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Con los pies cansados, cantos, risas y rostros fatigados, pero llenos de fe y devoción, llegaron al cerro del Tepeyac para cantarle las mañanitas a la morenita de México, la Virgen de Guadalupe.
Es la noche del 11 de diciembre y las alabanzas comienzan a escucharse en los alrededores de la Basílica de Guadalupe. Cada persona desfilando tiene su propia historia que contar, como la señora Guadalupe Martínez, quien sin importar que padece ciática desde hace varios meses, apoya por séptimo año consecutivo a los feligreses con un poco de alimento. “En este año dimos café, tamales verdes, atole, pan de dulce y bolillo”, menciona a EL UNIVERSAL al término de su ofrecimiento.
Desde las 8:00 de la mañana comienza a preparase para esta jornada devota: las hojas de tamal, el atole, los vasos, el café y todo lo necesario yace dentro su cocina para esperar la hora en que serán repartidos en La Calzada de Guadalupe —la principal vía por donde circulan cientos de peregrinos para arribar al templo guadalupano—, donde la señora Lupita ofrece, con el apoyo de sus hijas, un poco de lo que ha estado preparando. No lo hace para cumplir alguna promesa, aunque al inicio de esta cadena de siete años sí lo fue.
“Primero sí fue un pedimento, yo le pedí a la Virgen que mi hija se quedara en la universidad, pero posteriormente no fue por necesidad, si no por el gusto de venir y apoyar a los peregrinos”, recuerda.
Este año, la señora Guadalupe brindo cerca de 90 litros de café y atole, 200 tamales y 100 piezas de pan de dulce. La ayuda que ofrece es sin esperar nada a cambio, por lo que a la hora de hacer cuentas no podría dar una cifra concreta, pero estima que va entre 2 mil y 3 mil pesos, “bien invertidos”, según sus comentarios.
“El ver que los peregrinos quedan satisfechos, y que dicen ‘gracias’, ‘que Dios les bendiga y se los multiplique’, eso es para mí gratificante, que se vayan con una sonrisa, satisfechos con lo poquito que yo les ofrezco”, dice.
“Nunca había venido a apoyar estos momentos y para mí es una satisfacción muy grande”, comenta Tello, pareja de la señora Lupita.
Con cajas de cartón, varias ollas vacías y una enorme sonrisa, la pequeña familia Martínez da por concluido un año más de apoyo a creyentes de la morenita y esperan el próximo año para acudir a su cita en el Tepeyac. “Esta noche no pido nada a la Virgen, vengo a dar un poco a los peregrinos y seguiré viniendo cada año hasta que ella lo decida”, asegura.