En  el brazo derecho de Erick  resalta un tatuaje con el símbolo de las olimpiadas,  cinco anillos  entrelazados que representan su participación en los pasados juegos paralímpicos que se realizaron  en Río de Janeiro, Brasil.

El atleta de 21 años participó en la competencia de lanzamiento de bala, en la que quedó en sexto lugar.  El mejor recuerdo que conserva de ese certamen fue la convivencia con deportistas de alto rendimiento, quienes, como él, padecen algún tipo de discapacidad.

“Fue mi primera experiencia; estuvo padrísima, viví en un mundo con puras personas con discapacidad, la convivencia fue muy fraterna, es uno de mis mayores sueños hecho realidad”, narra Erick Ortiz a EL UNIVERSAL.

Él  nació con artogriposis múltiple congénita,  por lo que en sus articulaciones se formó un  tejido fibroso, lo que ocasionó que sus músculos no se  desarrollaran.

Cuando tenía cinco años vio un anuncio por televisión  en el que  aparecían niños y pedían a la sociedad  que se uniera y donara a Teletón. “Les  dije a mis papás  lo que había visto, se informaron y en poco tiempo me empezaron a llevar al CRIT de Tlalnepantla”.

Durante nueve años Erick tomó terapias físicas, de lenguaje e hidroterapias que le ayudaron a desenvolverse en un ámbito social: “Aprendí que no era el único niño con discapacidad”.  Cuando cumplió 14 años lo dieron de alta porque ya cumplía con un estándar de independencia, “además muchos niños estaban buscando su ingreso y ellos necesitaban las terapias  más  que yo”.

Los padres de Erick nunca buscaron escuelas especiales o para personas con discapacidad,  fueron  las terapias  del CRIT  las que  lo ayudaron a que se desenvolviera con sus compañeros: “Aprendí de compañerismo y lo más importante, aprendí a convivir con niños de mi edad”.

Poco antes de que lo dieran de alta del centro de  rehabilitación, empezó a entrenar; un día cualquiera, mientras paseaba por un centro comercial, el joven Ortiz se encontró con Alfredo Espinoza, quien es presidente de la Asociación de Deporte Sobre Silla de Ruedas del Estado de México, ese día el  profe  lo invitó a practicar. “Yo era un niño insoportable, muy inquieto, tenía necesidad de hacer algo y en el deporte encontré eso que me hacía falta”.

Lo que más le gustó fue el ambiente de competitividad que  se  vivía  en el deporte, ahora asegura que el lanzamiento de bala es una de sus grandes pasiones.

Antes de partir a Brasil, Erick Ortiz participó en el Abierto de Atletismo en Alemania, en 2013, y después en el Campeonato Mundial de Atletismo de Qatar, en 2015. Durante su estancia en Berlín pudo conseguir por vez primera una medalla de oro y escuchar el Himno Nacional arriba de un podio.

Como deportista, tiene una beca por parte del Estado de México y otra por la Conade, aunque afirma que “hace falta muchísimo apoyo por parte de las autoridades para los atletas con discapacidades”. Explica que él, así como otros compañeros, por mucho tiempo pidieron respaldo para entrenar, puesto que no tuvieron recursos la mayor parte de su carrera deportiva, pero ahora que asistió a unos paralímpicos entiende que “falta apoyo a los juveniles”.

Insistió en que el gobierno sí apoya a los atletas, pero hasta que llegan a una selección nacional “o se hacen de renombre”, por lo que resaltó que antes de eso falta ayuda.

Su próximo objetivo como atleta de alto rendimiento es asistir al campeonato mundial de su disciplina en Londres, que se realizará en 2017, y después  a los juegos de  Tokio, para  refrendar el puesto que obtuvo en Río de Janeiro y “subir unas posiciones más”.

Otra parte importante en la vida de Erick es su carrera académica, en  cuatro  semanas concluirá la licenciatura  en  Derecho en la Universidad de Cuautitlán Izcalli. “Es una etapa muy padre de mi vida, un sueño por cumplir”. Dice que eligió ser abogado porque le gustaría ayudar en un ámbito jurídico a las personas que tienen algún tipo de discapacidad.

Erick se tiene que ir, un grupo de jóvenes  lo  espera en el gimnasio Pablo Colín  para que los ayude a mejorar su técnica en diversos deportes en silla de ruedas. El deportista se despide, pero antes manda un mensaje a todos los lectores de EL UNIVERSAL: “Ojalá la gente se dé cuenta que las personas discapacitadas ponemos el nombre de México muy en alto”, dice.

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