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jazmin.palma@eluniversal.com.mx
Los Ángeles, California.— “Entre las sombras del sueño americano” es la versión en español del libro en el que Julissa Arce relata su vida secreta como indocumentada en Estados Unidos, país del que desconocía su lengua y costumbres. En noviembre se publicó y en él confiesa lo difícil que fue adaptarse y la compra de documentos falsos para poder estudiar y llegar a Goldman Sachs, filial de Wall Street.
—¿Cómo fue el proceso de compra de los documentos?
—No podía estudiar porque las cartas que mandaba a las universidades me las regresaban por no tener un número de seguridad social, así que decidí comprar papeles falsos. Pregunté a conocidos como podía obtenerlos. Un día llegué a un casa como cualquiera, me tomaron la foto y en dos semanas ya contaba con él.
Se mudó a San Antonio, Texas, lugar a donde sus padres Julissa y Julio viajaban para vender joyería de plata de su natal Taxco, Guerrero. Un día decidieron mudarse permanentemente. Le tramitaron una visa de turista que expiró tres años más tarde. Cuando estaba en la adolescencia comenzó a comprender el significado de ser indocumentada.
“Mis padres nunca me consultaron si quería venir a vivir a Estados Unidos, al principio no me gustaba porque no sabía hablar inglés. Fue un experiencia fuerte para una niña de 11 años”, cuenta Julissa Arce.
En 2001, una nueva ley abrió la posibilidad a estudiantes sin papeles de Texas asistir a universidades públicas pagando matrículas subsidiadas. Julissa vendió funnel cakes, un tipo de churro, por cuatro o cinco dólares, que ella misma preparaba para costear la escuela y la renta de una habitación en Austin, donde se encontraba el colegio. Esto lo hacía los fines de semana, puesto que la distancia entre ambas ciudades es de dos horas. En 2009, consiguió un permiso de residencia y dos años después la ciudadanía.
Al concluir sus estudios, Julissa realizó prácticas en Goldman Sachs hasta llegar a ser ejecutiva de la firma. El gran misterio, dice Julissa, fue que sus jefes nunca se enteraron de que ella había ingresado con documentación apócrifa: “Si se hubieran dado cuenta me despiden. No sé cómo pasé todos los filtros y pruebas”.
Agrega que antes de que se diera a conocer la situación habló con sus jefes. No hubo reclamo alguno sino “palabras bonitas. Dijo algo muy positivo, como darle oportunidades a los jóvenes para venir a Estados Unidos a mostrar su talento”.
Hoy se dedica a dar conferencias en Universidades de EU.