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Los disparos opacaron a los “beats” en el Festival BPM en Playa del Carmen, pero por desgracia, no es la única ocasión en que un evento masivo de música electrónica se convierte en protagonista de una tragedia.
Apenas el año pasado, en 2016, cinco jóvenes fallecieron en el festival Time Warp en su edición de Argentina, al parecer por consumo excesivo de estupefacientes. Cinco más resultaron hospitalizados con asistencia respiratoria.
Ese mismo año, la policía de Miami tuvo que investigar el fallecimiento de un estudiante tras enfermar durante el célebre Festival Ultra organizado en Estados Unidos.
Sin embargo, es la tragedia del Love Parade la que más llamó la atención de los medios internacionales. Sucedió en julio de 2010, la última edición que se organizaría del famoso desfile tras una estampida humana en la que murieron 18 personas.
Según informó entonces la policía de Duisburgo, Alemania, el incidente ocurrió debido a la caída de asistentes de una escalera de emergencia que no estaba habilitada. Otros 80 jóvenes resultaron heridos.
Fue este 2017 en México donde se registró una tragedia más con 5 víctimas mortales y 15 personas lesionadas, luego de una balacera en el Blue Parrot de Playa del Carmen, el recinto que cerraba el festival BPM con doce DJs invitados.
Tras lo acontecido, autoridades municipales informaron que esa sería la última edición del festival, luego de diez años ininterrumpidos de ese encuentro de música electrónica que atraía además a turistas internacionales.
Mucho menos comercial, casi quince años antes, los llamados “raves” también se vieron opacados, si bien no con personas fallecidas sí con redadas como la de 2002 en Tlajomulco de Zuñiga, Jalisco, con saldo de 25 jóvenes detenidos.
Se trató de un operativo en el que irrumpieron policías estatales y federales, pero en el que les “sembraron” drogas como afirmaron entonces los mismos afectados que se quejaron ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Así pues, desde esos primeros “raves” organizados en el Ajusco o el Desierto de los Leones en los años 90, hasta los más comerciales y con infraestructura como el actual Festival EDC, los asistentes lo que exigen es mayor fiesta, pero también mayor seguridad.