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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
En promedio, los mexicanos consumen 466 mililitros de refresco al día, lo cual equivale a 459 latas cada año o 163 litros. Este es uno de los más altos del mundo y representa que 66% de los mexicanos consumen azúcar por encima del nivel máximo diario que indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), señaló el director del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), Juan Rivera.
Los refrescos, señaló, son un factor de riesgo “importante” para desarrollar diabetes, enfermedad que fue señalada como una epidemia para el país. “Hay naciones como México y Estados Unidos donde el consumo de bebidas azucaradas, que es un factor de riesgo muy claro como causa de obesidad, se consumen de manera muy elevada por la población. El consumo de bebidas azucaradas lleva a sobrepeso, obesidad, diabetes y otras enfermedades crónicas. En México, el consumo de bebidas azucaradas es uno de los más altos del mundo: 163 litros por persona por año”, dijo el funcionario.
En el Foro Binacional de Salud 2017 entre expertos mexicanos y estadounidenses, que organizaron la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Casa de la Universidad de California en la Ciudad de México, el director del INSP dijo que 70% del consumo de azúcar adicionado en nuestro país proviene de bebidas.
Esto excede el límite recomendado por la OMS, que señala que del total de calorías que consume una persona al día no más de 10% debe provenir de azúcares adicionados, y va más lejos, puesto que recomienda disminuir la ingesta a menos de 5%, dado que existen “claros efectos” en la salud.
“En México más de 66% de las personas consumen por arriba del total de energía recomendada por la OMS; el promedio de la población es de 12.5% del total de energía a partir de azúcares adicionados”, señaló.
Mencionó que en los análisis que ha hecho el INSP a partir del gravamen que se impuso al refresco y bebidas azucaradas se descubrió que el impuesto de un peso por litro ha tenido un efecto “elástico” sobre el consumo de estos productos, puesto que entre más caros, son menos los toman, aunque también está relacionado con la educación de la población.
“Hemos encontrado reducciones promedio de 7.5% en la compra de bebidas azucaradas en la población mexicana. El efecto de la medida fue menor en el primer año que en el segundo; posiblemente tiene que, ver más allá del efecto económico, con la educación de la población. El efecto es mayor en la población joven, al igual que las ganancias en salud”, dijo.
En noviembre de 2016 el gobierno mexicano emitió dos declaratorias de emergencia sanitaria por diabetes y obesidad, padecimientos crónicos y no contagiosos que se han convertido en un grave problema de salud pública.
El titular del INSP dijo que México es uno de los pocos países en el mundo que tienen una estrategia integral para abatir la obesidad y el sobrepeso; señaló que una sola medida no es suficiente para terminar con este problema y reconoció que las que se están aplicando actualmente deben ser revisadas y evaluadas.
“En realidad una sola medida no va a tener un efecto suficiente, aun el impuesto a las bebidas azucaradas, que representa una reducción en las compras. México es uno de los pocos países en el mundo que cuenta con una estrategia de prevención, que tiene varias medidas que tienen que ser evaluadas y mejoradas”, señaló.
Dean Schillinger, director de la División de Medicina Interna General de la Universidad de California, recordó que la diabetes es un mal multifactorial, ocasionado por muchas causas y que es un fenómeno social que está asociado con el estatus socioeconómico de los pacientes e inclusive con su situación migratoria.
“Podría ser el resultado de una gama de diferentes aspectos sociales que la causan, como el estrés, la pobreza, inseguridad; algunas familias no pueden comer verduras ni frutas frescas. Esto aumenta con el tiempo y llega un punto en que sólo consumen alimentos altos en calorías y azúcares. Son factores torales en cómo la grasa se deposita en el cuerpo y este se hace resistente a la insulina”, explicó.
Adicionalmente, existe una tendencia de culpar a las víctimas de la enfermedad de haberla desarrollado; en Estados Unidos, dijo, se responsabiliza a las personas por las decisiones que toman con respecto a su alimentación o su predisposición genética, pero la enfermedad debería verse como un asunto social.
En ese país, por ejemplo, los méxicoestadounidenses son más vulnerables a complicaciones de la diabetes que son previsibles, como la ceguera, insuficiencia renal o amputaciones.
Su acceso a los servicios de salud es deficiente, por lo tanto no se diagnostican con la enfermedad hasta que presentan complicaciones.