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Ocho de cada 10 niños con cáncer en el cerebro han logrado mejorar la sobrevivencia debido a los hallazgos del Laboratorio de Investigación en Tumores Cerebrales, del Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional Siglo XXI, que pertenece al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Cuando se tienen los resultado en ese laboratorio, los especialistas brindan un tratamiento personalizado a los menores de edad, al prescribirles dosis específicas de medicamentos, así como quimioterapias o radioterapias, de acuerdo con el comportamiento celular del tumor.

Enrique López Aguilar, director Médico de Pediatría, explicó que el objetivo de este laboratorio es entender el comportamiento biológico de los tumores y combatirlos a tiempo, lo que permite dar una sobrevida de 80% a los menores de edad.

En este laboratorio, que funciona desde 2010, actualmente se da seguimiento a 350 muestras de los tipos de cáncer en la cabeza más frecuentes en la población pediátrica.

Los astrocitomas ocupan el primer lugar y se localizan en la sustancia blanca del cerebro. En segundo sitio están los meduloblastomas que se ubican en la materia gris, y en tercer lugar, los del tallo cerebral que representan un grave problema porque su curación es complicada.

En el área de Biología Molecular se reciben las muestras de tumores y a través de técnicas especiales se identifican los biomarcadores en las células, explicó la bióloga Ruth Ruiz Esparza Garrido.

“De acuerdo con la presencia o ausencia de determinadas moléculas se puede saber la reacción del paciente al tratamiento”, señaló la experta.

En la sección de Cultivos Celulares se prosigue el estudio primario del tumor y las células se cultivan in vitro. Si durante el análisis se encuentran neuroesferas o sten cell neurales, ello indica que la tumoración será resistente a la quimioterapia y radioterapia, informó la bioquímica Karen Ayala Contreras.

En el área de Inmunohistoquímica se realiza un procedimiento histopatológico, que consiste en colocar algunos anticuerpos en el tumor, que permiten determinar si la malignidad es de alto o bajo grado.

El oncólogo puede modificar las dosis de quimioterapia, es decir, prescribirla por más tiempo o más agresiva, para que esa tumoración responda al tratamiento y se mejore la calidad de vida de los menores.

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