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"Si la familia educa y forja buenos ciudadanos y buenos cristianos en grado heroico, podremos tener esperanza de afrontar los grandes retos como desigualdad social, pobreza extrema, y corrupción a fin de promover condiciones de justicia social y vida digna”, expresó Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán, Puebla y presidente de la Comisión de Vida de la CEM al dar el mensaje durante la misa en conmemoración del centenario de la Unión Nacional de Padres de Familia celebrada en la Basílica de Guadalupe.
En la homilía presidida por el cardenal José Francisco Ortega, arzobispo de Guadalajara y presidente de la CEM, se hizo un recuento de las acciones de persecución que han vivido los padres de familia, desde la implementación de la Constitución de 1917, la Guerra Cristera, la educación socialista, el texto escolar único y la secularización.
Por ello se pidió a los padres de familia velar por sus derechos sin descuidar deberes y recordar que la familia esté fundamentada en el matrimonio y en acoger la vida humana, “ayuden a que se ejercite el poder del derecho de los padres como educadores de sus hijos, busquen alianzas y sinergias de instituciones, empresarios, gobernantes, medios de comunicación y la iglesia para lograr una educación integral y trascendente”.
Además se exhortó a las cabezas de la familia a ser pacientes con los hijos, y perdonarlos las veces que sea necesario, así como evitar preferencias, “para que nuestros hijos vayan aprendiendo a su vez a ser misericordiosos al interior y fuera de la familia”.
El mensaje religioso concluyó con un llamado a la coordinación; “trabajemos juntos por un proyecto de bien común, vivamos en alegría, reconciliados y en paz”.
Durante las oraciones se pidió por los gobiernos civiles “para que iluminados por el espíritu santo provoquen el bien y sirvan con rectitud y perseverancia al pueblo que les ha sido confiado”.
También se elevó una súplica por el Papa Francisco, obispos y sacerdotes para que continúen trabajando en favor de la iglesia doméstica, llamada así por el concilio, “para que de ella surjan misioneros comprometidos en la difusión del reino de Dios”.
Se oró por las familias perseguidas, pobres, enfermas, desempleadas y sufrientes, “para que desde nuestra conciencia solidaria reciban abundancia y gozo del espíritu que procede de Dios”.
Por último se pidió rezar por todas las instituciones eclesiásticas y civiles “para que con sus esfuerzos y sacrificios formen sociedades más humanas”.
cg