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Manuel Valadez asegura que su abuela fue una de las iniciadoras del mercado de Sonora, conocido desde sus inicios como el “mercado de los brujos y de los animales”. Hace casi 60 años fue el propio presidente Adolfo Ruiz Cortines quien le entregó a la señora las llaves de su local, junto con los pioneros del tradicional mercado. Desde entonces su familia se dedica a la esotería y al misticismo.
En el local de su familia Manuel vende libros de hechicería, amuletos, velas e imágenes de la santa muerte, entre otros cientos de productos. Asegura que al pasar por el mercado Sonora no se necesita mucho dinero para salir con suerte.
“A nivel personal, con 40 pesos una persona la puede hacer: para un par de velas, una esencia, unas hierbas y un resguardito, que es como una protección o un amuleto. Si tienes un negocio, el cuerno de la abundancia lo pones en el cajón del dinero o en la caja”, explica.
A cada cliente que atiende le pide que haga sus rituales con fe, sin dudar ni un momento, puesto que el funcionamiento de cada uno de los ritos o hechizos requiere que las personas crean en lo que están haciendo, desde una limpia hasta esparcir semillas en la mesa por el inicio del año nuevo.
Define la fe como la energía que cada persona pone en todos los objetos y rituales esotéricos, en los amuletos y las oraciones; asegura que creer en el esoterismo no se contrapone con las creencias religiosas, ya que al final unos son ritos que se practican en la iglesia y otros en la casa.
“Tienes que hacerlo todo sin un titubeo, con firmeza, no dejarnos distraer por nada porque al final uno es el beneficiado. Yo creo que esto no se contrapone con la religión, los padres hacen la misa, la gente lleva a bendecir sus veladoras, hay sacerdotes que bendicen las carteras.
“Nosotros decimos: ‘Tú haz tu energía con tus 12 monedas’. Los padres queman incienso en misa, nosotros en la casa para purificar y alejar la energía negativa. No hay mejor templo que tu propio hogar”, afirma.
En su opinión, el esoterismo es una manera que las personas encuentran para poder darse “una ayudadita, un extra que a nadie le cae mal”.
Pone como ejemplo a un oficinista que en un recorte de personal pierde su trabajo, ante un compañero que es flojo pero tiene buena labia y adula a los jefes.
Para Manuel Valadez, experto en estas actividades desde hace más de 35 años, la respuesta se encuentra en los rituales.
Asegura que la gente se refugia en ellos porque ante la incertidumbre, no sabe hacia dónde más hacerse.
“Cuando hay recorte de personal, vienen las personas a pedir una veladora para que no las despidan, para que les renueven sus contratos. Dicen que en el amor y la guerra todo se vale”, explica.