica", afirma
¿Maíz transgénero? Rubén Rocha corrige desliz durante discurso en Sinaloa; destaca importancia del maíz blanco
Sheinbaum asegura apoyo total a Sinaloa para enfrentar violencia; "Nunca los vamos a dejar solos, aquí está la presidenta"
periodismo.investigacion@eluniversal.com.mx
Patricio recorrió 560 kilómetros para hacer fluir el tiempo. Con sólo 36 años sentía que su vida se había detenido. “Era quedarse parado o seguir”. Y continuar era dejar la isla en que nació, donde se casó e hizo familia, para buscar progreso en otras tierras. “Es mejor morir en el intento que sin intentarlo”.
Los primeros 279 kilómetros los cruzó por tierra en tres horas. Se subió a “una máquina antigua” color blanco con rojo, de esas que se ven en las postales, para salir de La Habana, capital cubana, hasta Arroyos de Mantua en la Provincia de Pinar del Río. Los otros 281 kilómetros los viajó montado en una balsa durante cinco días. Junto con otros nueve compañeros atravesó las corrientes del estrecho de Yucatán en una embarcación de seis metros de largo por dos de ancho con dos motores. Llenaron botes de agua, metieron comida enlatada y muchos dulces. Patricio y el resto de la tripulación esperaron con el movimiento de las olas, el sol radiante y la luz de luna, que alguien viera tierra y, de preferencia, la arena blanca de Quintana Roo.
“A veces tienes que tomar una decisión y hacerlo o hacerlo. El camino es difícil, los flojos que se queden, los grandes que sigan la vida”.
Desde la nueva relación entre el país caribeño y Estados Unidos, impulsada por el ex presidente Barack Obama en 2014, se disparó el número de entradas de cubanos al país vecino del norte. De 2014 a 2016 entraron 123 mil cubanos de acuerdo con cifras del Departamento de Seguridad Nacional de ese país, en sus anuarios de estadísticas migratorias, 19% más que los 10 años anteriores (en 2004-2013 fueron 103 mil).
Con ello, México se convirtió en país de paso para miles de cubanos que quieren llegar a EU, dos terceras partes de las entradas se registran por nuestra frontera.
En 2016, de acuerdo con el mismo organismo estadounidense, 36 mil cubanos tuvieron que recorrer la República mexicana para cruzar la frontera por tierra. Una parte de ellos llegan vía marítima.
“Salimos de Cuba para llegar a México. Por aquí nos quedaba más cerca porque salimos por Pinar del Río. Y las corrientes de agua son menos que las de la punta norte”, explica Patricio. De las 10 personas de la embarcación en que inició el traslado, sabe que seis lograron llegar a EU, unos más corrieron con la misma suerte que él y perdieron sus documentos.
Casi 400 rescatados de alta mar
De 2014 a la fecha se han rescatado 393 cubanos en alta mar que han sido vistos por cruceros, embarcaciones de carga o turistas que reportan a la Marina Armada de México. El promedio es de un poco más de 10 personas por embarcación, un máximo de 18 y un mínimo de cuatro. Más de 50% de esos sucesos se produjeron en la Quinta Región Naval, en Isla Mujeres. El año con más número de incidentes fue 2015: 20 embarcaciones con 218 personas. En marzo de 2017 sólo se tiene un caso registrado.
“Tenían una reacción de alivio. Llevaban tres días. Veían pasar barcos, pero no los veían. La gente está sentada ahí, lo que intenta ser una vela, está desplegada. Están a la deriva”, recuerda de uno de los rescates en que participó el capitán de corbeta Gonzalo Flores Castillo, comandante de la Estación Naval de Búsqueda y Rescate de Isla Mujeres, Quinta Región naval.
Lo primero que ellos hacen es recibir las coordenadas donde fue vista la embarcación. Luego, la unidad de búsqueda y rescate carga la embarcación con víveres y personal médico para arribar al lugar indicado. Intercepta ahí a los viajeros, se identifican y proceden a realizarles el servicio médico y a proporcionarles comida y agua. Finalmente se trasladan a puerto.
Al segundo contramaestre de 43 años, Tonatiuh Chang Laurel, le han tocado 20 incidentes en los últimos cinco años. Dice que la mayoría son hombres entre los 20 y 30 años. No llevan chalecos salvavidas, pero sí agua y algo de comida enlatada.
En especial recuerda una noche de septiembre de 2016. A 75 millas al norte de Isla Mujeres, estaban nueve hombres y dos mujeres —una de ellas embarazada— sobre una balsa inventada. “Ese grado de arriesgarse es por algo. Llevaban exactamente 12 días. La mayoría de ellos quieren salir de su país para progresar y llegar a Estados Unidos”, dice.
Quienes no son rescatados y logran ganarle a la marea, dejan su huella sobre la arena. Sobre la costa norte de Isla Contoy se mantienen dos lanchas de madera postradas en la playa y una más cerca del faro. Del lado del mar caribe, donde las olas deberían romper sobre las piedras lo hacen sobre un motor abandonado. Unos metros adelante se alcanzan a ver calzones de hombre, blusas de mujer, pequeñas bolsas con suero, pastillas para el mareo, pantalones de mezclilla, botes que contenían agua y un casco de motociclista dentro de una lancha con apariencia pesquera hecha de madera.
Si se camina por ese lado de la isla no se verá el paso del turismo que día a día llega al parque nacional. Por la puerta de atrás llegan los errantes migrantes cubanos que buscan, con sigilo, emprender su paso hacia otro tiempo.
Acostumbrados los marinos a los recorridos en las zonas donde son establecidos por periodos de 30 días, comentan asombrados lo normal que es encontrar restos de embarcaciones por la isla Contoy o en la isla de Holbox. En el muelle principal de esta última isla mantienen una embarcación que trajo migrantes cubanos. Dicen que en el extremo es normal ver luces a mitad de la noche. Una de esas noches caribeñas decidieron hacer el recorrido con las luces de la camioneta apagadas. Se acercaron tanto que pudieron ver una embarcación cargada de personas y en el momento que decidieron prender las luces, la lancha se perdió en la oscuridad. “Ellos van y vienen con gente o hacen algo malo. ¿por qué huir? Ellos ya saben cuando salimos y cuando volvemos”.
Gustavo, pescador de Isla Mujeres, relata que le ha tocado ver cuatro veces a cubanos recalar por el malecón de la isla: lo primero que hacen es tocar tierra y esconderse.
—¿A cuántos has ayudado?
—Como a 40. Les echo la mano así. Los ayudas, los guardas, les das comida y todo. Su familia en Estados Unidos les envía dinero para que lleguen allá. Hay de todo [gente que llega], hasta niños de cinco años y personas de 70. La gente se arriesga mucho. Una embarcación se aventó nueve días, llegó sin agua...
Trata, un riesgo
Un grupo de 18 cubanos llegó en una balsa a isla Blanca, en el extremo del México penisular. Una señora les dio hospedaje y los enlazó a isla Mujeres. Ahí estuvieron en un casa grande con más personas cubanas. Dormían en el piso, les daban poca comida y un día en una fiesta donde los tenían sirviendo tragos, decidieron escapar. Lograron acomodarse en otro lugar, llamar a su familia, juntar dinero y seguir su camino.
En un cable filtrado por WikiLeaks con título 09HAVANA142_a de 2009 del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, se documentan registros, desde 2003, de tráfico de personas donde pescadores mexicanos tomaban personas en Cuba y las cruzaban por el estrecho de Yucatán hasta México. Informan que después de esos años se generó una “profesionalización”, lo que generó la entrada de la delincuencia organizada. Según el documento, establece que en 2009 había 31 mexicanos en cárceles cubanas acusados de trata de personas, donde las penas pueden alcanzar hasta 30 años de prisión.
Benjamín, quien trabajó en el último año en un despacho como gestor de migración, explica que una gran mayoría de la trata de personas viene por lancha, saliendo desde Cuba hacia isla Mujeres, con una ruta marcada.
“Nos contaban que las lanchas no aguantaban, que había muertos. En isla Mujeres los tomaban y los llevaban a una casa de seguridad en Cancún. Sabemos que era de algún tipo de personas involucradas con el narcotráfico.
“Los tenían ahí por un tiempo en lo que podían llevarlos a Estados Unidos que era lo que ellos pagaban. Ahí los tenían, de alguna forma secuestrados, y como sabían que tenían familiares en Estados Unidos que les importaban... pues les pedían dinero para extorsionar a las personas”.
Algunos cubanos que llegaron a escapar de estas casas de seguridad contactaban a alguna persona de confianza y ellos los acercaban con Benjamín para tramitar papeles y que pudieran tener protección. Ahí, los cubanos le contaban que pagaban entre 6 y 10 mil dólares por cruzarlos a EU. La mayoría de estos pagos los realizaban sus familiares desde el país vecino. Ellos compraban un boleto de avión a algún lugar cercano a la frontera y de ahí los cruzaban.
Todavía, en marzo de este año, la gendarmería en Cancún localizó una casa de seguridad con 31 cubanos indocumentados.
“Esas mafias están en México, Estados Unidos y en Cuba. Operan valiéndose de las necesidades de todos los inmigrantes. Algunas veces los maltratan y hasta llegan a asesinar. Eso se incrementa constantemente. Recibo llamadas de personas de acá que le están llamando desde México, personas diciendo que le envíe tanto dinero o lo van a matar. De cuando en cuando se escucha eso. Y eso no va a parar hasta que no pare la fuente de ese problema que es el éxodo desde Cuba, y no va a parar hasta que no haya en Cuba un cambio de régimen que permita vivir a los ciudadanos cubanos vivir en democracia y vivir en un sistema de justicia social que no vive en el presente”, comenta Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia con sede en Miami, Florida.
Cuentan que en una noche de buen clima, sin tormentas y nubes, en la orilla de isla Mujeres, se alcanzan a ver las luces de Cuba. Más de 200 km entre un punto a otro.
Patricio, quien radica en México esperando la regularización migratoria, pinta casas, arregla puertas, hace cualquier trabajo para mantener con ritmo su nuevo tiempo. Acercado a la comunidad cubana en la isla comenta que esos cinco días en alta mar fueron agobiantes, sabiendo que salían pero sin saber si llegaban. La única forma que haría eso de nuevo sería por la misma razón que lo orilló a trepar esos muros de agua, hacer correr el tiempo porque los grandes, siguen en la vida.