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Cuando de niño miraba una computadora u otro aparato electrónico, Carlos Avendaño, originario de Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca, sabía en automático que debía desarmarla para saber cómo funcionaba y qué más podría encontrar en cada una de sus piezas.
Esa inquietud por aprender cada vez más sobre esos dispositivos lo llevó a estudiar ingeniería en Sistemas Computacionales. Hoy tiene 15 años de edad y en los próximos días lanzará “Black Jump”, el primer videojuego desarrollado para su propia empresa: Arsent.
La empresa apenas empieza a tomar forma en las industrias de la innovación y tecnología, pues cuenta ya con su registro de marca -nombre y diseño- ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), y promete impulsar grandes proyectos.
La historia de Carlos no es común. Él sabe que a su corta edad tiene un coeficiente intelectual (IQ, por sus siglas en inglés) superior a 130 puntos y, por ello, desde hace un año es considerado un joven sobredotado.
Datos del Centro de Atención al Talento (Cedat) indican que en México hay un millón de niños prodigio, lo que representa 3% de la población infantil. Pero, ¿dónde están? Se estima que 95% de ellos están expuestos a un mal diagnóstico y extraviados en el camino educativo.
Hasta hace unos meses, Avendaño Soria vivía en aquel municipio oaxaqueño, perteneciente a la región de Valles Centrales, donde cursó la educación básica en el sistema tradicional, sin embargo, enfrentó varios actos de discriminación, rechazo y bullying porque le era imposible adaptarse al ambiente escolar y sus calificaciones apenas alcanzaban 7.7 de promedio.
Cuenta a Notimex que la secundaria la acreditó en tres diferentes planteles por los problemas de acoso que vivía. “No me sentía en sintonía con mis compañeros ni con el modelo académico. Entonces decidí aislarme, no tenía interés por las clases y me sentía deprimido”, expone.
Al sentirse incómodo por la situación que enfrentaba, Carlos decidió investigar qué ocurría con él y en su búsqueda encontró al Cedat, una institución que surgió para atender a esa población de niños relejados, donde detectaron su capacidad intelectual y lo ayudaron a encauzar su talento.
Según comenta su mamá, la señora Nelly Soria Pérez, desde los cuatro años dejo ver que era un “niño especial” y necesitaba mucho apoyo. “La forma tan madura en la que me respondía me hacía reflexionar y entendí que no era normal”.
Una de las más grandes sorpresas se la llevó en su cumpleaños número 50, enfatiza la profesora, al recordar que Carlos le regaló su certificado de preparatoria después de tres meses de haberla iniciado en el sistema abierto.
Dice que en ese momento le surgieron demasiadas preguntas y dudas porque le era difícil entender el esfuerzo de su hijo, pero las aclaró al responderse: “no pudo haber comprado el documento porque es muy pequeño y además no tiene dinero”.
El joven prodigio detalla que el bachillerato lo cursó en el estado de Aguascalientes y el plan de estudios le permitió aprovechar sus capacidades al máximo porque estudiaba de manera autodidacta, a su ritmo y tiempo; e incluso cada semana presentaba exámenes de hasta tres o cuatro asignaturas.
Subraya que en las 12 semanas acreditó 48 materias, con un promedio final de 9.0, y asegura que ese enorme paso lo ha hecho sentirse “satisfecho, feliz, con más ganas y una gran energía para continuar”.
Carlos ingresó hace unos meses al aula virtual de la Universidad Tecnológica Latinoamericana (Utel) para comenzar la ingeniería en Sistemas Computacionales. “Me gusta más en línea porque yo organizo mis tiempos y evito depender de la planeación de un profesor que, considero, muchas veces eso limita de alguna manera”.
Sobre “Black Jump”, el universitario apunta que el videojuego estará disponible en breve para su descarga en los sistemas iOS y Android, y resalta que esta primera herramienta digital será parte de su empresa dedicada al desarrollo de software.
Hoy vive en la Ciudad de México y mientras planea cuál será su siguiente proyecto, recuerda que en sus ratos libres continuará con sus lecturas, escuchará música, en especial el metal sinfónico e industrial, y se dará un espacio para jugar con su pelota de tenis.
Y aunque aún desconoce cómo lo hará, Avendaño Soria desea también ayudar de alguna forma a los niños sobredotados porque, acentúa, son el futuro de México y el mundo.
“Sé que hay muchos obstáculos, yo igual los tuve, pero deben creer en ustedes y sus sueños. A veces el mundo está en nuestra contra, pero quien tiene que decidir si arriesga es uno mismo”, añade Carlos como mensaje a todos aquellos niños que buscan lograr sus metas.
egm